“EL GOZO DEL SEÑOR ES NUESTRA FORTALEZA” El triunfo del amor: "Grandes aguas no podría anegar el amor"
9. - Las virtudes se hacen cristianas por su conexión con la caridad Existe pues, como vamos viendo, una íntima conexión entre la virtud cardinal de la fortaleza y la virtud teologal de la caridad. O sea, entre la fortaleza y la amistad con Dios. Hay que ser fuertes para permanecer en esa amistad. Y esa amistad nos hace fuertes para que podamos permanecer fieles. En la teología medieval de las virtudes se observó ya, agudamente, que las virtudes son un organismo vivo y que todas están conectadas e interrelacionadas. La doctrina de la conexión de las virtudes
es, sin embargo, una doctrina bastante olvidada. Aquellos maestros enseñaron que la virtud teologal de la caridad es la forma de todas las virtudes en el organismo de las virtudes cristianas. De modo que sin caridad, sin amor a Dios, no hay virtud cristiana alguna auténtica o verdadera. Es por la caridad y por su conexión con ella que toda virtud, cardinal, moral o intelectual recibe su impronta cristiana, específica y diferencial.
En realidad, estos maestros no han hecho más que reflexionar sobre la doctrina neotestamentaria de la primacía de la caridad, expresada, entre otros, por San Pablo en el himno a la caridad de 1 Corintios 13.
10. - Fortaleza cristiana: una cualidad de la caridad Cuando el Cantar de los Cantares afirma que el amor es tan fuerte como su peor enemigo que es la muerte, hace explícito lo que está implícito en el dicho de Nehemías 8,10. Iluminándose mutuamente, ambos textos nos muestran que la fortaleza, en la visión bíblica, viene a ser una cualidad del amor divino.
El Cantar de los Cantares afirma: “Porque es fuerte el amor como la muerte. Tan obstinado como el sheol es el celo” [Cantar 8,6: ki 'azzáh khammáwet 'ahaváh, qasháh khishe'ól qiná'h]
Prosigue el texto con una imagen marcial, de guerra santa: “saetas incendiarias sus saetas, llamarada de fuego del Señor” [reshaféha rishpé 'esh shalhevat yah]
Y termina de redondear la idea con la siguiente reminiscencia del paso del Mar rojo: “Grandes aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos anegarlo” [Cantar 8,7: máyim rabbim lo' yukhelú lekhavotáh 'et-'ahaváh]
El amor de Dios se pone de manifiesto en la hazaña y victoria salvadora del Dios guerrero, del fortísimo e invicto Yahve Tsebaot, Dios de los ejércitos, cuyo amor hizo pasar a su pueblo predilecto a través de las grandes aguas, es decir: del Mar Rojo.
-------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
8. - El diagnóstico de San Cipriano sobre la codicia de los lapsi La historia de la Iglesia nos ofrece otro ejemplo. También rehusarse al sacrificio económico es signo de desamor.
San Cipriano discernía las causas profundas por la que algunos cristianos habían terminado negando a Cristo. Cipriano le reprochaba a los lapsi [= caídos por haber apostatado de la fe en la prueba del martirio] el no haber huido a tiempo de la ocasión de martirio en la que sucumbieron negando su fe. No lo hicieron, discierne el santo obispo, por estar demasiado apegados a sus casas, sus bienes y sus intereses. Una cadena de oro los retuvo atados a un lugar que deberían haber abandonado para salvar su fe,
aún a costa de sus bienes materiales. En no romper esa cadena se puso de manifiesto que estaban ya minusvalorando el tesoro de la amistad con Dios. No hay que admirarse, concluye Cipriano, que llegado el momento negaran al que habían ya menos-preciado en su corazón.
Se comprende así, que la cobardía, en su sentido amplio de miedo a sacrificar, como vicio opuesto al amor antes que a la misma fortaleza, sea considerada, por el autor del Apocalipsis, como un pecado tan horrendo, que encabeza la lista de pecados que precipitan para siempre en el lago ardiente, y en la muerte segunda: “Los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras, y todos los embusteros tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21,8).
------------------------ Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
“EL GOZO DEL SEÑOR ES NUESTRA FORTALEZA” La cobardía procede de la debilidad del amor
7. - La acedia de fulano La acedia de ese fulano, que en la historia de Ruth renuncia a asumir sus deberes con Ruth y se los cede a Bo'oz, lo hace inhábil para entrar en el gozo de la piedad que auxilia. Pero también lo excluye de la ascendencia de David y de la línea del Mesías y de la salvación.
La acedia, en efecto, aún en sus formas atenuadas de tibieza, ingratitud o indiferencia, es ya una parálisis y debilidad del amor y denota por lo tanto una débil adhesión al Bien, un miedo al sacrificio por amor, que conduce de antemano a la derrota en la lucha entre el bien y el mal, a sacrificar el amor al otro, en este caso a Dios, por el amor propio.
La cobardía procede de la debilidad del amor O de la falta de amor, o de inconstancia en el amor al punto de que se la pueda considerar como un nombre del desamor y hasta de la traición. Una velada pero clara censura flota sobre la actitud de este fulano a quien los intereses materiales le hacen cerrar el corazón para los deberes religiosos que le imponen obligaciones de piedad familiar con los más necesitados. Haber preferido sus intereses, el temor, el miedo a perjudicar sus bienes, lo excluyen del linaje del Mesías. Le sucede algo parecido a Esaú con la venta de su progenitura. Y al joven rico del evangelio cuyas riquezas le impiden atarse a Jesús.
A veces la caridad resulta demasiado cara. Permanecer en la caridad enfrenta al amigo de Dios una y otra vez al examen del precio que está dispuesto a pagar por mantenerse en esa amistad. La dilección no es sólo una elección inicial. Es una elección que se renueva. Siempre hay que estar vendiéndolo todo por la perla preciosa, vendiéndolo todo para comprar el campo del tesoro escondido. La fortaleza que nace de la caridad es la que hace posible seguir sacrificando siempre, cada vez con mayor alegría a medida que crece la amistad y el amor, cada vez con mayor decisión y facilidad. Porque el ciento por uno es una promesa que también se está cumpliendo en cada elección, en cada sacrificio.
El ejemplo del fulano, del anti-Bo'oz, nos convence de que hay falta de fortaleza, hay cobardía en rehusar el sacrificio por el bien.
---------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
6.- Vigor y fortaleza: Booz el varón fuerte Hemos visto lo que encierran en hebreo las palabras jedwáh y jadad. Conviene detenernos ahora un momento en la palabra hebrea 'oz que se utiliza principalmente para designar la fortaleza. En hebreo la palabra 'oz designa el vigor, la fuerza física, el poder, la virtud.
Más que el concepto quizás nos describa su significado el personaje del libro de Ruth llamado Bo'oz, nombre que traducido literalmente significa "en él hay poder". Bo'oz se nos ofrece y se nos presenta como un ejemplo viviente del poder divino y salvífico que emana, o que pasa a través, de un hombre piadoso, recto, vigoroso, rico pero misericordioso, apto para salvar y decidido a hacerlo.
El libro de Ruth se complace en subrayar la debilidad y pobreza de los antepasados del Mesías. Elimélek (mi Dios es Rey), su esposa Noemí (mi dulzura) y sus hijos deben abandonar Belén (La casa del Pan) acosados por el hambre y la necesidad. Y deben emigrar fuera de la tierra santa, a los campos de Moab, con sus dos hijos Majlón y Kilión (Enfermedad y Debilidad). La muerte de su esposo primero y la de sus hijos después convierte la dulzura de Noemí en amargura.
De esta debilidad y desamparo se hará cargo Bo'oz, el go'el, el pariente auxiliador. Se convierte así, amparando a las viudas, y dando descendencia a los difuntos, en un vicario del auxilio divino para los desgraciados. Pero también, merced a su piedad y sin buscarlo, inmortaliza su nombre al querer perpetuar el de los difuntos. Dándoles descendencia como pedía la piedad, se convierte, él también, en antepasado del Mesías.
El narrador del libro de Ruth establece todavía un contraste entre Bo'oz y el pariente innominado, más cercano por sangre, pero que se desentiende de auxiliar por no perjudicar sus intereses. No se conserva su nombre en el relato, que se refiere a él como "fulano", "un tal", esquivando nombrarlo.
-------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
5. - El gozo de la amistad de predilección Después de ubicar la frase en su contexto y de explicar el sentido de la palabra jedwáh y la naturaleza religiosa de ese gozo, detengámonos ahora por un momento a meditar sobre lo que este texto puede enseñarnos. La jedwáh de la caridad es aquél gozo propio de la caridad total. Un gozo como ningún gozo, porque es ocasionado por un Bien como ningún otro bien: es el gozo de la amistad divina. Es el gozo de la amistad con Dios, que no se queda en un acto solamente espiritual sino que también. Me viene al pensamiento aquí el ejemplo del pequeño mártir cristero José Luis Sánchez del Río, de trece años, que le argumentaba a su mamacita: "nunca estuvo el cielo tan barato"[en la foto]
1) hace "exultar el corazón y la carne"
[Salmo 83,3: mi corazón y mi carne se regocijan con el Dios vivo: libbí ubesarí yerannenú 'el-'el jáy]
2) y se somatiza hasta en los huesos y en las entrañas [Salmo 51,10: exulten los huesos: tagélna 'atsamót]
Un gozo superior a todos los que producen los bienes de este mundo. Sólo el creyente que ama a Dios con todo el corazón y todas las fuerzas, - es decir no solamente con un acto puramente mental, sino con un acto del espíritu que redunda también en su alma, su carne y sus entrañas, es decir con todo su ser -, podrá permanecer adherido al Bien y triunfar y resistir en la lucha contra el mal.
Ya que sólo la caridad, es decir sólo el amor total a Dios, la ‘caridad perfecta’de San Juan [1 Juan 4,18] hace fuertes a sus hijos, los cristianos, porque los consuela, los conforta, los hace gozosos en la realización de la voluntad del Padre hasta la muerte [Mujer: ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia. Ed. Lumen, Buenos Aires, 1999].
Obviamente, esta caridad, gozosa por ser perfecta, y la fortaleza que redunda de ella, no son un programa sino una gracia.
Pero uno se dispone a recibir ese ciento por uno, dejando el uno. Lo que le impida correr por el camino de ese amor, para reencontrarlo salvo y transfigurado por el amor divino, con una plenitud centuplicada.
La caridad divina es un amor que se llama de predilección porque supone siempre, incesantemente, actos de elección, durante toda la vida. La elección supone que uno siempre está dejando cosas para quedarse con lo que considera más importante. La dilección supone una elección y por lo tanto un sacrificio, aunque gozoso. Se sacrifican y ofrecen cosas, pero alegremente: "laetus obtuli universa" [1 Crónicas 29,17: 'ani beyósher lebabí hitnaddábti khol-'élleh]
El que deja cosas a cambio de permanecer en la amistad con Dios y crecer en ella, puede decir como David en su Bendición y testamento: "te he ofrecido de corazón todas estas cosas y ahora veo con regocijo que tu pueblo que está aquí también te ofrece alegremente sus dones" [1 Crónicas 29,17].
A esta elección gozosa se refiere Jesús con las parábolas de la Perla preciosa [Mateo 13,45] y del Tesoro escondido [Mateo 13,44], por el que se vende todo lo que uno tiene. La caridad de predilección hace fuertes y gozosos en la renuncia, que se convierte, más que en un sacrificio, en un buen negocio.
Me viene al pensamiento aquí el ejemplo del pequeño mártir cristero José Luis Sánchez del Río, de trece años, que le argumentaba a su mamacita: "nunca estuvo el cielo tan barato".
------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
4. - El gozo específico de la amistad con Dios Examinemos ahora un poco más de cerca a qué clase de gozo pertenece esta jedwáh que recomienda Esdras al pueblo como fuente de fortaleza.
La palabra hebrea jedwáh, que las versiones castellanas de este pasaje vierten por gozo, procede de la raíz jadáh: gozarse religiosamente o por un motivo religioso. [Curiosamente, la palabra yijád (guerra santa)proviene en árabe de esta misma raíz] Bien podría traducirse como: " el consuelo del Señor es vuestra fortaleza" Jedwah y jadáh, pues, a diferencia de otros términos hebreos como simjá, saméaj o ranán, designan en la Biblia Hebrea un gozo de carácter religioso. Un gozo espiritual
pero que, desde el espíritu, contagia al alma y al cuerpo, al corazón, las entrañas y los huesos.
Es el gozo que nace de lo que san Juan llamará: "la caridad perfecta" [1 Juan 4,18]
Ese gozo, o la memoria de él, sostiene en el combate de la tribulación. El salmista reconforta a su alma entristecida recordándoselo: "¿Por qué estás triste alma mía y por qué me conturbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo" [Salmo 42,6: mah-tishtojají nafshí watehmí 'aláy, hojíli le'lohím ki-'ód 'odénu yeshu'ót panáw]
Es el gozo de hacer la voluntad del Padre lo que sostiene a Jesús en la agonía del Huerto de los Olivos, cuando su alma se entristece hasta la muerte. Y es también el gozo que sostiene a María a los pies de la Cruz, cuando la espada predicha por Simeón le atraviesa el alma. Su Hijo, desde la Cruz, le anuncia el gozo de una nueva maternidad, entregándole, para alegría de parturienta, a Juan, primogénito que inaugura su maternidad sobre todos los creyentes.
Un examen de los lugares donde aparecen jedwáh y jadáh en la Escritura muestra que se trata de: 1) un gozo que produce en los hombres de Dios la contemplación de sus obras 2) o del consuelo que experimentan en el culto del templo en la presencia del Señor; 3) o bien del gozo que produce estar en la presencia de Dios.
Veamos unos ejemplos:
1) Jetró, el suegro de Moisés, al reecontrarlo después del paso del Mar Rojo: "se alegró (=wayyijád) de todo el bien que Yahvé había hecho a Israel librándolo de la mano de los egipcios" [Éxodo 18,9]
2) En el libro primero de las Crónicas [1 Crónicas 16,27], David, en ocasión de establecer el culto del santuario en la traslación del Arca, entrega a Asaf y a sus hermanos un himno en el que, refiriéndose a la alegría propia del culto litúrgico en el templo, dice: "Gloria y majestad están ante Él, fortaleza y alegría ('oz wejedwáh ) en su Morada" [1 Crónicas 16,27]
¿Cómo podemos imaginarnos que se asocian la fortaleza y la alegría en el contexto del culto del templo? David, nos cuenta la Escritura, "bailaba con todas sus fuerzas delante del Señor" [2 Samuel 6,14: wedawid mekharkér bekhol-'oz lifné 'adonay]
El gozo del Señor lo hacía infatigable, aún físicamente, en la expresión de la gratitud y de la alabanza. Se comprende la gravedad de la incomprensión de Mikal de la naturaleza religiosa de aquella jedwáh.
3) Tercero y último ejemplo: Dios colma de alegría al rey Mesías del que David es siempre el arquetipo: "lo regocijas (tejaddéhu) de alegría (besimjáh) delante de tu rostro (e.d.: en tu presencia)" [Salmo 21,7: tejaddéhu besimjáh 'et-panékha. La alegría propia de los que aman a Dios por estar o vivir en su presencia, la canta también el salmista con otra palabra simjáh que se usa también para designar alegrías profanas: "saciedad de alegrías en tu presencia" = sábac semajót 'et panékha, Salmo 15,11]
Es por lo tanto el gozo de los que aman a Dios y contemplan sus obras o se encuentran en su presencia. No se excluye un contexto bélico y guerrero, de lucha y victoria. Puede concebirse que el gozo de los cantos de victoria que entonan las mujeres al recibir a los guerreros que regresan, pertenezca a este tipo de júbilo religioso por las obras de Dios en favor de su pueblo [Véase el canto de María en Éxodo 15, o el de Déborah en Jueces 5, o el baile de la hija de Jefté aludido en Jueces 11,34; o el canto de las mujeres que provoca los celos de Saúl por David en 1 Samuel 18,7].
------------------------------ Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
3. - La frase en su contexto Conviene ubicar, ahora, en su contexto la frase de Esdras que nos habla del gozo como fuente de fortaleza, para comprender mejor lo que implica.
Con esta frase, el gobernador Nehemías y el sacerdote Esdras, exhortan al pueblo de Dios en un momento crucial de su historia que se considera como el día del nacimiento del Judaísmo. Esdras lee la ley en la fiesta de las Tiendas delante de la puerta del Agua de la Jerusalén recién reconstruida. Sus habitantes han levantado las murallas hostigados por los vecinos y teniendo la herramienta en una mano y la espada en la otra. Han terminado su obra y es un día inaugural para la ciudad entera.
De pie sobre un estrado para que lo vea y escuche todo el pueblo, Esdras abre el libro
y después de bendecir al pueblo, lee en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que se comprenda la lectura. Todo el pueblo llora al oír las palabras de la Ley. Es un llanto de compunción, porque la lectura de los designios del amor divino hacen resaltar la gravedad de los pecados que arrastraron a su ruina y al destierro al pueblo elegido.
Es en esta ocasión y en esta situación espiritual del pueblo, - en la que Nehemías el gobernador, Esdras el sacerdote y los levitas que explican al pueblo lo que se está leyendo -, le dicen: ‘este día está consagrado a Yahvé vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis, porque el gozo del Señor (jedwat 'adonáy) es vuestra fortaleza” [ ki jedwat 'adonáy hi' macuzzekhém]
Las murallas de Jerusalén acababan de ser reconstruidas y Sión era de nuevo una plaza fuerte. Sin embargo, no es ésta la fortaleza en la que ponían la confianza, ni la que celebraban los refundadores de la ciudad santa. La historia del pueblo les había enseñado que las antiguas murallas de nada habían servido y que, más que por los arietes de los enemigos exteriores, habían sido derribadas desde dentro al debilitarse el amor a Dios. Habían abierto brecha en ellas el olvido de Dios y el desamor, la infidelidad a la Alianza y los pecados del pueblo.
Israel sabía que la fortaleza es en parte una virtud y en parte un don de Dios. Y que la seguridad es un don divino, que no depende sólo de la preparación militar y la capacidad defensiva: "Si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los que la construyen. Si el Señor no guarda la ciudad, el centinela se desvela en vano" [Salmo 126,1. Cuánto tiene que aprender esta sabiduría la ideología de la seguridad nacional es evidente.]
El Señor defiende al pueblo cuando es fiel y le somete los enemigos, pero cuando es infiel, cuando se aparta de su amor y se va tras los ídolos, ingrato, indiferente o tibio, lo abandona a sus propias fuerzas, que es decir: lo abandona a su debilidad, entregándolo en manos de los que lo odian, vendiéndolos por nada [Salmo 43,13:].
----------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
“EL GOZO DEL SEÑOR ES NUESTRA FORTALEZA” CARIDAD Y FORTALEZA - ACEDIA Y DEBILIDAD
2. - Un punto de partida convencional: “El gozo de la caridad es vuestra fortaleza”
Dos motivos para esta elección Los motivos de haber elegido la frase bíblica del subtítulo para punto de partida de mi exposición, son dos:
El primero es de orden puramente personal: tenía más a mano y más presente esta frase en el ánimo, ya que a ella y al gozo del Señor como fortaleza de los que lo aman, me he venido refiriendo a menudo, desde que me ocupé de él en el capítulo séptimo del primer libro sobre la civilización de la acedia: “En mi sed me dieron vinagre” [En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de teología pastoral. Ed. Lumen, Buenos Aires, 19992, páginas 167-172. Y en el ulterior: Mujer: ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia. Ed. Lumen, Buenos Aires, 1999]
El segundo motivo es resultado de aquellos estudios y consiste
en que esta frase pone, aunque implícitamente, una conexión entre la fortaleza y la caridad. En efecto, el gozo es fruto de la caridad. Y decir que el gozo del Señor nos hace fuertes, implica enseñar que la fortaleza cristiana es una consecuencia de la amistad con Dios.
En ocasión de mis observaciones y reflexiones sobre la acedia me llamó poderosamente la atención la frase de Esdras, pues en aquel entonces, no me resultaba a primera vista tan evidente cómo ni porqué el secreto de la fortaleza pudiera estar en la alegría. Más precisamente, en el gozo del amor a Dios.
Esta frase de Esdras enseñaba, para mi intriga, que el gozo es la fuente de la fuerza para el creyente. De donde deducía yo que, correlativa e inversamente, el vicio de acedia, que es la tristeza opuesta a dicho gozo, tenía que ser la causa de los pecados opuestos a la fortaleza: La temeridad, pero también sus contrarios, el miedo, la cobardía, la pusilanimidad, la impaciencia, la agresividad, la desesperación y la apostasía.
Dicho sea de paso: a esa tristeza, y a sus formas, por atenuadas menos reconocibles, que son la indiferencia, la tibieza o falta de fervor, hay que atribuir, en buena parte, una cierta debilidad cultural y política de muchos católicos, una debilidad para el martirio, en su sentido amplio de testimonio de amor, que se da tanto con la vida como con la muerte [A las que me he referido en otra ocasión: véase mi conferencia La debilidad política de los católicos publicada en Gladius 18 (2000, Diciembre) N° 19, págs. 49-81. Y más tarde en forma de librito junto con otra conferencia bajo el título “Como ovejas entre Lobos. 1) Reflexiones sobre la debilidad política de los católicos y 2) Fátima y la civilización de la acedia, publicados en Editorial Narnia, Mendoza 2006, 68 pags.]
Con todo, - como he dicho - quedaba en penumbras la razón por la cual el gozo es fuente de fortaleza.
----------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
1.3. - Continuando con los textos sobre la fortaleza Volvamos ahora a la enumeración de textos por los que pudiéramos haber empezado esta exposición, y que interrumpimos para presentar el arquetipo de la fortaleza de los guerreros de Dios.
No sólo los rudos contextos de la guerra santa nos ofrecen enseñanzas sobre la fuerza de Dios y del creyente. También en el perfumado contexto del Cantar de los Cantares nos encontramos revelaciones nada desdeñables sobre la fortaleza.
Y ella nos orienta mejor en la dirección del secreto de la fortaleza y a su fuente que es la alianza de amor y de amistad entre Dios y su pueblo: “Fuerte es el amor como la muerte, como el she'ol el celo, flechas incendiarias sus saetas; llamarada divina que no puede extinguirla el océano ni apagarla los ríos” [Cantar de los Cantares 8,6: ki 'azzáh khammáwet 'ahaváh, qasháh khisheol qine'áh]
Y si acudimos al Nuevo Testamento nos encontramos con aquellos textos de San Pablo que tanto nos sorprenden con sus paradojas entre fuerza y debilidad, dándonos a entender que la fortaleza cristiana es algo misteriosa y sustancialmente distinto de lo que en el mundo ajeno a la fe se entiende por tal:
"La debilidad de Dios, - en efecto - es más fuerte que la fuerza de los hombres" [1 Corintios 1,25b]
"Mi gracia te basta porque mi fuerza se consuma en la debilidad. Por lo tanto muy gustosamente seguiré gloriándome sobre todo de mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte" [2 Corintios 12,9-10]
"Hacéos fuertes en el Señor y en la fuerza de su poder" [Efesios 6,10:] "Si Dios está con nosotros quién contra nosotros” [Romanos 8,31] "Todo lo puedo en Aquél que me conforta" [ Filipenses 4,13. Ver también 1 Tim 1,12: "doy gracias a Aquél que me conforta"; 2 Tim 4, 17: "pero el Señor estuvo a mi lado y me confortó"; 1 Cor 16,13: "manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes, hacedlo todo en caridad"]
“En todo supervencemos por aquél que nos amó” [Romanos 8,37]
San Juan, por último, es el hagiógrafo de la victoria de Cristo y el cristiano. Nadie como él nos habla tanto ni tan explícitamente de la victoria en sus escritos:
Como testamento de su última cena, Jesús anuncia tribulaciones, pero invita a la confianza en su victoria, que adelanta la de los que lo aman: “No temáis, yo he vencido al mundo” [ Juan 16,33]
Y el apóstol Juan exhorta a su comunidad diciendo: "Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y habéis vencido al maligno" [1 Juan 2,1]
“Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe... ¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?” [1 Juan 5,4-5]
Por último, en las siete cartas a las Iglesias, se promete premio a los vencedores: "No temas lo que vas a sufrir... manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida... el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda" [ Apocalipsis 2,10-11]
"Al vencedor, al que guarde mis obras hasta el fin, le daré poder sobre las naciones" [Apocalipsis 2,26]
Cualquiera de estos textos se hubiera prestado para comenzar a exponer, a partir de él, la teología bíblica de la fortaleza y en particular, su relación con la caridad.
------------------------------ Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001