viernes, 27 de febrero de 2015

EL ECLIPSE DE DIOS PADRE [1 DE 2]
En la fe, la espiritualidad, la catequesis, la predicación

Conferencia en un retiro al Clero de Arecibo
(Puerto Rico enero 2015)

1) Ya desde los comienzos de la Iglesia, San Juan percibe la existencia, dentro de la comunidad, de quienes rechazan a Jesucristo y a Dios Padre, a quien el Hijo viene a revelar.
 “Muchos anticristos han aparecido”, “estaban entre nosotros” – afirma San Juan en su primera Carta 2, 22-23 – “Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco admite al Padre; quien reconoce al Hijo también admite al Padre”.

2) ¿Se manifiesta actualmente el mismo hecho? ¿Cómo? 
Voy a ocuparme de una de esas manifestaciones que me parece particularmente común y característica de la modernidad. 
Consiste, dicho brevemente, en la implicitación de la figura del Padre en la presentación del kerygma, en la catequesis, en la predicación y en la espiritualidad. Y eso explica el tema de este retiro. Vivir como hijos, vivir como el Hijo, hechos modelo de la grey.

Del Jesús sin Padre al Jesús contra el Padre
3) Se ha llamado jesuanismo a la presentación de un Jesús arriano, sin Padre y consiguientemente no Hijo. Un Jesús histórico, puramente humano y por lo tanto de ninguna manera Dios hijo, separado del Cristo de la fe, y por lo tanto sin la referencia al Padre que la fe católica le reconoce como a Dios Hijo, como horizonte último del anuncio evangélico. 
4) En el discurso teológico y pastoral que de allí dimana, el Padre queda relegado al silencio de los supuestos que solamente se explicitan a pedido.
5) De ese jesuanismo contemporáneo ha dicho el Padre dominico Le Guillou que: “Sitúa a Cristo no con el Padre, sino en lugar del Padre. De ese modo se ve diseñar vagamente una especie de cristicismo o de jesusismo (dejando en silencio generalmente el nombre del Padre) que trata de hacerse pasar por el verdadero cristianismo” [Ver:  M.-J. Le Guillou O.P. El Misterio del Padre. Fe de los Apóstoles. Gnosis Actuales. Ed. Encuentro, Madrid 1998, p. 196].
6) Como dice San Pablo: “¿cómo invocarán a aquél [en este caso al Padre] en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquél [el Padre] a quien no han oído? ¿Cómo oirán si no se les anuncia?” [Rom. 10, 14]. Lo que no se predica no se cree. Y si el Padre queda implícito, va cayendo fuera de la conciencia del predicador y de los creyentes.
7) Este hecho lo ha señalado el Cardenal Paul Josef Cordes en su obra: El Eclipse del Padre en estos términos: “Cuando se pregunta a grandes teólogos contemporáneos de ambas confesiones (protestantes y católicos) por el Padre de Jesucristo, se obtiene una perspectiva sorprendente: los investigadores piensan más frecuentemente y más expresamente en ‘Dios’ que en el ‘Padre eterno’; si se hace una estadística sobre las veces que en la relación Padre-Hijo utilizan en sus investigaciones la palabra ‘Padre’, ésta queda desconsoladoramente relegada” [ Mons. Paul Josef Cordes, El Eclipse del Padre, Ed. Palabra, Madrid 2003, 1967, cita en p. 167].
8) ¿A qué se debe esto? a que la infección modernista contagia el sentido común de una cultura y termina refluyendo sobre los creyentes y afectándolos, sin excluir a los predicadores. Sucede así que, glosando a San Pablo, podría decirse de la incapacidad del  predicador modernista para anunciar al Padre: ¿cómo predicarán si no creen? “¿Si no conocen al Padre ni a mí?” [Juan 16,3].
9) El jesuanismo, o cristicismo dogmático y pastoral, es frecuente en la propuesta de las sectas y comunidades protestantes. Pensemos en lo que se oye predicar en algunas carpas y audiciones radiales de predicadores protestantes, donde todo se queda en el anuncio de Cristo tu salvador personal, sin referencia al Padre ni a la entrada en comunión con Él, como punto de llegada de la salvación que se anuncia.
10) Pero el mismo mal se ha venido extendiendo y penetrando también en el sentido común de los católicos, sacerdotes y teólogos incluidos. Los remito a su experiencia propia como oyentes de la predicación habitual en nuestros templos. Y me pregunto si no es un signo y a la vez una causa de esa extensión del silencio acerca del Padre y del Hijo, la prevalencia del uso del Credo Apostólico sobre el Credo de Nicea en las celebraciones de la santa Misa dominical. La rebelión psicoanalítica contra el Padre.
11) El fenómeno que vengo describiendo, de la creciente desvinculación de Jesús del Padre, se acentúa hasta llegar a un paroxismo por efecto de la difusión del psicoanálisis freudiano.
“El psicoanálisis de Freud, como método y técnica, - ha escrito el Padre Ignacio Andereggen - es intrínsecamente solidario de su intento fundamental de hacer consciente del modo más pleno la rebelión del hombre contra Dios Padre, radicada en la estructura inconsciente de sus vicios y pasiones no restauradas por el influjo de la gracia. Para Freud, como para Nietzsche, consiste en su oposición consciente contra Dios y en la pretensión de ocupar su lugar” [Ignacio Andereggen: “Santo Tomás de Aquino, Psicólogo” Sapientia, 205 (1999) 59-68. El R.P. Andereggen refiere estas afirmaciones de S. Freud a esta cita: Sigmund Freud, Totem y Tabú, Buenos Aires 1993, 155-156]
12) Como nota el Card. Paul Josef Cordes: “Freud – que conocía la analogía entre el padre terrenal y el celestial -, para terminar con el Padre celestial, tenía que liberarse primero del terrenal” [Mons. Paul Josef Cordes, El Eclipse del Padre, p. 179]  y por eso – afirma – lo ataca, en el alma del analizado, mediante el psicoanálisis.

De la rebelión contra Dios-Padre a la sociedad sin padres
13) El P. Le Guillou, en su obra antes citada, señala el hecho de que la abolición de Dios Padre está en la base de lo que el Card. Paul Josef Cordes ha llamado el Eclipse del Padre en nuestra cultura; una desaparición progresiva de las figuras paternas y de la cultura de la paternidad; una destrucción del varón paterno.
14) La rebelión religiosa contra Dios Padre de la civilización modernista ha tenido consecuencias sociológicas y culturales. Ha ido exterminando al varón paterno, pero también al varón filial, al varón esponsal, al varón fraterno. Si la generación actual abandona a sus padres internándolos en un hogar de ancianos es porque la generación de sus padres ya había internado a Dios Padre relegándolo al cielo como a un hogar de ancianos; ya no convivían con Dios, sino que iban a verlo de vez en cuando en días y horas de visita, y a veces nunca.
15) Podemos preguntarnos si el eclipse de la paternidad no se insinúa, por lo menos, en el ámbito del Orden sagrado, del obispo y del sacerdote paternos, que receden lógicamente con el receso simultáneo de la filialidad de los Ordenados respecto del Padre y de los fieles respecto de sus Obispos y sacerdotes.
16) El psicoterapeuta y sociólogo italiano Claudio Risé, en su libro Il Padre l’assente inaccettabile, dedica un capítulo entero a describir cómo Occidente se aleja del Padre. Claude Risé establece un paralelo entre el proceso de secularización – iniciado en la Revolución Francesa, en la que eclosionan semillas sembradas por la Reforma Luterana –, y la decadencia y desaparición de la figura paterna y – con ella – de los derechos del padre de familia en Occidente [Claudio Risé, Il Padre, l’assente inaccettabile, (=El Padre, el ausente inaceptable), San Paolo, 2003, 7ª ed. Págs. 49-70] .

Así en la tierra como en el Cielo
17) Nada de extraño. Porque como ha demostrado Mircea Eliade en sus estudios de Historia de las Religiones, el hombre edifica su civilización y su cultura imitando a sus dioses: “Al reactualizar la historia sagrada, -dice - al imitar el comportamiento divino, el hombre se instala y se mantiene unido a los dioses, es decir, en lo real y significativo”.  [Mircea Eliade, Lo Sagrado y lo profano, Ed. Guadarrama, Madrid 1967, p. 196]
18) En oposición a esta actitud del hombre religioso, “El hombre moderno irreligioso – dice Mircea Eliade - asume una nueva situación existencial: se  considera a sí mismo como único sujeto y agente de la Historia y rechaza toda llamada a la trascendencia […] no acepta ningún modelo de humanidad fuera de la condición humana, tal como se la puede descubrir en las diversas situaciones históricas. El hombre se hace a sí mismo y no llega a hacerse completamente más que en la medida en que se desacraliza y desacraliza el mundo. Lo sacro es [para él] el obstáculo por excelencia que se opone a su libertad. No llegará a ser él mismo hasta el momento en que se desmitifique radicalmente. No será verdaderamente libre hasta no haber dado muerte al último Dios” [Mircea Eliade, O.c. p. 197]
19) El P. Le Guillou comprueba también que existe una cierta proporcionalidad entre el eclipse del Padre y del Hijo y la marea secularista que ha devastado las mentes y los corazones del pueblo católico tanto discente como docente.
20) La Rebelión contra Dios, que dentro del mundo y del pueblo católico, ha sido la rebelión contra Dios Padre, termina así con la disolución no solamente de la cultura paterna, motejada de paternalista, sino de toda la cultura. Y esto es así porque desata fuerzas de destrucción del corazón humano que aceleran y precipitan el desencadenamiento de las amenazas apocalípticas sobre la humanidad apartada de Dios.
21) En la ideología revolucionaria, es método usual esgrimir los abusos contra el buen uso. En este caso esgrime los abusos de la autoridad paterna para abolir la autoridad paterna misma y el desnaturalizar el vínculo paterno-filial, a cuya esencia pertenece la autoridad del padre.
22) Mircea Eliade asevera que, “En una perspectiva judeo-cristiana podría decirse que la no-religión equivale a una nueva caída del hombre […] Después de la primera caída, la religiosidad había caído al nivel de la conciencia desgarrada; después de la segunda caída, ha caído aún más abajo, a los subsuelos de lo inconsciente,  ha sido ‘olvidada’” [Mircea Eliade, O.c. p. 207 ]. Dios vino a buscar al hombre que había caído por el pecado original. Cuando el hombre caído se rehúsa a tomar la mano que se le extiende para levantarlo, cae aún más profunda e irremediablemente.

23) En efecto, el filósofo judío-alemán Martin Buber, señaló en una serie de conferencias que se publicaron en un solo volumen bajo el nombre Eclipse de Dios, que la Ilustración ha abolido la religación con Dios al reducir a Dios a una idea, desconociéndole cualquier protagonismo histórico o interacción con los hombres.  [M. Buber, Eclipse de Dios, Ediciones Galatea, Nueva Visión. Buenos Aires 1955. Traducido del inglés Eclipse of God, Harper and Brothers; First edition (1952)].
24) Lo que ha escrito Martin Buber acerca de Dios, podemos aplicarlo adecuadamente a Dios Padre: “El pensamiento de nuestro tiempo se caracteriza porque [...] por una parte busca preservar la ‘idea’ de lo divino como si ella fuera la auténtica preocupación de la religión [es decir de nuestra fe], y por otra, destruye la ‘realidad’ que sustenta la idea de Dios [es decir de Dios nuestro Padre], y en esa forma, destruye también ‘la realidad’ de nuestra relación con él [e.d. de nuestra filialidad]. Esto se lleva a cabo de muchas maneras, abierta y encubiertamente, apodíctica e hipotéticamente, en el lenguaje de la metafísica (Kant, Hegel) y en el de la psicología (Jung) [...] Muchos auténticos creyentes, aunque no sepan hablar ‘sobre’ Dios ni ‘acerca de’ Dios, saben bien cómo hablar con Dios y a Dios” [...] Otra es, en cambio la situación del hombre que ya no experimenta la presencia de los divino frente a él [...] puesto que se ha alejado de esa presencia existencialmente [e.d. por la fe] ya no la reconoce como algo frente a él” [M. Buber, O.c. p. 21, 28, 29].

25) Así han surgido las “teologías” deístas, racionalistas, que tratan de Dios como idea, sentimiento, arquetipo, proyección, etcétera, soslayando o aún negando el acceso a Dios por vía de su revelación histórica y han proliferado -- con el modernismo [San Pío X, Pascendi Dominici Gregis Munere] -- dando lugar a lo que bien merece el nombre de “teologías deicidas”, es decir, de ensayos literarios de tema cristiano que, ocupándose de Dios, lo matan pues le quitan su realidad fáctica y lo reducen a un producto de la mente humana, creación intelectual humana manipulable por el hombre (Feuerbach).

26) Pionero en esta línea fue el proyecto de desacralización del Evangelio incoado por David Friedrich Strauss en su Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet [Tübingen 1836].Este autor había separado de tal manera la idea de Jesús de la realidad de Jesucristo Hijo del Dios vivo, que sólo lo encontraba interesante como idea:
 – “Ésta es -- escribió --  la clave de toda cristología: que como sujeto de los predicados que la Iglesia atribuye a Cristo, se coloque una idea en lugar de un individuo” [O.c. p. 734] – “¿Qué puede tener todavía de especial un individuo? Nuestro tiempo [ es decir: el tiempo del idealismo alemán] quiere una Cristología que lo lleve desde el hecho a la idea, desde el individuo a la especie. Una dogmática que se quede en Cristo como individuo, no es una dogmática sino una prédica” [O.c., L.c.] 
¿Cómo podrían ser  inspiradoras de nuestra caridad las ideas solas ideas acerca de Dios, inclusive las solas ideas acerca de Dios Padre y de Dios hijo,?

Immanuel Kant: "el hombre no necesita de Dios para ser bueno"
27) Recordemos lo que dice Kant acerca de lo que es el hombre moralmente bueno: “La moral, - dice - en cuanto que está fundada sobre el concepto del hombre como un ser ‘libre’ que por el hecho mismo de ser ‘libre’ se liga él mismo por su Razón a leyes incondicionadas, no necesita ni de la idea de otro ser por encima del hombre para conocer el deber propio, ni de otro motivo impulsor que la ley misma para observarlo […] Así pues, la moral, por causa de ella misma (tanto objetivamente por lo que toca al querer, como subjetivamente por lo que toca al poder) no necesita en modo alguno de la Religión [entiéndase la revelación cristiana] sino que se basta a sí misma en virtud de la Razón pura Práctica” [Immanuel Kant, La Religión dentro de los límites de la razón, Comienzo del Prólogo a la 1ª Edición 1793. Cito según la versión de Felipe Martínez Marzoa, Alianza Editorial, Madrid 1969, p. 19]
28) Como puede verse, Kant excluye de su idea de bondad moral lo que puede ser la vinculación del hombre con Dios y por ende con los demás. Kant concibe al hombre libre como un hombre desvinculado y que – como buen hijo de Eva – se da a sí mismo la ley de lo que es bueno: lo que él quiere es lo bueno.
29) Ésta es una perfecta expresión del nuevo intento de ser como dioses que termina, lo demuestra la historia posterior a Kant  y las ideas políticas que derivan de él, en ser como demonios. El hombre no religioso, es un hombre no religado, un hombre desvinculado. Para el anticristianismo, el hombre necesita prescindir de la voluntad del Padre para ser un buen hombre. Según la visión de la fe cristiana, por el contrario, el hombre necesita de Dios Padre para ser buen hombre, porque ser buen hombre es vivir como Hijo, vivir como el Hijo.

Dejarse revincular al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo
30) Al volverse los hombres contra el Cielo, se vuelven unos contra otros en la tierra. Cuando se reniega del Padre de todos que hace de los hombres hijos y hermanos entre sí, se reinstala en el mundo la dialéctica hegeliana del amo o el esclavo. Y esa dialéctica desgarra a la humanidad desatando la oposición hasta oponer padres e hijos, es decir una generación contra la otra.
31) A esta luz, la profecía de Malaquías, últimas palabras del Antiguo Testamento, adquiere tintes apocalípticos: “He aquí que yo os envío al profeta Elías antes de que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema” [Malaquías 3, 23-24; Mateo 17, 10-13; Lc 1, 17],
32) En nuestro mundo, los hombres irreligiosos y antirreligiosos tuvieron antepasados religiosos. Hay, junto con la rebelión contra el Dios Padre, una rebelión contra los propios padres. El corazón de los hijos se ha vuelto contra los padres y el corazón de los padres se ha vuelto contra los hijos. Se han instalado, legalmente, el aborto y la eutanasia. El abandono de los niños en el hogar, la guardería o la calle. Y el abandono de los padres en el hogar de ancianos.
33) Si tras la venida de Cristo, que reconcilió todas las cosas con la sangre de su Cruz, - también a los padres con los hijos y los hijos con los padres, como sucedió en el mundo de la cultura católica -, si tras la venida de Cristo, - digo -, el hombre vuelve a rechazar a Cristo y al Padre, como hace la modernidad, los hombres vuelven a enemistarse con Dios Padre y entre sí. Lo estamos viendo.

34) Pero así ya no hay posibilidad de una nueva reconciliación. Entonces, la única perspectiva que queda, es la de una tierra herida por el anatema. Un anatema que los hombres pudieron haber evitado pero rehusaron libremente evitar. Un anatema que libremente eligieron, mal usando su libertad para rechazar el Bien. Ese Bien es una Persona, el Padre, que nos envió al Hijo y ambos su Espíritu Santo. La fe nos introduce en una relación vital con ellos, fuera de la cual no hay Bien para el ser humano, ni puede alcanzar éste el Bien adecuado a su esencia.