San Agustin
De Doctrina Christiana, Libro I, Cap. 1, n. 1
La Exposición de la divina Escritura se funda en la invención y en la enunciación, la cual afrontamos con el auxilio divino.
1. Dos son los fundamentos en que se basa toda la explicación de las divinas Escrituras: en el modo de encontrar las cosas que deben ser entendidas, y en el modo de explicar las cosas que se han entendido.
Primero disertaremos sobre el modo de encontrar, después sobre el modo de exponer. Empresa grande y ardua; y si es difícil sustentarla, temo no sea temerario emprenderla. En verdad, así sería si presumiéramos de nuestras propias fuerzas. Pero la esperanza de llevar a cabo esta obra se funda en Aquél por el cual conservamos en el pensamiento muchas cosas comunicadas sobre este asunto, y, por lo tanto no se ha de temer que deje de darnos las demás, cuando empezamos a emplear las que nos dio.
Todo aquello que no disminuye cuando se da, mientras se tiene y no se da, no se tiene como debe ser tenido. El Señor dijo: al que tiene se le dará. Dará, pues, a los que tienen, es decir, llenará y acrecentará lo que dio a los que usaron con generosa liberalidad de aquello que recibieron.
Cinco y siete eran los panes antes de empezar a ser distribuidos entre los hambrientos, mas una vez que comenzaron a distribuirse se llenaron los cestos y cuévanos después de saciar a tantos miles de hombres. Luego así como aquel pan se acrecentó cuando se dividía, de igual modo cuando comiencen a ser distribuidas las cosas que me suministró el Señor para emprender esta obra, se multiplicarán sugiriéndolas Él, a fin de que en este oficio nuestro no sólo no sintamos escasez alguna sino que nos regocijemos de una abundancia admirable.