Explicación de Fr. Divo Barsotti [2ª parte]
Los Salmos significan una vida humana total, transfigurada por la gracia, y hecha la expresión misma del itinerario del hombre a Dios
En el número de 150 Salmos y en la división en cinco libros se puede reconocer la intención de establecer una correspondencia entre el Pentateuco (La Ley, o Toráh) “Palabra de Dios a Israel” y el libro de los Salmos, “Palabra del hombre a Dios”.
A los cinco libros de la Ley (que son los que los judíos consideran propia y verdaderamente Palabra de Dios, siendo los libros proféticos y sapienciales de un orden inferior de inspiración) corresponden los cinco libros del Salterio. El Mesías viene a poner en acto la Ley, tal es la importancia de ésta, y a ella responden los Salmos.
5.3. La respuesta de Israel a Dios se expresa, pues, en los Salmos. Ellos exaltan con mucha frecuencia la Ley divina; invitan a la meditación asidua y amorosa de esa Ley; recuerdan las gestas del Éxodo y meditándolas, alaban y dan gracias a Dios por ellas.
Pero la respuesta de oración del creyente contenida en los Salmos no se refiere sola y exclusivamente a las gestas de salvación narradas en el Pentateuco y al don de la Ley. Son también respuesta de fe y de alabanza que llega hasta la monarquía, Sion, Jerusalén, David y la Alianza mesiánica, la descendencia prometida a David y el Reino mesiánico universal. Los Salmos son también a veces lamentación del deportado. Se extienden por lo tanto a más hechos de la historia de Israel que los contenidos de la Toráh y sus cinco libros.
5.4. ¿Hay alguna progresión en la enseñanza del Salterio?
Es posible reconocer a lo largo del Salterio una cierta progresión hacia la luz, aunque incluso entre los últimos Salmos no falte la nota de dolor y de oscuridad. Pero el Salterio parece ir pasando como por una esfumadura progresiva, desde la experiencia del dolor, del pecado y de la muerte, de la lucha contra el mal, hacia la paz y la alabanza divina.
En el centro del Salterio, por decirlo así, se encuentran los Salmos de la realeza de Dios, a continuación vienen los Salmos de la peregrinación; y finalmente, los últimos Salmos no son más que una alabanza.
De la experiencia del pecado, del alejamiento de Dios, del sentimiento vivo de una persecución suscitada por los enemigos, el hombre avanza hacia la patria que es la presencia de Dios. Es el itinerario de la humanidad, el itinerario del hombre, reflejado en el Salterio.
Los Salmos son como un resumen de la vida espiritual. No solamente la de la humanidad, de la cual reproducen la historia, sino de la de cada hombre, que, de la experiencia de la soledad humana y de la muerte, avanza hacia la salvación, hacia el encuentro con Dios, y la alabanza pura y sin término.
Analizar los Salmos en este sentido, es darse cuenta de que ellos significan una vida humana total, transfigurada por la gracia, y hecha la expresión misma del itinerario del hombre a Dios.
viernes, 25 de octubre de 2013
viernes, 18 de octubre de 2013
UNIDAD TEMÁTICA DEL SALTERIO [7 de 12]
Explicación de Fr. Divo Barsotti [1ª parte]
5. Expongo resumidamente en esta entrada y en las cinco que seguirán, la explicación de Divo Barsotti acerca de la unidad del Salterio.
5.1. Lo primero que se impone, para quien quiere abordar el Libro de los Salmos, es caer en la cuenta de que el señor ha querido que este libro se nos presente en una cierta unidad. Unidad que es la suya y que se nos escapa a menudo, pero que nos da la mejor clave de interpretación para la comprensión religiosa del entero Salterio.
Se trata de un libro único. Desmembrarlo y reordenar sus miembros a partir de un orden arbitrario – orden que, aún si es racional, no es ciertamente el orden querido por Dios, que nos ha dado el libro tal cual está – parece que es comprometer la inteligencia del libro inspirado. Separar cada poema de la unidad del libro, es comprometer la significación de estos poemas en su conjunto; es comprometer la unidad de la enseñanza que proviene precisamente del conjunto de la unidad del libro. Es descolocarnos para comprender a fondo lo que cada poema quiere decir, lo que nos enseña, y cómo debemos apropiárnoslo en la oración. El sentido de las partes viene del todo.
Es innegablemente legítimo, reconocer, cuando ello es posible, a qué tradición bíblica pertenece una parte u otra. Pero no es legítimo fragmentar un libro inspirado. Porque si el Espíritu Santo ha inspirado cada parte del libro, ha inspirado también su conjunto. Y haciendo reunir en la unidad del libro, llegado el momento, diversos autores humanos, diversas tradiciones, lo ha fundido todo en una unidad de orden superior.
Cada texto es inspirado: ciertamente, y ciertamente todas las partes y todos los poemas del libro son inspirados; y la inspiración sagrada une también los diversos poemas de un libro. Y en la relación de cada parte con el todo, esta inspiración le da a cada parte un valor y un sentido más profundo y elevado.
Es pues necesario que consideremos los Salmos en su conjunto.
5. Expongo resumidamente en esta entrada y en las cinco que seguirán, la explicación de Divo Barsotti acerca de la unidad del Salterio.
5.1. Lo primero que se impone, para quien quiere abordar el Libro de los Salmos, es caer en la cuenta de que el señor ha querido que este libro se nos presente en una cierta unidad. Unidad que es la suya y que se nos escapa a menudo, pero que nos da la mejor clave de interpretación para la comprensión religiosa del entero Salterio.
Se trata de un libro único. Desmembrarlo y reordenar sus miembros a partir de un orden arbitrario – orden que, aún si es racional, no es ciertamente el orden querido por Dios, que nos ha dado el libro tal cual está – parece que es comprometer la inteligencia del libro inspirado. Separar cada poema de la unidad del libro, es comprometer la significación de estos poemas en su conjunto; es comprometer la unidad de la enseñanza que proviene precisamente del conjunto de la unidad del libro. Es descolocarnos para comprender a fondo lo que cada poema quiere decir, lo que nos enseña, y cómo debemos apropiárnoslo en la oración. El sentido de las partes viene del todo.
Es innegablemente legítimo, reconocer, cuando ello es posible, a qué tradición bíblica pertenece una parte u otra. Pero no es legítimo fragmentar un libro inspirado. Porque si el Espíritu Santo ha inspirado cada parte del libro, ha inspirado también su conjunto. Y haciendo reunir en la unidad del libro, llegado el momento, diversos autores humanos, diversas tradiciones, lo ha fundido todo en una unidad de orden superior.
Cada texto es inspirado: ciertamente, y ciertamente todas las partes y todos los poemas del libro son inspirados; y la inspiración sagrada une también los diversos poemas de un libro. Y en la relación de cada parte con el todo, esta inspiración le da a cada parte un valor y un sentido más profundo y elevado.
Es pues necesario que consideremos los Salmos en su conjunto.
5.2. ¿Qué nos dicen los salmos así considerados?
Esta es precisamente una de las mayores dificultades para entrar en el libro de los Salmos: a primera vista se diría que se trata de una antología. Pero el libro de los Salmos en realidad es UN poema. Es el poema lírico de todo un pueblo, de toda la humanidad, el poema de Dios (…)
Hay que reconocerle al Salterio un profundo carácter de unidad.
Ya el mismo hecho de que sean 150 quiere decir algo: el número supone una intención. Asimismo la división del Salterio en cinco libros, quiere decir algo, según la mente hebrea, para Israel: recuerda posiblemente los cinco libros de la Toráh (Ley o Pentateuco).
El Salterio comienza con un Salmo que, según toda evidencia, quiere ser una introducción o prólogo y termina por otro Salmo, el 150, que es una gran doxología y a todas luces quiere ser el punto final. El Salmo primero se refiere a todos los Salmos que vienen después, y el 150 tiene valor de fin y cumplimiento.
La Unidad del Salterio no suprime la diversidad de los poemas, ni se resiente por ella, así como tampoco por la diversidad de los géneros literarios a los que los Salmos pertenecen.
Dios, autor del libro, ha podido quitar a cada poema particular su carácter ocasional, para ordenarlo al servicio de una unidad más vasta y compleja; y ha podido hacer de todo el Salterio un libro que fuera, como lo es, la expresión de la vida y de la oración de la humanidad de todos los tiempos. Ciertamente existió una intención secreta de Dios, que unió estos poemas e hizo de ellos un solo libro.
Esta es precisamente una de las mayores dificultades para entrar en el libro de los Salmos: a primera vista se diría que se trata de una antología. Pero el libro de los Salmos en realidad es UN poema. Es el poema lírico de todo un pueblo, de toda la humanidad, el poema de Dios (…)
Hay que reconocerle al Salterio un profundo carácter de unidad.
Ya el mismo hecho de que sean 150 quiere decir algo: el número supone una intención. Asimismo la división del Salterio en cinco libros, quiere decir algo, según la mente hebrea, para Israel: recuerda posiblemente los cinco libros de la Toráh (Ley o Pentateuco).
El Salterio comienza con un Salmo que, según toda evidencia, quiere ser una introducción o prólogo y termina por otro Salmo, el 150, que es una gran doxología y a todas luces quiere ser el punto final. El Salmo primero se refiere a todos los Salmos que vienen después, y el 150 tiene valor de fin y cumplimiento.
La Unidad del Salterio no suprime la diversidad de los poemas, ni se resiente por ella, así como tampoco por la diversidad de los géneros literarios a los que los Salmos pertenecen.
Dios, autor del libro, ha podido quitar a cada poema particular su carácter ocasional, para ordenarlo al servicio de una unidad más vasta y compleja; y ha podido hacer de todo el Salterio un libro que fuera, como lo es, la expresión de la vida y de la oración de la humanidad de todos los tiempos. Ciertamente existió una intención secreta de Dios, que unió estos poemas e hizo de ellos un solo libro.
viernes, 11 de octubre de 2013
UNIDAD TEMÁTICA DEL SALTERIO [6 de 12]
El Salterio según el Catecismo de la
Iglesia Católica: Son oración apta para todo hombre, son oración humana y universal.
Según enseña la Iglesia Católica, los
Salmos:
* no son solamente “la obra maestra de la
oración en el Antiguo Testamento” (CIC 2585),
* no solamente son: “usados por Cristo en
su oración” y encuentran “en Él su cumplimiento” y “continúan siendo esenciales
en la oración de la Iglesia” (CIC 2586)
* sino que “el Salterio es el libro en el
que la Palabra de Dios se convierte en oración del hombre”.
Porque “un Salmo
puede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una sobriedad tal, que
verdaderamente pueden orar con él los hombres de toda condición y de todo
tiempo” (CIC 2588).
Por
eso, dice la Iglesia: “abarcan todas las dimensiones de la historia” (CIC 2596)
y “se adaptan a los hombres de toda condición y todo tiempo” (CIC 2597). Esto
es lo que ya expresaba, antes del Catecismo, el monje italiano Divo Barsotti a cuyas enseñanzas dedicaremos las entradas de los viernes siguientes.
La Iglesia no sólo aprecia los Salmos porque “rezándolos en referencia a Cristo
y viendo su cumplimiento en Él, son elemento esencial y permanente de la
oración de la Iglesia” sino también porque la Iglesia encuentra que “se adaptan
a los hombres de toda condición y todo tiempo” (CIC 2597).
Para Barsotti,
puesto que los Salmos son la oración de Cristo, Hijo de David, pero también
Hijo del Hombre, verdadero Hombre, son la oración apta para todo hombre, son la
oración humana y universal.
A partir de nuestra próxima entrega
expondremos las enseñanzas de Fray Divo Barsotti sobre la unidad
temática del Salterio.
viernes, 4 de octubre de 2013
UNIDAD TEMÁTICA DEL SALTERIO [5 de 12]
Visión de un autor judío [4ª y última parte]
David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de la oración judía y cristiana. La fe católica no niega lo anterior sino que la oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de la oración de los salmos.
División del Salterio
3.12. Los cinco libros del Salterio están divididos de la manera siguiente:
Libro primero: Salmos 1 al 41 (41 Salmos)
Libro segundo: Salmos 42 a 72 (31 Salmos)
Libro tercero: Salmos 73 a 89 (17 Salmos)
Libro cuarto: Salmos 90 a 106 (17 Salmos)
Libro quinto 107 a 150 (44 Salmos)
La mitad del Salterio se encuentra situada en el Salmo 78 entre los versículos 35 y 36. La línea media pasa por el lugar donde el salmista reprocha al pueblo el haberle mentido a Dios y recuerda que él era su Roca y su Redentor.
3.13. Cada uno de los cinco libros del Salterio puede subdividirse en cinco partes que comprenden un número desigual de Salmos. Cada parte es un todo que repite el movimiento ascendente del conjunto.
Los dos primeros Salmos deben ser considerados como una sola obra. Ellos le sirven de prólogo al Salterio y constituyen, con los siete Salmos siguientes, el primer movimiento del primer libro.
David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de la oración judía y cristiana. La fe católica no niega lo anterior sino que la oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de la oración de los salmos.
División del Salterio
3.12. Los cinco libros del Salterio están divididos de la manera siguiente:
Libro primero: Salmos 1 al 41 (41 Salmos)
Libro segundo: Salmos 42 a 72 (31 Salmos)
Libro tercero: Salmos 73 a 89 (17 Salmos)
Libro cuarto: Salmos 90 a 106 (17 Salmos)
Libro quinto 107 a 150 (44 Salmos)
La mitad del Salterio se encuentra situada en el Salmo 78 entre los versículos 35 y 36. La línea media pasa por el lugar donde el salmista reprocha al pueblo el haberle mentido a Dios y recuerda que él era su Roca y su Redentor.
3.13. Cada uno de los cinco libros del Salterio puede subdividirse en cinco partes que comprenden un número desigual de Salmos. Cada parte es un todo que repite el movimiento ascendente del conjunto.
Los dos primeros Salmos deben ser considerados como una sola obra. Ellos le sirven de prólogo al Salterio y constituyen, con los siete Salmos siguientes, el primer movimiento del primer libro.
El primer Salmo está consagrado a la vía verdadera. Muestra los dos caminos que se abren delante de los hombres: el bueno y el malo, el que toma el justo y aquél en que se mete el malvado. Hay que elegir, pero se elige libremente. Feliz el hombre que elige el camino difícil de la Ley de Dios, para meditarla día y noche. A pesar de las apariencias él quedará victorioso, mientras que el camino del malvado conduce a la ruina (1,6). Estos dos caminos se cruzan continuamente. A cada instante de la vida, el justo puede sucumbir o extraviarse, y con más razón, abandonar deliberadamente y a propósito, la verdadera vía. Pero de la misma manera, el malvado puede arrepentirse siempre y unirse a Israel en la fe, en su esperanza, en sus tormentos y en su gloria. El segundo Salmo termina donde ha comenzado el primero, proclamando la felicidad del que se refugia en Dios. Pero ya no se trata de los individuos, sino delos pueblos que se oponen a la venida del Mesías.
Las naciones salvadas complotan contra Dios y contra aquél cuya venida está anunciada para el final de los tiempos. Pero son impotentes para llevar a cabo su proyecto deicida. El rey de la gloria ha sido consagrado en Sion, la montaña santa, y las naciones son llamadas a adorar al señor en el temor y a alegrarse en el temblor (2,11). Las que se resistan morirán como mueren los malvados. A Israel y a las que se refugien en Él se les promete la vida eterna.
Los dos primeros Salmos, ponen así el problema que será constantemente retomado por el salmista: la verdadera vía para los hombres y para los pueblos, pasa, necesariamente, a través de Dios”.
4. Hasta aquí el comentario judío y la visión de este autor sobre la unidad del Salterio, inspirada en el Testamento de David.
Un católico puede suscribir este análisis, cambiando el alcance y el sentido de algunas afirmaciones.
Quizás pudiera ver una alusión a las últimas palabras de Cristo en la frase “palabras del hombre puesto en alto”, es decir: en la Cruz. El Justo que gobierna a los hombres, será Jesucristo, y en su dimensión colectiva, el Cuerpo Místico, el pueblo mesiánico que es la Iglesia Santa. La Humanidad filial. Esa Iglesia es la Casa que está delante de Dios. Y la alianza, que en el texto bíblico parece claramente ser la davídica y no la de Abraham, se realiza en la de Cristo, en quien, en efecto, consideramos que ha germinado toda la salud y los deseos del Rey David.
“En los Salmos – dice el Catecismo de la Iglesia Católica N° 2579 – David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de la oración judía y cristiana. La oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de esta oración”.
Las naciones salvadas complotan contra Dios y contra aquél cuya venida está anunciada para el final de los tiempos. Pero son impotentes para llevar a cabo su proyecto deicida. El rey de la gloria ha sido consagrado en Sion, la montaña santa, y las naciones son llamadas a adorar al señor en el temor y a alegrarse en el temblor (2,11). Las que se resistan morirán como mueren los malvados. A Israel y a las que se refugien en Él se les promete la vida eterna.
Los dos primeros Salmos, ponen así el problema que será constantemente retomado por el salmista: la verdadera vía para los hombres y para los pueblos, pasa, necesariamente, a través de Dios”.
4. Hasta aquí el comentario judío y la visión de este autor sobre la unidad del Salterio, inspirada en el Testamento de David.
Un católico puede suscribir este análisis, cambiando el alcance y el sentido de algunas afirmaciones.
Quizás pudiera ver una alusión a las últimas palabras de Cristo en la frase “palabras del hombre puesto en alto”, es decir: en la Cruz. El Justo que gobierna a los hombres, será Jesucristo, y en su dimensión colectiva, el Cuerpo Místico, el pueblo mesiánico que es la Iglesia Santa. La Humanidad filial. Esa Iglesia es la Casa que está delante de Dios. Y la alianza, que en el texto bíblico parece claramente ser la davídica y no la de Abraham, se realiza en la de Cristo, en quien, en efecto, consideramos que ha germinado toda la salud y los deseos del Rey David.
“En los Salmos – dice el Catecismo de la Iglesia Católica N° 2579 – David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de la oración judía y cristiana. La oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de esta oración”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)