
En
esta entrada comento la parábola del trigo y la cizaña y a propósito de ella,
explico, en forma de Homilía, la relación que existe entre "las
semillas" de las que habla Jesús en la Parábola, y la acción del
"semen o esperma divino" que es la Palabra de Dios hecha carne que
obra la divina regeneración de los hombres, engendrando hijos de Dios.
En
la parábola del trigo y la cizaña se sugiere veladamente el
misterio de la regeneración, de la generación divina por obra del Espíritu
Santo que nos hace hijos de Dios. A sus discípulos Jesús se lo explica abiertamente:
“El
que siembra (ho speirôn)
la
buena semilla (to kalón sperma)
es
el Hijo del Hombre, (ho huiós tou anthropou)
el
campo sembrado es el mundo (kosmos);
la
buena semilla (to de kalón sperma)
son
los hijos (hoy huiói)
del
Reino (tês basiléias)”
LA
PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA
Mateo
13, 36-43
"Lo
mismo que se recoge la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo"
En aquel tiempo, Jesús despidió a la gente y se
fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron:
«Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo».
Jesús les contestó: «El sembrador de la buena
semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos
del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la siembra es el
diablo; el tiempo de la cosecha es el la impleción del siglo, y los segadores
son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en
el fuego, así será al fin del siglo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles
para que recojan (sunléxousin) de su Reino a todos los que inducen a otros al
pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno del fuego; allí será
el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol
en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
HOMILÍA
Voy
a leer el Evangelio en una traducción más literal del texto griego, menos
literaria que la del leccionario, que acabamos de leer, pero que refleja más
exactamente las palabras de Mateo y por lo tanto las que Dios le inspiró
escribir para trasmitirnos los dichos de Jesucristo. De esta manera podemos contemplar
mejor con nuestro espíritu la enseñanza de Jesús.
“Entonces
Jesús apartándose de la gente vino a la casa. (La casa es la de Pedro en
Cafarnaúm y dado que allí es donde comienza a congregarse la Iglesia, la
simboliza. Por lo tanto, Jesús se recoge con sus discípulos)
Y
acercándose a él sus discípulos, le decían:
Explícanos a nosotros la parábola
de la cizaña del campo sembrado.
Él
respondiendo, dijo:
El
que siembra (ho speirôn) la buena semilla (to kalón sperma) es el Hijo
del Hombre, (ho huiós tou anthropou) el campo sembrado es el mundo (kosmos); la
buena semilla (to de kalón sperma)
son los hijos (hoy huiói) del Reino (tês basiléias); la cizaña son los hijos
del malo (tou ponerou); y el enemigo que la siembra (ho speiras) es el diablo
(ho diábolos); la siega es la
consumación del mundo (suntéleia aiônos); y los segadores son los ángeles.
Así,
pues, como se recoge la cizaña y se echa al fuego para que arda, así será en la
consumación del mundo (suntéleia tou aiônos).
Enviará
(apostéllei) el Hijo del Hombre a sus Ángeles, los cuales recogerán de su Reino
todos los escándalos (skandala, motivos de tropiezo) y todos los que obran la
iniquidad (tous poiountas tên anomían) y los arrojarán al horno del fuego (heis
ten kaminon tou pirós). Allí será el llanto (ho klauthmós) y el rechinar de
dientes (kai ho brygmós tôn odóntôn). Amén-
En
las parábolas Jesús habla con los métodos empleados por los rabinos de su
tiempo. Sus discípulos lo reconocían como rabino, y lo llamaban así: RabbÍ, que
quiere decir “Grande mío” “Maestro mío”. Como los rabinos de su época Jesús
enseñaba su doctrina acerca de los misterios de Dios con comparaciones, tomadas
fundamentalmente de las Sagradas Escrituras.
Para
hablarnos de sí mismo como Palabra de Dios hecho hombre, Jesús utiliza las
parábolas de la semilla y en ellas, la semilla significa la palabra de Dios,
pero también expresa el poder dador de vida, engendrador, que tiene una palabra
que es capaz de hacer de nosotros hijos de Dios por la divina regeneración. Por
eso, en la parábola del sembrador, Jesús nos habla del sembrador sembrado, del
sembrador que es a la vez la semilla que él siembra porque es la Palabra de
Dios hecho hombre que habla para sembrarse en los corazones de los oyentes.