Abraham y el Dios del Padre:
Cuenta si puedes las estrellas, así será tu descendencia.
"Serios trabajos arqueológicos e históricos han señalado los siguientes rasgos propios y distintivos de la religión bíblica:
1º) Considerar al Dios del Padre como un Dios-pariente, el primero y máximo Goel (Auxiliador) de todo el pueblo
2º) Ver una Epifanía de Dios en las relaciones de parentesco y en los términos de Alianza de parentesco.
3º) Considerar que el Dios-Goel asegura con sus Promesas y con su Auxilio, tanto la descendencia como el alimento para los hijos.
3.- El Dios del Padre, un Dios Pariente
"Una característica esencial de la religión patriarcal es el culto al "dios del padre", el cual es invocado y mencionado o se manifiesta como "el dios de mi/tu/su padre"
[Véase: Gen 31,5.29 [corregido según el griego] 43,23; 46,3; 50,17; Ex 3,6; 15,2; 18,4.].
"El "dios del padre" es, primitivamente, el dios del antepasado inmediato, al que reconoce el hijo por dios suyo. Pero como ese culto se trasmite de padres a hijos, ese dios se convierte en el dios de la familia, y el "padre" puede ser un antepasado más alejado: aquél del que desciende todo el clan. Jacob invoca "al dios de mi padre Abraham y al dios de mi padre Isaac" (Gn 32,10; cf. 28,13).
Labán propone a Jacob poner el tratado que van a firmar bajo la protección del dios de Abraham, el abuelo de Jacob y del dios de Najor, el padre de Labán; pero Jacob jura por el pariente de Isaac, su padre (Gn 31,53).
“El pariente de Isaac o el terror de Isaac,”
Aquí De Vaux sigue a W.F. Albright, optando por la traducción de pariente para el término pájad Yitsjaq. Dice Albright: "La traducción frecuente del nombre arcaico pájad por "terror" ha levantado muchas objeciones, la traducción más probable sería "pariente, emparentado", como en palmireno posterior...en palmireno, pajdâ significa "familia, clan, tribu" formada por la parentela próxima de un hombre"
[ALBRIGHT W.F., De La Edad de Piedra al Cristianismo. El marco histórico y cultural de la Biblia, Ed. Sal Terrae, Santander 1959, 320 pp. (Título Original: From the Stone Age to Christianity, Baltimore 19462). Citamos de la Trad. esp.: p. 197 y nota 71)].
“Esta religión del padre es la forma más antigua que podemos alcanzar, la que los antepasados de Israel trajeron a Canaán. Podemos intentar definir algunos rasgos:
1º) El dios del padre no está vinculado a un santuario, va ligado a un grupo de hombres.
2º) Se reveló al antepasado y fue reconocido por él.
3º) Y el más importante a nuestros fines: Este vínculo, que se extiende al grupo que procede de ese antepasado, se concibe como un parentesco" [De Vaux O.c. T.I, p.271-272].
De Vaux, siguiendo a Albright y Noth, ve un indicio de esto en la onomástica hebrea: "Ya hemos dicho que éste era probablemente el sentido del pájad (pariente, más bien que terror) de Isaac (Gn 31,42.53). Se puede añadir a esto el testimonio de una clase arcaica de nombres propios que se hacen muy raros después del siglo X a.C. y que están formados por `am (tío o, en general, pariente por parte del padre), 'ab (padre), 'aj (hermano) y que designa la divinidad" [De Vaux, O. y L. c. pag. 272].
"En efecto, el Dios del padre es una divinidad nómada: guía, acompaña y defiende en el camino al grupo que le es fiel. Decide sus migraciones y sabe a dónde lo conduce. 'Deja tu país...por el país que yo te indicaré' le dice el Dios de Abraham al comienzo mismo de la historia patriarcal (Gn 12,1). El Dios de su padre es quien manda a Jacob regresar a Canaán (Gn 32,10; cf. 31,3). El dios de Abraham le acompaña de Harán a Canáan (Gn 12,7), y de Canaán a Egipto (Gn 12,17).
El criado de Abraham puede invocar, en la alta Mesopotamia, al Dios de su señor (Gn 24,12). El Dios de Jacob le defiende adondequiera que vaya (Gn 28,15.20; 35,3), le protege contra los abusos de Labán (Gn 31,42), le salva del peligro con que le amenaza Esaú (Gn 32,12.
El Dios del padre "está metido en la pequeña historia del grupo y la dirige" (De vaux O.c., T.I, p.272). El nombre de Dios en la revelación mosaica, cuya traducción clásica es "Yo soy el que soy", parece querer decir más precisamente "Yo soy el que estaré" es decir el que "estaré contigo". El estará con su pueblo con una presencia auxiliadora, como volverá a expresarse en el nombre "Emmanuel": Dios está con nosotros. Es decir: luchando en favor nuestro.
El nombre revelado a Moisés, que la posterior tradición judía convierte en el Shem hammeporash es decir el nombre que no ha de ser pronunciado, es pues un nombre signo y un nombre promesa de asistencia. Es por lo tanto, un nombre de guerra. "El patriarcal dios del padre, que se reveló al antepasado y permanece "con él", se compromete con sus fieles mediante promesas.
El tema de la promesa se repite con frecuencia en los relatos del Génesis. Se presenta bajo formas diversas: promesa de una posteridad o de una tierra, o de ambas cosas a la vez."..."Estas dos promesas responden a las aspiraciones primordiales de grupos de pastores seminómadas: la descendencia que asegure la continuidad del clan y la tierra en la que esperan asentarse" y les asegurará el sustento (De Vaux, O.c. T.I, p.272).
Hemos venido citando largamente a De Vaux, porque este autor nos hace el servicio de sintetizar críticamente un largo proceso por el que las investigaciones arqueológicas e históricas han ido aquilatando y acrisolando lo que se puede afirmar con cierto grado de certeza sobre la religión de los patriarcas.
Ese proceso no está cerrado. Pero lo que nos importa aquí es que no se impugna actualmente que el dios del padre sea a la vez el Dios-pariente del clan. En esto De Vaux sigue las huellas, entre otros, del arqueólogo norteamericano W.F. Albright, quien afirmaba que: "los hebreos, lo mismo que sus antepasados nómadas, poseían un sentido agudo para las relaciones de parentela entre un grupo patriarcal (clan o familia), y su dios, que era de hecho un miembro del clan y podía ser invocado por un pariente mortal como "padre, hermano", o "pariente". En consecuencia, todos los miembros del clan eran hijos, hermanos o parientes del dios, que era el cabeza de familia".
[Véase: ALBRIGHT W.F., De La Edad de Piedra al Cristianismo. El marco histórico y cultural de la Biblia, Ed. Sal Terrae, Santander 1959, 320 pp. (Título Original: From the Stone Age to Christianity, Baltimore 19462). Citamos de la Trad. esp.: p. 195].
Albright nota en relación con esto: "La onomástica hebrea primitiva consta en gran parte de nombres abreviados o motes (hypojorística) como Yitsjaq (Isaac), Ya`qob (Jacob), Yôseph (josé), Yehûda (Judá), Gad, Dan, etc. que no tienen aplicación a nuestro propósito. Pero por fortuna, también incluye una serie de nombres que incluyen un apelativo de la divinidad: 'El "dios"; Tsur "montaña" (arameo tur); Shaddai "(dios) de la montaña(s)".
Hay además nombres que contienen los elementos `amm "parentela, familia pueblo", 'ab "padre", 'aj "hermano". Mucho se ha discutido sobre el significado de la primera palabra, que en árabe significa "tío paterno"; este significado se puede perseguir en árabe meridional hasta el siglo séptimo a.C. Sin embargo, como palabra hebrea, `amm significa siempre "parentela, pueblo, nación", y como los eruditos babilonios del segundo milenio traducían correctamente dicho elemento (en nombres amorritas como Hammurabi, Ammitsaduqa) por "familia", tenemos derecho a aceptar dicho sentido; que es por otra parte el único que encaja en los nombres personales que lo contienen, por ejemplo Rejab`am (Rehoboam), = "ensanchad mi pueblo".
Los términos de parentesco que ocurren en este grupo de nombres casi es intercambiable con el nombre 'El "Dios". Por eso los especialistas modernos suponen que se refiere también a la divinidad" (Albright O.c. pp.193-194) "Entre los amorreos y arameos de fines del segundo milenio y comienzos del primero, las expresiones "perteneciente a la casa" e "hijo de" son equivalentes, como nos enseñan los ejemplos bíblicos y las inscripciones asirias y arameas. El dios considerado como patrón de una familia o dinastía era llamado "Señor de la Casa" entre los arameos de los siglos IX y VIII, como ha señalado Euler [ZAW 56(1938)272-313].
A comienzos del primer milenio los arameos llamaron a sus hijos: "Ben Hadad" (=Hijo de (el dios) Hadad). etc. tal costumbre se hizo muy popular entre los paganos de Siria y Mesopotamia a comienzos de la era cristiana" (Albright O.c. p.195).
Podemos afirmar por lo tanto, apoyándonos en los resultados de serios trabajos arqueológicos e históricos, que son rasgos propios, distintivos de la religión bíblica:
1º) Considerar al Dios del Padre como un Dios-pariente, el primero y máximo Goel de todo el pueblo
2º) Ver una Epifanía de Dios en las relaciones de parentesco y en los términos de Alianza de parentesco. Podríamos decir: sacralizar la esfera familiar. Más aún, la esfera interpersonal. 3º) Considerar que el Dios-Goel asegura con sus Promesas y con su Auxilio, tanto la descendencia como el alimento, primero del clan y más tarde del pueblo entero, convertido en nación. Esta fe patriarcal perdurará, como veremos a continuación, tanto en la Ley como en los Profetas y Salmos.
Aquí De Vaux sigue a W.F. Albright, optando por la traducción de pariente para el término pájad Yitsjaq. Dice Albright: "La traducción frecuente del nombre arcaico pájad por "terror" ha levantado muchas objeciones, la traducción más probable sería "pariente, emparentado", como en palmireno posterior...en palmireno, pajdâ significa "familia, clan, tribu" formada por la parentela próxima de un hombre"
[ALBRIGHT W.F., De La Edad de Piedra al Cristianismo. El marco histórico y cultural de la Biblia, Ed. Sal Terrae, Santander 1959, 320 pp. (Título Original: From the Stone Age to Christianity, Baltimore 19462). Citamos de la Trad. esp.: p. 197 y nota 71)].
“Esta religión del padre es la forma más antigua que podemos alcanzar, la que los antepasados de Israel trajeron a Canaán. Podemos intentar definir algunos rasgos:
1º) El dios del padre no está vinculado a un santuario, va ligado a un grupo de hombres.
2º) Se reveló al antepasado y fue reconocido por él.
3º) Y el más importante a nuestros fines: Este vínculo, que se extiende al grupo que procede de ese antepasado, se concibe como un parentesco" [De Vaux O.c. T.I, p.271-272].
De Vaux, siguiendo a Albright y Noth, ve un indicio de esto en la onomástica hebrea: "Ya hemos dicho que éste era probablemente el sentido del pájad (pariente, más bien que terror) de Isaac (Gn 31,42.53). Se puede añadir a esto el testimonio de una clase arcaica de nombres propios que se hacen muy raros después del siglo X a.C. y que están formados por `am (tío o, en general, pariente por parte del padre), 'ab (padre), 'aj (hermano) y que designa la divinidad" [De Vaux, O. y L. c. pag. 272].
"En efecto, el Dios del padre es una divinidad nómada: guía, acompaña y defiende en el camino al grupo que le es fiel. Decide sus migraciones y sabe a dónde lo conduce. 'Deja tu país...por el país que yo te indicaré' le dice el Dios de Abraham al comienzo mismo de la historia patriarcal (Gn 12,1). El Dios de su padre es quien manda a Jacob regresar a Canaán (Gn 32,10; cf. 31,3). El dios de Abraham le acompaña de Harán a Canáan (Gn 12,7), y de Canaán a Egipto (Gn 12,17).
El criado de Abraham puede invocar, en la alta Mesopotamia, al Dios de su señor (Gn 24,12). El Dios de Jacob le defiende adondequiera que vaya (Gn 28,15.20; 35,3), le protege contra los abusos de Labán (Gn 31,42), le salva del peligro con que le amenaza Esaú (Gn 32,12.
El Dios del padre "está metido en la pequeña historia del grupo y la dirige" (De vaux O.c., T.I, p.272). El nombre de Dios en la revelación mosaica, cuya traducción clásica es "Yo soy el que soy", parece querer decir más precisamente "Yo soy el que estaré" es decir el que "estaré contigo". El estará con su pueblo con una presencia auxiliadora, como volverá a expresarse en el nombre "Emmanuel": Dios está con nosotros. Es decir: luchando en favor nuestro.
El nombre revelado a Moisés, que la posterior tradición judía convierte en el Shem hammeporash es decir el nombre que no ha de ser pronunciado, es pues un nombre signo y un nombre promesa de asistencia. Es por lo tanto, un nombre de guerra. "El patriarcal dios del padre, que se reveló al antepasado y permanece "con él", se compromete con sus fieles mediante promesas.
El tema de la promesa se repite con frecuencia en los relatos del Génesis. Se presenta bajo formas diversas: promesa de una posteridad o de una tierra, o de ambas cosas a la vez."..."Estas dos promesas responden a las aspiraciones primordiales de grupos de pastores seminómadas: la descendencia que asegure la continuidad del clan y la tierra en la que esperan asentarse" y les asegurará el sustento (De Vaux, O.c. T.I, p.272).
Hemos venido citando largamente a De Vaux, porque este autor nos hace el servicio de sintetizar críticamente un largo proceso por el que las investigaciones arqueológicas e históricas han ido aquilatando y acrisolando lo que se puede afirmar con cierto grado de certeza sobre la religión de los patriarcas.
Ese proceso no está cerrado. Pero lo que nos importa aquí es que no se impugna actualmente que el dios del padre sea a la vez el Dios-pariente del clan. En esto De Vaux sigue las huellas, entre otros, del arqueólogo norteamericano W.F. Albright, quien afirmaba que: "los hebreos, lo mismo que sus antepasados nómadas, poseían un sentido agudo para las relaciones de parentela entre un grupo patriarcal (clan o familia), y su dios, que era de hecho un miembro del clan y podía ser invocado por un pariente mortal como "padre, hermano", o "pariente". En consecuencia, todos los miembros del clan eran hijos, hermanos o parientes del dios, que era el cabeza de familia".
[Véase: ALBRIGHT W.F., De La Edad de Piedra al Cristianismo. El marco histórico y cultural de la Biblia, Ed. Sal Terrae, Santander 1959, 320 pp. (Título Original: From the Stone Age to Christianity, Baltimore 19462). Citamos de la Trad. esp.: p. 195].
Albright nota en relación con esto: "La onomástica hebrea primitiva consta en gran parte de nombres abreviados o motes (hypojorística) como Yitsjaq (Isaac), Ya`qob (Jacob), Yôseph (josé), Yehûda (Judá), Gad, Dan, etc. que no tienen aplicación a nuestro propósito. Pero por fortuna, también incluye una serie de nombres que incluyen un apelativo de la divinidad: 'El "dios"; Tsur "montaña" (arameo tur); Shaddai "(dios) de la montaña(s)".
Hay además nombres que contienen los elementos `amm "parentela, familia pueblo", 'ab "padre", 'aj "hermano". Mucho se ha discutido sobre el significado de la primera palabra, que en árabe significa "tío paterno"; este significado se puede perseguir en árabe meridional hasta el siglo séptimo a.C. Sin embargo, como palabra hebrea, `amm significa siempre "parentela, pueblo, nación", y como los eruditos babilonios del segundo milenio traducían correctamente dicho elemento (en nombres amorritas como Hammurabi, Ammitsaduqa) por "familia", tenemos derecho a aceptar dicho sentido; que es por otra parte el único que encaja en los nombres personales que lo contienen, por ejemplo Rejab`am (Rehoboam), = "ensanchad mi pueblo".
Los términos de parentesco que ocurren en este grupo de nombres casi es intercambiable con el nombre 'El "Dios". Por eso los especialistas modernos suponen que se refiere también a la divinidad" (Albright O.c. pp.193-194) "Entre los amorreos y arameos de fines del segundo milenio y comienzos del primero, las expresiones "perteneciente a la casa" e "hijo de" son equivalentes, como nos enseñan los ejemplos bíblicos y las inscripciones asirias y arameas. El dios considerado como patrón de una familia o dinastía era llamado "Señor de la Casa" entre los arameos de los siglos IX y VIII, como ha señalado Euler [ZAW 56(1938)272-313].
A comienzos del primer milenio los arameos llamaron a sus hijos: "Ben Hadad" (=Hijo de (el dios) Hadad). etc. tal costumbre se hizo muy popular entre los paganos de Siria y Mesopotamia a comienzos de la era cristiana" (Albright O.c. p.195).
Podemos afirmar por lo tanto, apoyándonos en los resultados de serios trabajos arqueológicos e históricos, que son rasgos propios, distintivos de la religión bíblica:
1º) Considerar al Dios del Padre como un Dios-pariente, el primero y máximo Goel de todo el pueblo
2º) Ver una Epifanía de Dios en las relaciones de parentesco y en los términos de Alianza de parentesco. Podríamos decir: sacralizar la esfera familiar. Más aún, la esfera interpersonal. 3º) Considerar que el Dios-Goel asegura con sus Promesas y con su Auxilio, tanto la descendencia como el alimento, primero del clan y más tarde del pueblo entero, convertido en nación. Esta fe patriarcal perdurará, como veremos a continuación, tanto en la Ley como en los Profetas y Salmos.