
La parábola del Sembrador
Marcos 4, 3-9; 14-20
Marcos 4, 3-9; 14-20
Sembrador, Semilla y Palabra de Dios
1. No se exagerará la importancia de esta parábola que encierra, de algún modo, el secreto del género. En efecto. Jesús presenta esta parábola como la clave de interpretación de todas las parábolas y condiciona la comprensión de todas las demás a la intelección del sentido de ésta. "¿No comprendéis esta parábola? Entonces, ¿cómo entenderéis todas las parábolas?" (Marcos 4, 13). 2. Se trata de que el divino Sembrador sigue sembrando su Palabra y de que ésta sigue dando fruto de amor a Dios en muchos de los hombres alcanzados por ella: en los que la reciben con fe.
¿Por qué no se nombra la semilla?
3. Por un curioso y sin duda intencionado artificio redaccional, en la parábola se habla del Sembrador, de la siembra y de lo sembrado, pero en ningún momento se menciona explícitamente la palabra "la semilla".
4. A pesar de lo cual, algunas traducciones, excediéndose en su afán de claridad y bordeando la glosa, introducen el término "semilla", despistando al lector. La intención puede ser buena, pero el resultado es torpe. Por el prurito de ser explícitas y de hacer "más entendible" el texto, son infieles a una oscuridad y elipticidad queridas por el hagiógrafo y no menos portadoras de revelación.
5. Es el autor sagrado el que, por sus motivos, evita intencionalmente consignar por escrito la palabra "semillas" en las cuatro ocasiones en que Jesús se refiere a ellas. Alude, en cambio, a las semillas, en las cuatro ocasiones, con expresiones elípticas: "lo que", "algo" (ho), "lo otro" (allo, 2x), "otras" (alla). Nuestra convicción es que así lo consigna Marcos, porque así lo hizo intencionalmente Jesús en su predicación.
6. Llegado después el momento de explicar la parábola a los discípulos, Jesús sustituye las elipsis apofáticas por el término "la Palabra" ("ho logos" 8x) [Nota: Apofasis, significa: ‘evitación de nombrar' algo, como sucedía entre los judíos con el Nombre divino]. . La sustitución es reveladora. La ahora insistente repetición del término "la Palabra", [el doble de veces (8x) que las elipsis (4x)], parece corroborar su importancia para acceder a una oculta intencionalidad del mismo Jesús a la que, por algo, quiso permanecer fiel el evangelista y que no debería traicionar una buena traducción.
7. Puesto que san Marcos trata la palabra semilla con el mismo respeto reverencial que evita nombrar a Dios, puede considerarse indicio de que Jesús la consideró y quiso que fuera considerada, al menos en este caso, como un Nombre divino, que luego se traduce y revela como Palabra (Logos, Verbo).
8. Esta parábola del sembrador nos remite por lo tanto a toda la teología del Verbo divino que se hace carne propia del Evangelio según San Juan.
Semilla de las semillas
9. Por supuesto que la equivalencia entre el Logos y la semilla resulta obvia. Así lo perciben los Santos Padres. Cornelio a Lapide ya resumía sus decires en esta frase: "así como la semilla es la causa de todas las plantas y de todos los frutos, de manera análoga, la palabra de Dios lo es de todas las buenas obras". Sin embargo, como veremos, para una mentalidad ejercitada en la meditación de las Escrituras al modo rabínico, la palabra de Dios es también la semilla de todas las semillas. Y eso puede ponernos sobre la pista de las posibles razones que pudo tener Jesús para la intencionada omisión del término "semilla" en la parábola.
10. Nota: Hoy ha quedado fuera de duda que el Logos neotestamentario, y en nuestro caso el Logos-Verbo en Marcos y Juan, es la "Memrá" aramea palestinense. Memrá era en el arameo hablado en tiempos de Jesús en Palestina, el equivalente arameo targúmico palestinense del hebreo bíblico: "Davar" = Palabra. Desde el descubrimiento del Targum palestinense Neophyti, publicado por Alejandro Díez Macho, quedan corregidas las hipótesis que interpretaban el Logos juanino en línea de influjos helenísticos posteriores [Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Arias Montano, Instituto Filológico Cardenal Cisneros, Madrid – Barcelona 1968 ss] Rudolph Pesch ha reconocido certeramente su antigüedad y afirma que se trata de "un término técnico del protocristianismo" [Comentario a Mc. 4,14, remite a 1 Tes 1, 6; Gal 6, 6; Col 4, 3; Hch 4, 4; 6, 4; 8, 4 y passim; 2 Tim 4, 2; Sant 1, 21 etc]. Sobre la Memrá aramea palestinense véase: Domingo Muñoz León, Dios Palabra. Memrá en los Targumim del Pentateuco. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Institución San Jerónimo 4, Granada 1974. Se llama Targum (= traducción) a la traducción oral en arameo, del texto bíblico que se acababa de leer en la Sinagoga en Palestina de los tiempos de Jesús ante un público que ignoraba el hebreo bíblico.
11. Marcos ya se había referido antes a la enseñanza de Jesús como predicación de la palabra: "y les predicaba la palabra" ("elálei autois ton lógon", Mc 2, 2). En el contexto del capítulo cuarto el término "logos" se repite nueve veces. Ocho veces en la explicación de la parábola del sembrador (4, 14.15 (x2).16.17.18.19.20) y una vez más al final del discurso parabólico ("elálei autois ton lógon", 4, 33). Hay una clara inclusión entre 2, 2 y 4, 33 donde se repite la misma expresión "y les predicaba la palabra" ("elálei autois ton lógon").En la sección evangélica que delimita esa inclusión, el término "logos", "la palabra" se repite, significativamente, diez veces. Para mayor significatividad, una al comienzo y otra al fin.
12. No entraremos aquí a analizar el significado del número de veces que se repite un término en el texto evangélico, en particular en el de Marcos. Baste hacer notar que este evangelio no sólo narra, sino que se estructura formalmente sobre varios triduos y trípticos. Y que a la luz de sus hábitos redaccionales, la repetición por diez veces de: "la palabra", no parece ajena a una intención de subrayar un paralelismo entre el "logos" de Jesús, las diez palabras de la creación en el relato del Génesis y las diez palabras de la ley en el monte Sinaí.
El Sembrador sembrado
13. La mentalidad rabínica era particularmente sensible a insinuaciones significativas, -entre las cuales el conteo de palabras- por encima de las cuales resbala, sin advertirlas, nuestra mente moderna, a la que este argumento podrá parecerle una coincidencia casual y anodina, o una explicación rebuscada, o una construcción artificiosa.
14. Pero si nos detenemos a notar estos indicios y nos dejamos enseñar por ellos, ellos nos llevan por los vericuetos de las asociaciones simbólicas y verbales, tan del gusto bíblico y rabínico, a preguntarnos por la asociación -que el velo de las elipsis contribuye, por contraste, a resaltar-, entre "el sembrador de la Palabra" o "la Palabra sembrada" explicitados insistentemente, por un lado, y "la semilla" apofáticamente implicitada, por el otro.
15. La parábola del sembrador (Mc 4, 3-9) enfoca así la atención del oyente sobre el sembrador más que sobre la semilla; más sobre el Jesús que habla, que sobre lo que dice el sembrador de la palabra: "ho speiron tou logou" = "el Sembrador de la Palabra". ¡Qué hermoso y poco señalado título cristólógico!
16. También diez veces se usan el término "sembrador" (ho speiron) y las acciones verbales de sembrar, en la parábola y en su explicación, - y sólo allí-, en todo este evangelio.
17. Por su lado, la explicación de la parábola a los discípulos (Mc 4, 14-20), enfoca en cambio la atención sobre la Palabra del maestro, al cual ya se han adherido los discípulos a los que Jesús se la explica.
18. El Logos divino que creó con diez Palabras y dio en el Sinaí la Ley con otras diez, está ahora sembrando la Palabra divina en la predicación de Jesús mismo (10x), y arrojándolas generosamente y sin cálculos en todos los corazones, capaces o no de recibirla.
19. Más aún, Jesús es el Logos que se está sembrando a sí mismo sobre la tierra. Logos él mismo. Y la Palabra que es él mismo, tiene una fuerza divina, comparable a la que creó todas las cosas; a la que dio la Ley; y creó al pueblo elegido en el Sinaí pactando alianza. Las Palabras de Jesús, sembrador de la Palabra divina, siguen llamando a la existencia dinámicamente, dando y multiplicando la vida.
20. El resorte del impulso lírico, se diría que épico, en la parábola del sembrador, - y en las parábolas de la semilla en general - permanece ocultado en el texto y ha de ser recreado por el espíritu que las reinterpreta. La letra mata. Y la letra de las parábolas, como lo muestran tantos ejemplos, no es excepción. Solamente el espíritu les da vida. Y en los Santos Padres ese espíritu estaba vivo y es contagiable.
En un principio era la Semilla de todas las semillas
21. Si nos preguntamos dónde pudo encontrar Jesús asociadas en la Torah, la Palabra de Dios y la semilla, y dónde pudo encontrarse con Dios como un sembrador de palabras eficaces, creadoras y vivificantes, pensamos espontáneamente en el primer relato de la Creación y especialmente en la obra del tercer día (Gn 1, 9-13).
22. El tercer día de la creación nos hace asistir a la última de las obras de separación y a la primera de las obras de ornato. Dios crea la orilla separando las aguas de lo seco. Y ordena a lo seco, a la tierra, que produzca plantas de semilla y árboles de fruto con su semilla dentro.
Tres elementos simbólicos encontramos aquí que nos evocan el escenario del Sermón parabólico del capítulo cuarto de Marcos: 1) La orilla del mar, que será el escenario de la predicación de Jesús, como lo señala insistentemente san Marcos, y 2) la Palabra de Dios como semilla de las primeras plantas y árboles, 3) las semillas que producen plantas y árboles.
23. A la pregunta – tan del gusto del ingenio rabínico - de qué es lo primero, si la planta o la semilla, el autor del Génesis es taxativo: lo que la tierra produce son plantas y árboles capaces de dar semilla. Lo primero son las plantas. ¿Cuál es pues la semilla primigenia de toda planta y árbol frutal, de las mieses y las vides, sino la Palabra ordenadora y creadora?
24. Notemos que ya el relato de lo sucedido el tercer día de la creación nos hace asistir a la preparación de las especies eucarísticas del pan y el vino. Ya desde el tercer día de la creación se previó no sólo el alimento que se serviría al sexto día, en el gran banquete con que agasaja el Creador a las creaturas, sino que también se prepararon las especies eucarísticas para la Última Cena.
25. Con el gran misterio de la encarnación, la Palabra de Dios asume la carne transitoria e identificándose con ella se da como alimento. El primer triduo del heptámeron apunta al triduo Pascual y de alguna manera lo prepara y lo prefigura. Aquí confluyen las vertientes simbólicas que identifican a Jesús mismo con la semilla: "Si el grano de cereal no muere" - dice Jesús de sí mismo (Jn 12, 24). Jesús entrevé y alude al supremo triunfo pascual del sembrador-sembrado.
26. Jesús y su Palabra, sembrador y semilla no son separables. Jesús y la Palabra son lo mismo. La Palabra es Jesús mismo. No es un mensaje que hubiese podido comunicar cualquier otro. La Parábola no apunta principalmente a revelarnos la variedad de disposiciones subjetivas de los oyentes de su predicación, sino a explicar por qué no todos le brindan la adhesión personal de fe a Jesús, que es la Palabra de Dios, el Sembrador que se siembra a sí mismo como Semilla.