1. Sentido y Significado Se ha de distinguir entre sentido y significado Una palabra puede tener muchos significados. El “sentido” es el significado que una palabra tiene en un determinado texto.
2. Otras designaciones El sentido literal se llama así porque es lo que expresa la letra del texto. También se lo llama: a) directo, porque es el término inmediato de las palabras b) histórico: porque expresa el intento del hagiógrafo (= escritor inspirado) en su momento histórico c) lógico: porque se deduce mediante leyes de lógica elemental d) gramatical: porque se logra mediante la aplicación de las leyes gramaticales
3. El sentido literal es uno solo El sentido literal ya sea propio o metafórico, es único en cada texto Todos los pasajes de la Escritura tienen un único sentido literal, ya sea propio, ya sea metafórico. Por lo cual, una vez determinado el sentido literal, es inútil investigar o pretender encontrar otros en el mismo pasaje. La unidad del sentido literal del texto bíblico lo enseña el magisterio eclesiástico de pontíficies y concilios. Es de fe.
Este es uno de los errores señalables en los comentarios evangélicos de Anselm Grün quien, además del sentido literal generalmente reconocido de un texto evangélico, como si este no fuera suficiente o satisfactorio, le yuxtapone una interpretación psicológica como segundo sentido del texto.
4. El sentido literal es el único fundamento de la argumentación teológica El único sentido que tiene valor probativo en el razonamiento teológico es el sentido literal. Y como argumento probatorio, su valor es definitivo. Una vez determinado el sentido literal, es Dios quien lo dice por el autor inspirado. Por lo cual es palabra de Dios. Si Marcos habla de resurrección de la hija de Jairo, Dios dice que fue resurrección. Es inapropiado e induce a error y confusión que, como lo hace Anselm Grün, se refiera a él como “curación”. La valoración y determinación o definición definitiva del sentido literal de los textos bíblicos lo tiene el Magisterio de la Iglesia, que es la única que tiene poder para interpretar auténticamente la Sagrada Escritura.
5. Conclusiones deducidas del sentido literal Del sentido literal de un texto se pueden deducir conclusiones. Esas conclusiones son de diversa índole según que estén dentro de la intención de las mismas palabras del sentido literal, o no lo estén. En el primer caso son también bíblicas. En el segundo caso no.
[Fuente: Manuel de Tuya – José Salguero, Introducción a la Biblia, BAC, Madrid 1967]
La acomodación psicologista de Anselm Grün Edit me pidió, en su comentario, que le aclarara más lo del “sentido acomodado” o “traslaticio” porque desea entender mejor los abusos interpretativos que practica Anselm Grün – que no está solo en este extendido vicio - cuando presenta como equivalentes las interpretaciones tradicionales por un lado y los sentidos acomodados y traslaticios como si fueran sentidos bíblicos auténticos, por el otro.
Anselm Grün y Eugen Drewermann Para entender el método que practica Anselm Grün conviene tener en cuenta que, en la década de 1990, el sacerdote alemán Eugen Drewermann había sido suspendido de su cátedra en Paderborn y, más tarde, también suspendido en el ministerio sacerdotal. El motivo fue que Drewermann sostenia una interpretación psicologista del mensaje bíblico y evangélico, descalificando las interpretaciones católicas tradicionales como erróneas. Sus tesis eran una plasmación de la doctrina modernista de la revelación de Dios inmanente al alma en forma de fenómenos psicológicos, en la línea de las doctrinas de Sigmund Freud y Carl Jung.
Anselm Grün, naturalmente, ya no hace lo mismo. Sería suicida. De haberlo hecho se hubiera expuesto a correr la misma suerte que Drewermann, si se hubiera topado, como éste, con un pastor celoso como lo fue el Arzobispo de Paderborn, Mons. Johannes Joachim Degenhardt. El arzobispo Degenhardt soportó a pie firme la tormenta desatada en los medios en su contra por su intervención en el caso Drewermann. Juan Pablo II reconoció el mérito del coraje del Arzobispo y lo promovió al cardenalato.
Anselm Grün, aunque manifiesta sus simpatías por los enfoques de Drewermann citándolo en su bibliografía, se guarda de imitar la brutal sinceridad de su maestro. Lo que hace Anselm Grün no es negar de plano, como Drewermann, la interpretación tradicional del Evangelio y proponer sustituirla por una interpretación psicologista de corte entre analítico y junguiano. Su método apunta a una sustitución pragmática sin entrar en una refutación teórica.
El evangelio como libro de autoayuda Anselm Grün presenta las interpretaciones bíblicas correctas, de autores reconocidos, como por ejemplo Pesch, pero las yuxtapone, a sus interpretaciones psicologistas afirmando que son equivalentes: "o también". Grün baraja sentidos bíblicos reinterpretados en sentido acomodado o traslaticio. El confiado lector se encuentra con el relato evangélico y su sentido literario tradicional que le es familiar, pero también se le sirve, en el mismo plato, la acomodación psicológica, como si fuera igualmente válida.
Jesús camino hacia la libertad… Para mostrar en qué consiste este procedimiento, tomo aquí un ejemplo del comentario de Anselm Grün al Evangelio de Marcos titulado: Jesús, camino hacia la libertad. El evangelio de Marcos. [Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra) 2006]. Ya desde el título de la obra Anselm Grün ensaya uno de sus pases de magia. Jesús es camino hacia libertad. La afirmación la suscribirá cualquier creyente. Pero...
Pero ¿hacia qué libertad?... La libertad de que habla Anselm Grün no es la misma de la que habló Jesús y se lee en Marcos. Según lo presenta Anselm Grün, Jesús ya no es el camino hacia la libertad porque sea el camino que nos conduzca al Padre, y porque nos convierta en hijos y nos de la libertad de los hijos. La libertad de que habla este monje, se ha soltado, sin negarla explícitamente, de su relación a la meta real del camino de Jesús. Y la libertad de la que habló Jesús ha quedado sometida y reducida a un concepto pre-cristiano o preter-cristiano de libertad. Y la misión de Jesús ha quedado reducida a una función de liberador terapéutico por vía de un agudo conocimiento psicológico y una praxis que, en el fondo, es puramente natural, intramundana y psicológica.
La resurrección de la hija de Jairo según san Marcos (5, 21-43) Para advertir mejor los malabarismos retóricos de Anselm Grün, partamos primero del sentido literal en san Marcos. El evangelista Marcos, antes de llegar a este relato de resurrección de un muerto, ha venido mostrando el poder de Jesucristo primero sobre el viento y el mar, luego sobre los demonios, y ahora sobre la vida en su origen (el seno de la hemorroísa) y en su final (el lecho de muerte de la hija de Jairo). Marcos quiere decirnos que en Jesús se encuentran todos los poderes que la Sagrada Escritura reconoce como exclusivos de Dios: Jesús es Señor de los elementos de la naturaleza, Señor que tiene poder sobre los demonios y Señor de la vida y de la muerte. La intención de Marcos es pues decirnos quién es Jesús y reconocerle poderes divinos. Veamos ahora lo que interpreta Anselm Grün de espaldas a este sentido literal y en realidad sustituyéndolo.
La “curación” de la hija de la hija de Jairo según Anselm Grün Anselm Grün proyecta en el texto evangélico una interpretación psicológica, de consejería familiar, totalmente ajena a la intención de Marcos y por lo tanto al sentido literal del pasaje.
En primer lugar hay que notar que Grün evita hablar de resurrección de la niña (Ver páginas. 60-61). Él habla de “curación”. Y nos explica, con pericia de psicólogo, que su enfermedad habría sido causada por un mal vínculo con su padre. El texto evangélico trataría, según Grün, de: “cómo se desarrolla una chica que pasa inadvertida para su padre… con tantas responsabilidades como él tiene, él ignora a su hija, y ella se pone enferma, incluso muere. Ella no puede vivir. El padre ve que no puede ayudar a su hija, a pesar de toda su piedad y de su alta posición. Y entonces se produce el primer paso de la terapia [¡terapia de una muerta?] él va a otro [¿a cualquier otro? parecería que en este caso se da la casualidad de que es Jesús], se arrodilla ante Jesús y le pide ayuda. Él reconoce su impotencia. Se trata de un paso muy importante para la curación [¡por qué evita Grün decir: “resurrección”?] de su hija. Si el padre suelta su poder, con el que cree dominar todo, entonces podrá liberar también a su hija del asidero estrangulador de su mano”.
¡Otro padre torpe más! ¡Cuidado con Dios Padre! Nótese que en esta interpretación acomodaticia, no se nos dice palabra ni de la fe del padre ni de su oración, ni de que acuda a Jesús y no a un psicólogo. Anselm Grün tiene una visión del padre que es más bien tributaria de la depreciación cultural y de la demolición de la autoridad paterna, y al final, de toda autoridad. Jesús es un camino hacia la libertad de toda autoridad, sobre todo de la autoridad del Padre. La autoridad del Padre tiene un efecto estrangulador [la elección terrorista de la palabra]sobre la niña. ¿Y la del Padre celestial sobre nosotros? ¿Acaso viene Jesús, como afirmaba Freud, a liberarnos de Dios Padre, en vez de hacernos libres precisamente al hacernos hijos?
Un poco más adelante, Anselm Grün sigue su explicación, olvidado de la resurrección, del poder de Jesús y de la intención de Marcos: “Jesús siente que la relación del padre con su hija está determinada por el miedo. Los padres quieren tenerlo todo controlado. Les resulta difícil soltar a su hija y confiarla al poder curativo de Dios” […] “El miedo del padre le lleva a controlar a su hija o bien a fijarlo todo para que ella corresponda a sus ilusiones. El padre cuida a la hijo no porque confía en ella, sino porque é mismo quiere moldearla en lugar de rendirse al modelo que Dios le ha introducido” (pág 61). Anselm Grün nos informa acerca de Jairo como si lo hubiera conocido ¿Por qué se calló Marcos todos estos detalles que nos hubieran explicado todo mucho mejor, sin necesidad de resurrección, de milagro y hasta sin Jesús? Pero además Anselm Grün desvía la atención del lector del evangelio de la verdadera intención del autor inspirado y del texto, - que es decirnos quién es Jesús -, hacia recetas de consejería familiar, que no son malas en sí, pero que aquí están fuera de lugar y tergiversan el sentido del texto bíblico.
En conclusión: ¡Es abusivo leer el evangelio como un libro de autoayuda y/o de consejería familiar! Más vale no mezclar los géneros literarios. El Evangelio sea Evangelio. Y para autoayuda y consejería familiar, no echar mano de comentarios bíblicos. Es confundirlo todo.
1) Sentido literal: es el sentido del texto o sea el sentido de lo que está escrito 2) Sentido típico o figurado: es el sentido de las realidades de las que habla el texto: el cordero pascual, la roca, la zarza, el fondo del mar, Egipto, la tierra prometida, la nube.
Un ejemplo: El sentido literal de la expresión “cordero pascual” es el que expresan inmediatamente esas dos palabras en el relato del Éxodo, o sea el cordero pascual mismo sacrificado en Egipto en la noche de pascua. El sentido típico de ese cordero, consiste en que estaba ordenado por Dios a expresar la realidad de Cristo, cordero pascual místico. De modo que el cordero de la noche pascual, era tipo de Cristo sacrificado en la Cruz.
Esta división de los sentidos en literal y típico tiene fundamento en la misma Sagrada Escritura, por el uso que hacen de ellos los autores inspirados por Dios, y por lo tanto pertenece a los sentidos inspirados por Dios.
Véase por ejemplo el siguiente texto de San Pablo: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron debajo de la nube, y todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés en la nube y en el mar, 3 y todos comieron un mismo alimento espiritual, 4 y todos bebieron una misma bebida espiritual; puesto que bebían de una roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 5 Sin embargo, Dios no se agradó de la mayor parte de ellos; por lo cual quedaron tendidos en el desierto. 6 Estas cosas fueron figuras [en griego: typoi las cosas antes enumeradas] referentes a nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. 7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: ‘Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a divertirse’. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. 9 Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. 11 Y estas cosas les acontecieron figurativamente [typikós], y están escritas [égrafe la letra] para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado las postrimerías de los siglos”. (1ª Corintios 10,1-11).
El sentido típico o figurado Nota: Típico viene del griego Typos y según los contextos tiene diversos sentidos. Pueden ser las marcas que deja un látigo o un instrumento, las huellas, las impresiones, el sello, el modelo, la figura. En nuestro caso se traduce por figura, pues se refiere al sentido que tienen aquellas realidades del Antiguo Testamento que prefiguran las del Nuevo
A pedido de Edita y de otros amigos, voy a dedicar algunas entradas a los “sentidos bíblicos”. ¿Cuál es el sentido de un texto bíblico? ¿Es el que le da el lector? ¿O es el sentido que quiso darle y le dio el que lo escribió? ¿Quién es el que tiene la inspiración divina para entender lo que Dios quiere decir en un texto bíblico? ¿Basta con quedarse en lo que “el texto me dice a mí”? Ya con estas preguntas se sugieren las respuestas. Algunos pretenden que el lector tiene el Espíritu Santo y que por lo tanto entiende las Sagradas Escrituras por sí mismo y sin otra ayuda que la del Espíritu Santo, pues éste le hace entender lo que lee. Este es un error de Lutero y de muchos protestantes. Pero hoy se extiende también en muchos ambientes católicos interesados por el estudio de las Sagradas Escrituras, como son los grupos bíblicos. Por eso conviene despejar este error exponiendo la recta doctrina de la fe acerca de la interpretación de las Sagradas Escrituras.
Constitución Dei Verbum del Vaticano II La parte de la doctrina católica que se ocupa de la recta interpretación de la Sagrada Escritura se llama Hermenéutica. A ella le corresponde también una rama de la ciencia teológica que se conoce por el mismo nombre: Hermenéutica. La doctrina hermenéutica de la Iglesia católica acerca de la interpretación de la Sagrada Escritura está expuesta resumidamente en la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, en el numeral 12 que dice así:
Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura "Habiendo, pues, hablando Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
[ley del texto: momento exegético] Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
[ley del contexto: momento hermenéutico] Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios". [Dei Verbum 12]
Si leemos con atención este texto, veremos que despeja los errores acerca de la acción diversa que le toca al Espíritu Santo en el escritor sagrado y en el lector de la Sagrada Escritura. En ambos actúa el Espíritu Santo. Pero de diversa manera. Al Escritor sagrado, el Espíritu Santo le confiere un carisma: la Inspiración. Este carisma es exclusivo suyo, no lo tiene el lector. Por el carisma de la Inspiración el autor sagrado escribe todo y solamente lo que Dios quiere que escriba para hablarnos a través de sus escritos. En cambio, el lector de las Sagradas Escrituras, no tiene ni siempre ni necesariamente, la ciencia y las gracias necesarias para entender lo que dijo Dios a través del autor sagrado. El lector tiene que tener, primero que todo, la fe católica, que incluye la fe en que las Sagradas Escrituras no son palabra puramente humana, sino palabra de Dios en palabras humanas. Pero además, debe leer la Sagrada Escritura en gracia, con humildad, en el mismo Espíritu con que fue escrita. Atendiendo al contexto total: a) literario [toda la Sagrada Escritura]; b) histórico [la Tradición viva de toda la Iglesia] y c) de la doctrina de la fe [analogía de la fe].
La doctrina católica sobre el sentido divino de las Sagradas Escrituras dice que: quien - inspirado por Dios - dice todo y solamente lo que Dios quiere que diga es el escritor del texto [ = hagiógrafo],. Por eso, el lector de las Sagradas Escrituras, para saber lo que Dios quiere decir en ese texto, no puede conformarse con el sentido obvio, inmediato, que tiene para él. Tampoco la entiende si le adjudica o cuando le adjudica sentidos que a él se le ocurre que pueden tener, pero que no son acordes con la fe [sentidos acomodados] o que se refieren a realidades ajenas a la intención del autor inspirado [sentidos traslaticios: psicológicos, de autoayuda, puramente morales, etc.] En otras palabras: el lector no puede hacerse dueño del texto, ni usarlo para decir sus propias ideas. Como suele decirse “lo que este pasaje me dice a mí”. Debe averiguar lo que el autor inspirado quiso decir y dijo. Y para eso no puede desentenderse de lo que la Iglesia ha creído y entendido siempre.
“El gran desafío para aquellos de nosotros que queremos tomar las Sagradas Escrituras en serio, es dejar que nos enseñe sus categorías esenciales propias, y después, pensar nosotros con ellas, en lugar de pensar acerca de ellas” [Abraham Heschel]