viernes, 10 de abril de 2015

"DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS"
Explicación del texto

Estimado Padre: soy suscripta de Catholic.net y encuentro en Uds. la forma de tratar de aprender a vivir de una manera diferente a la que lleve hasta hoy. 
En el evangelio de hoy, Jesús dice "deja que los muertos entierren a sus muertos" y por más que trato no entiendo lo que significa. Me puede Ud. ayudar?
Gracias por indicarme lo que es la acedia y mantenerme vigilante para que, aun sintiéndome muchas veces triste, sepa encontrar en Dios, la única fuente de alegría.
Dios lo bendiga. 
Norma López

Mi respuesta 
Estimada Norma López:
El versículo que Usted cita está en Lucas 9, 60. Y para entenderlo conviene colocarlo en su contexto.
               Pocos versículos antes, en 9,51, se nos dice que "Y aconteció que cuando se iban cumpliendo ya los días de su partida de este mundo (su muerte en cruz) tomó Jesús la firme resolución (literalmente dice el texto griego "endureció su rostro", "dio la cara") de subir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él". 

 Aquí empieza lo que llaman algunos "la sección del camino a Jerusalén" a donde Jesús se encamina para morir cumpliendo la voluntad del Padre y mostrándose de esa manera hijo obediente del Padre. Que se mostrará Padre suyo en respuesta inmediata mediante la resurrección y vida eterna para la humanidad del Verbo y de todo el que crea en que Jesucristo es el Hijo del Dios Padre suyo.
               La frase "y envió mensajero delante.... " es un alusión a Malaquías 3,1. Malaquías es el último de los profetas. Después de Malaquías El Señor se llamó a silencio y ya no habló a su pueblo, hasta que viene su Hijo.

En Malaquías 3,1 leemos: "He aquí que yo envío mi mensajero a allanar el camino delante de mí y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis". Con la ida de Jesús a Jerusalén, donde morirá, se cumple sin embargo la profecía de Malaquías que anuncia "la venida de Dios en persona a visitar su templo" y tomarles cuenta. Una venida que será motivo de gozo para los justos, pero de ruina para los injustos). Usted debería leer todo el libro de Malaquías (que no es tan largo) a la luz de esta referencia y de la entrada de Jesús al Templo en el Domingo de Ramos y la limpieza del templo.
               Es en este contexto y con esta finalidad que el Señor va invitando en el camino a mensajeros para ir por delante hacia Jerusalén o siguiéndolo hacia allá. San Lucas nos da solamente tres ejemplos, pero posiblemente invitó a muchos más, de entre los discípulos o conocidos. Como es el caso del joven rico (Marcos 10, 17 al 22) que también fue llamado mientras Jesús iba hacia Jerusalén para visitar y limpiar el templo con su autoridad divina y cumpliendo lo anunciado por Malaquías primero; y para ser hecho prisionero y asesinado después.

               Ante el primer invitado (versículos 57 y 58) Jesús se da a conocer como el Hijo del Hombre (Daniel 7) que baja del Cielo y a quien Dios le da el Reino sobre todos los pueblos que surgen del fondo del mar en forma de animales. Aquí debería Usted leer todo el capítulo 7 del libro de Daniel.
Jesús se identifica con esta figura bíblica y a esta luz debemos entender lo que es el Reino de Dios, del Anciano sentado en el trono del cielo que sueña Daniel 7.

               El Hijo del Hombre, en arameo, quiere decir "El Ser Humano", es decir el nuevo Adán-ser Humano - no pecador, el verdadero Ser humano inocente y fiel - enviado por Dios, que gobernará a los hombres bestializados que perdieron el aspecto humano por sus pasiones y pecados y que Daniel ve en su sueño saliendo del fondo del mar que es el lugar de la lejanía de Dios (Diluvio, egipcios sumidos en el mar rojo, Jonás profeta desobediente, rey de Tiro en Ezequiel). Un mar agitado por los cuatro vientos que aquí y en la profecía de Ezequiel 37 en la escena de los huesos secos (que convendría que usted leyese), es una acción del Espíritu Santo.
               No puedo detenerme en mostrarte en la Escritura por qué "Reino de Dios" no es otra cosa que Jesucristo mismo como Hijo de Dios Padre y son Reino de Dios los discípulos que crean en él y entren a participar en la vida divina. (En Daniel 7 se les llama "El reino de los santos o el pueblo de los santos" a quienes es dado el Reino)
               El Reino de Dios, somos pues los hijos de Dios. Los que, como Cristo, aunque muramos, ya que morimos cumpliendo la voluntad del Padre como Jesucristo, vivimos para siempre porque el Padre nos da vida eterna.
               Al que Jesús llama para que lo siga y se excusa por el entierro de su padre, Jesús le quiere decir que lo está invitando precisamente a seguirlo para anunciar la victoria sobre la muerte predicando lo mismo que Cristo dijo:  "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".

               Dadas las explicaciones anteriores tenemos el marco donde entender el sentido de la frase: "Los muertos que entierran a sus muertos"
               Los muertos a los que Jesús alude son los que aún no conocen el camino hacia la vida eterna que Jesús viene a mostrar: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí".
               La frase sugiere que no es sabio querer perder tiempo en enterrar un muerto que va a ser enterrado en el rito de los que no creen ni conocen la vida eterna (quizás saduceos que no creían en la vida eterna) y que todos (el muerto y los aún vivos) están destinados a la "muerte eterna", cuando se es invitado a convertirse no sólo en mensajero sino en camino hacia esa vida de hijos de Dios, que reciben vida eterna del Padre.
               Pero además, como ya la Pasión y muerte de Jesucristo es inminente, no hay que tardar en seguirlo y estar en Jerusalén para presenciar la revelación del Padre y del Hijo en el Calvario.
               En la multiplicación de los panes según San Juan, Jesús distingue entre una vida y otra. Esta vida mortal es en griego BIOS. La otra vida eterna es ZOE AIONION.
              
 Cordialmente la saluda en unión de oraciones y pidiendo al Padre la engendre a vida divina según su bautismo y la bendice
Horacio Bojorge