viernes, 13 de marzo de 2015

DIOS ES RELACIÓN [1 de 2]Religión = religación = vinculación

RELIGIÓN Y VINCULACIÓN (1)
PUESTO QUE DIOS ES SABIDURÍA Y AMOR, DIOS ES RELACIÓN
Esta tesis es fundamental para entender que la unidad de la sustancia divina no excluye sino que exige que en la sustancia de Dios haya relaciones es decir personas sustanciales, relacionadas entre sí en unidad de esencia.
La relación es una perfección que no puede faltar en la Substancia divina. 
Pero hay un sólo Dios, una sola substancia divina, por lo tanto la relación supone que dentro de su Substancia Dios tiene relaciones de conocimiento y de amor recíprocos consigo mismo. Si faltara la relación en la substancia divina, faltaría una perfección que no le puede faltar.


[La imagen: La Santísima Trinidad. Jakobus-Kirche Urschalling, Chiemgau
El Espíritu Santo representado como María, su ícono más acabado, mejor que el viento que el fuego y la paloma. 
Sólo hay dos manos: comunes a las tres personas. Significan la unidad de acción del único Dios. El Uno incluye tres personas, dos procesiones, seis relaciones. Dios es relación, sabiduría, conocimiento de sí mismo y en sí mismo, amor recíproco en sí mismo en unidad de substancia]

Puesto que Dios es uno solo y no existe otro Dios a quien pueda conocer y amar y por quien pueda ser conocido y amado, Dios debe conocerse a sí mismo y amarse a sí mismo. Y como el amor implica el darse y recibirse, el Dios único debe poder entregarse entero a sí mismo y recibirse entero de sí mismo. 

En su substancia hay pues necesariamente conocimiento y amor de y a sí mismo. Esas  relaciones dentro de la única substancia divina es lo que Cristo nos vino a revelar y nosotros llamamos relaciones (sjésis) y Personas: El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo. 
El Padre engendra al Hijo por vía del conocimiento. Y esta relación implica la espiración amorosa entre ambos: el Espíritu Santo espirado por el mutuo conocimiento del Padre y del Hijo.

Dios es relación y se manifiesta como relación y en la relación, pero progresando de una alianza (vinculación o modo de vinculación) a otra:
1) Antigua Alianza: Del Dios Padre del Dios Hijo, al Dios pariente de Abraham
2) Nueva Alianza: del Dios Pariente de Israel al Dios "Padre Nuestro"

DIOS ES RELACION [1 de 2]
Sigue una conferencia pronunciada para el Clero de Arecibo:
(Puerto Rico enero 2015)

1) El beato Juan Pablo II escribió en la Tertio Millennio que el punto esencial por el que el cristianismo se diferencia de las otras religiones, – en las que desde el principio se ha expresado la búsqueda de Dios por parte del hombre –  es que, en el cristianismo, que comienza con la Encarnación del Verbo, ya no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien viene en Persona a buscar al hombre y a hablarle y a mostrarle el camino por el cual es posible alcanzarlo. “Esto es – dice el Papa – lo que proclama el Prólogo del Evangelio de Juan: ‘A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que estaba en el seno del Padre, Él lo ha contado’ (1, 18). El Verbo Encarnado es, pues, el cumplimiento del anhelo presente en todas las religiones de la humanidad[Tertio Millennio Nº 6].
2) Esta afirmación del Papa coincide con lo que décadas antes afirmaba Mircea Eliade en su Tratado de la Historia de las Religiones (Original francés en Ed. Payot, Paris 1964): “Podría decirse que todas las hierofanías [epifanías divinas] no son sino prefiguraciones del milagro de la encarnación, que cada hierofanía no es sino un intento fallido de revelar el misterio de la coincidencia [el encuentro] hombre-Dios” (Trad. Cristiandad - Madrid T.I, p. 54).
Mircea Eliade desarrolla así su pensamiento en la nota 2: “Se podría intentar salvar, dentro de la perspectiva del cristianismo, las hierofanías que precedieron el milagro de la encarnación. Por consiguiente – lejos de considerar las modalidades “paganas” de lo sagrado (fetiches, ídolos, etc.) como etapas aberrantes y degeneradas del sentimiento religioso de una humanidad degradada por el pecado –, podrían interpretarse como tentativas desesperadas de prefigurar el misterio de la encarnación. La vida religiosa entera de la humanidad – vida religiosa expresada por la dialéctica de las hierofanías – no sería, desde este punto de vista, sino una expectación de Cristo” (Lugar citado pp. 54-55).

3) Hay que apuntar a los dichos de Mircea Eliade que las diatribas bíblicas contra los ídolos tienen por motivo el desconocimiento del Creador a través de las creaturas y un endiosamiento tal de sus huellas (vestigios) que termina fatalmente en el panteísmo. Es decir, en la anulación de la distancia entre lo que el mismo Mircea Eliade descubre y encarece como cercanía al misterio cristiano de la encarnación de Dios: “toda hierofanía – dice Eliade – manifiesta la coexistencia [entiéndase: la coincidencia sin mezcla ni confusión, el encuentro en ella] de las dos esencias opuestas: sagrado y profano, espíritu y materia, eterno y no eterno”.
4) Mircea Eliade está pensando manifiestamente en la auténtica epifanía, es decir, se refiere a lo que la tradición cristiana reconoce como los “vestigia Dei” o “huellas de Dios” en la creación. Es decir de aquello que en el dedo índice de las creaturas, apunta hacia un más allá de ellas en cuanto a su causa, el poder y sabiduría que denotan por su grandeza física y por su ordenación y relaciones internas, ya sea en el espacio (uránicas, climáticas, agrícolas, vegetales, orográficas) ya sea en el orden de las estaciones y los ciclos de la fertilidad. Una cosa es la hierofanía cuando el hombre percibe esa relación de la creatura como referencia a un más allá de la creatura, es decir ese esse-ad de lo creado que remite al creador. Otra cuando el hombre se concentra en el examen del dedo índice y lo diviniza y adora. O cuando quiere forzar y obrar por sí mismo lo que debe pedir a Dios que conceda y recibir como don y gracia. De alguna manera, algunas búsquedas de Dios, son comparables al intento de Eva de comer del fruto del árbol de la vida anticipadamente, sin aguardar a que Dios se lo diera.
Así, algunas epifanías vienen de Dios, otras son construidas por iniciativa humana como proyección de un deseo que sí viene de Dios.

5) San Pablo expresa claramente en su diatriba que esa ceguera es todo lo contrario a la disposición para reconocer la distancia entre lo creado y el Creador, entre lo sagrado y lo profano: “La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron  en sus razonamientos y su insensato corazón  se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,[...] Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón [...] a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.  Por eso los entregó Dios a pasiones [...] Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad” [Romanos 1, 18-28],
La secularización es precisamente la supresión de la referencia, de la relación, del esse-ad de las realidades empíricas, a un mundo personal espiritual que lo rige. Consiste, en otras palabras, en desatender a la relacionalidad de las creaturas.
6) Pero lo que la fe bíblica considera como “lo peor” de las idolatrías y de la divinización de las fuerzas naturales y cósmicas, es que desplazan a Dios y su revelación del ámbito de lo interpersonal para ponerlo en lo impersonal cósmico, uránico, natural, agrícola, político. Y también, en el caso de la divinización de las virtudes humanas, porque su panegírico las desengarza de su referencia a su fin propio, que es la amistad interpersonal, puesto que son condiciones requeridas para la perduración de los vínculos entre los hombres, o entre el hombre y lo divino. El mérito de Aristóteles en su ética a Nicómaco fue precisamente percibir que el bien proporcionado para un ser de esencia personal, es decir relacional, es otro ser de la misma naturaleza personal, y el vínculo recíproco de amistad con el otro, por el cual cada uno procura el bien del amigo.

7) Lo que opera la secularización es la despersonalización. La secularización es ciega a la referencia o relación vestigial de todo lo existente a una intención personal sobrehumana. No sólo a un “proyecto inteligente” sino a un proyecto amoroso: “Y vio que era bueno” es decir “lo amó”. Esa ceguera se extiende también cuando se considera al ser humano y se le amputa la referencia a su Creador.
8) Así se hace del ser humano cuyo esse-ad está de manifiesto – como lo ha comprobado Mircea Eliade – en la estructura misma de su conciencia, un ser desvinculado de la esfera personal divina. En efecto, Mircea Eliade afirma en el Prefacio de su “Historia de las creencias y las ideas religiosas” que: “lo sagrado [es decir: la capacidad de percibirlo] es un elemento de la estructura de la conciencia [humana] no un estadio de la historia de esa conciencia” [Cristiandad, Madrid 1978, T. I, p. 15]. Mircea Eliade refuta así frontalmente la tesis de Augusto Comte, padre del positivismo.

9) M. Eliade también refuta a Kant quien, como es sabido, rechaza la revelación histórica cristiana de Dios, desechándola como posible fundamento de una religión racional pura y por eso mismo universal. Por el contrario, Mircea Eliade comprueba en su Tratado de Historia de las Religiones: “Lo sagrado se manifiesta siempre [en todas las religiones] dentro de una situación histórica determinada. Las experiencias místicas, aún las más personales y las más trascendentes, están influidas por el momento histórico” [O.c. T. I p. 2]).
10) El razonamiento de Immanuel Kant despersonaliza tanto la historia como la razón humana al desvincularlas de su verdad relacional. Pero también despersonaliza a Dios mismo como ser personal. Niega valor de verdad a la revelación de la Trinidad, o sea el carácter de Dios como ser personal, es decir relacional, en sí mismo, sustancialmente relacional. (Es decir tal como se ha manifestado revelando a través del Hijo hecho hombre la trinidad de personas que subsisten en su esencia íntima). Pero Kant niega también el esse-ad recíproco entre ese Dios personal y el ser personal humano. Dicho aún de otra manera: Kant niega a Dios la posibilidad de auto-manifestarse al hombre. Y pone en el hombre la capacidad de alcanzarlo por sí mismo mediante su razón, prescindiendo de toda acción o iniciativa divina. Pero esto es despersonalizar al Dios personal. Equivale a negar la posibilidad de una auto-manifestación divina y por lo tanto la desautorización de las Sagradas Escrituras que la afirman del principio al fin. Kant concibe a la razón humana como tan capaz de alcanzar a Dios en sí mismo que desvaloriza toda auto-manifestación divina, como la imposición de una evidencia al margen del poder de la propia razón y, de algún modo, lesiva para la autonomía de la razón humana.

11) Es cierto que cuando afirmamos que Dios es personaltripersonal, que en su esencia misma, su esse es un esse a se, pero que es también esse ad-se in se ipso – el término persona no es unívoco con el de persona atribuido al ser humano. Porque cada persona humana es una substancia o esencia en la cual las relaciones personales concretas son accidentales. Mientras que cuando hablamos de relaciones de personas en Dios, esas relaciones son substanciales y están inscritas en su misma sustancia divina inmutabl, única y común a las tres personas o relaciones.
12) El ser personal tanto divino como humano, sin embargo tienen algo de exclusivo en común. Por eso nos revela el Génesis que Dios creó al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, es decir seres dotados de conocimiento y voluntad, capaces de conocer y amar. Y los creó en relación interpersonal primerísima con Dios y luego entre el varón y la mujer y luego con su descendencia.
13) Las potencias cognoscitivas y volitivas en el ser humano son imagen y semejanza de las personas del Logos (inteligencia) y del Espíritu Santo (voluntad). Y varón y mujer tienen una semejanza disimétrica con el Logos y el Espíritu Santo. El varón es creador conforme a la procesión del Logos. La mujer es creada conforme a la procesión del Espíritu Santo.

14) Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre nos ha revelado y hecho entender con su Espíritu Santo en la Iglesia su Esposa, que Dios es en su esencia relacional e interpersonal sin perjuicio de la unidad de su esencia, porque su esencia una e inmutable es trinitaria y en ella subsisten tres relaciones, es decir tres personas en un mismo ser. Pero con su encarnación, nos ha revelado también que ese Dios, que creó en el principio al varón y la mujer a su imagen y para alcanzar una creciente semejanza, el mismo que en el Antiguo Testamento se hizo pariente de Abraham y de sus descendientes por Alianza de parentesco que se renovaba de generación en generación, ha abierto, a partir de la venida en carne del Hijo, y para los que creen en él, la posibilidad de ser asumidos en la vida divina, es decir en la interrelación de las divinas personas, como hijos del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. “A los que creen en su nombre les dio poder llegar a ser hechos (¡no de hacerse a sí mismos!) hijos de Dios” (Juan 1, 12), es decir, 1º ser engendrados, como el Hijo, por el re-conocimiento del Padre, 2º participar del conocimiento que el Padre tiene del Hijo, siendo así asemejados al Padre, y 3º vencer de esta manera al espíritu demoníaco el cual niega la relación mediante el asemejamiento con el Espíritu Santo.

Un paréntesis: El rechazo a la relación es lo propiamente demoníaco.
15) Hago un paréntesis para ampliar la alusión al demonio como un espíritu que niega la relación con Dios y quiere ser y usufructuar su ‘esse’ – que e,s irremediablemente, un ‘esse ab’ – viviendo y actuando sin referencia ‘ad Deum’. Este espíritu malo nos es conocido por el grito ‘Non serviam’. En los evangelios su primer grito es ‘¡¿que hay entre tú y nosotros?! ¡¿qué tienes que ver con nosotros?! ¡¿Qué tenemos que ver contigo?! (Mc. 1 24; 5,6).

16) Santo Tomás describe el pecado demoníaco en términos de ‘espíritu de prescindencia de Dios: “De este modo ambicionó el diablo ser como Dios, no ya en no estar sujeto a otro simplemente, pues así habría deseado su ‘no ser’ [...] Mas él aspiró indebidamente a ser semejante a Dios, codiciando como último fin la felicidad a que podía llegar por su propia natura, y apartando su querer de la beatitud sobrenatural, que se obtiene por la gracia. Y, si apeteció como su fin último aquella semejanza con Dios, que es por gracia, pretendió alcanzarla por virtud de su natura, y no por el auxilio de Dios según sus disposiciones. Lo cual concuerda con lo que dice San Anselmo: que ‘mal-deseó aquello mismo que hubiera alcanzado si no desobedeciera’. Y las dos cosas acaban en una, que es pretender por su propia virtud [sin Dios, sin relación interpersonal con Dios] la felicidad, lo cual es propio de Dios. [...] ambicionó, además, como consecuencia cierto principado sobre los demás seres. En lo que también presumió en su perversidad asimilarse a Dios” [Summa Theologica, 1ª Parte Q. 63, Art. 3, Cuerpo] 

17) Esta descripción nos permite reconocer esa característica en el mundo actual que quiere alcanzar metas divinas (paz, gozo, felicidad) prescindiendo de Dios y de las leyes divinas -- creaturales y reveladas --, en el gobierno de los asuntos humanos. En esto se advierte la identidad espiritual con el espíritu que lo rige y gobierna desde el anonimato, y que por eso ha sido llamado, por quienes lo conocen, “príncipe de este mundo.
18) En la descripción que hace el Cardenal Pie de la profesión del naturalismo se reconoce la misma actitud de espíritu: “Profeso altamente las doctrinas espiritualistas, quiero, con toda la energía de mi voluntad, vivir la vida del espíritu y observar las rigurosas leyes del deber. Pero no me habléis de una vida superior y sobrenatural [...] Si bien es cierto que me avergüenzo de todo lo que me degrada por debajo de mi naturaleza, tampoco siento atractivo alguno hacia lo que tienda a elevarme por encima [...] Estimo en gran manera mi naturaleza; reducida a sus elementos esenciales y tal cual Dios la ha hecho, la encuentro suficiente. No tengo la pretensión de llegar después de esta vida a una felicidad tan inefable, a una gloria trascendente [...] [Tomado de Alfredo Sáenz SJ “El Cardenal Pie. Lucidez y Coraje al servicio de la verdad” Ed. Gladius Bs. As. 2ª· ed 2007, p. 424-423].
¿Comunión con Dios? ¡No gracias!.

19) La filiación demoníaca del naturalismo la percibió el Cardenal Pie y la describió fielmente. Percibió en los distintos grados y formas del naturalismo de su época, el rechazo a la invitación a vincularse con Dios que deriva de la Encarnación del Verbo: “vosotros desarrolláis todo un orden sobrehumano, basado principalmente en el hecho de la encarnación de una persona divina [...] Pertenece a la esencia de todo privilegio el que pueda ser rehusado. Y ya que todo ese orden sobrenatural [...] es un don de Dios, gratuitamente sobre-agregado [...] a las leyes y destinos de mi naturaleza, yo me atendré a mi condición primera; viviré según las leyes de mi conciencia, según la reglas de la razón y la religión natural; y Dios no me negará, después de una vida honesta y virtuosa, la recompensa natural de las virtudes naturales” [Obra y lugar citado].
20) Nos parece estar oyendo hablar a Immanuel Kant en su obra “La Religión dentro de los límites de la Razón”. Pero nos interesaba mostrar el rostro demoníaco que se esconde tras este rechazo de la entrada en comunión con Dios. Pero nos parece también escuchar como la voz de un apuntador que dicta el discurso al escenario de este mundo, y repite el manifiesto del Ángel rebelde y jefe de todos los espíritus rebeldes a la comunión.

21) Cierro aquí el paréntesis iniciado en el número 15. Proseguiré con el desarrollo de lo anterior.

22) Mircea Eliade ha comprobado que la actitud religiosa, es decir de búsqueda de vinculación con el Dios escondido pero detectado por sus huellas o vestigios, es una estructura de la conciencia del hombre. Pero también es comprobable que el hombre es capaz de quedarse mirando el dedo que apunta hacia el Otro, y tomar el dedo como si fuera un ‘otro’ con minúscula, que sin embargo lo hipnotiza y lo distrae y lo desvía del Otro verdadero tras el cual iba; o lo detiene en el movimiento de ‘conversión’ (el shub hebreo) o sea de ‘volverse hacia’ el Otro para el encuentro presencial, enganchándose en el fantasma de un ídolo o de una idea de Dios. O simplemente endiosándose a sí mismo.

23) Santo Tomás sintetiza la doctrina de la tradición eclesial acerca de la Trinidad afirmando que en Dios, las Personas son relaciones sustanciales, que subsisten en la esencia divina misma.
24) “Una cosa es indagar la significación de la persona en general, y otra distinta la de persona divina. Persona en general significa: ‘substancia individua de naturaleza racional’”. En cualquier naturaleza significa lo que individualiza y separa una de otras. Esto es así cuando se trata de la persona humana. Pero no cuando hablamos de las personas divinas. Porque en este caso, las personas sólo se distinguen por relaciones de origen [Cuestión 27, art 2 y 3] y la relación en Dios no es como un accidente inherente a un sujeto sino que es la misma divina esencia”. [Parece entonces lícito afirmar que Dios es relación, o que la relación está en la esencia de Dios a la que son inherentes las Tres Personas].

25) En Dios “por lo tanto la relación es subsistente, como subsiste la divina esencia; y como la Deidad es Dios, del mismo modo la paternidad divina es Dios Padre, que es una persona divina. La persona divina significa, pues, la [misma] relación como subsistente; y esto es significar la relación por modo de substancia, que es ‘hipóstasis’ [substrato] subsistente en natura divina; aunque lo subsistente en natura divina no sea otra cosa que la misma natura divina. Según esto es cierto que la palabra persona significa directamente relación, e indirectamente esencia; mas no relación como tal relación, sino en cuanto se concibe por modo de hipóstasis” [relación es ‘esse ad aliud’ es una modalidad del ser que dice referencia a otro. Es un modo de ser que en nosotros es accidente y en Dios es substancia] Significa también directamente esencia e indirectamente relación, en cuanto la esencia es lo mismo que la hipóstasis; mas la hipóstasis en lo divino se significa como distinguida por relaciones; y así la relación , significada por modo de relación, cae en la razón de persona in oblicuo. [ST 1ª Q. 29, art. 4 Co.] Hablando de Dios, la palabra persona significa relación, no por modo de relación sino de sustancia, que es hipóstasis [Ad 1mam] 
24) En el siguiente capítulo voy a referirme al fundamento bíblico de estas doctrinas, comenzando por la revelación del nombre divino a Moisés: “Yo soy el que soy” o también el que “soy el que está con...” o también “Yo soy el que soy y estaré”.
25) Felizmente nuestro idioma español nos permite distinguir los dos sentidos del verbo hebreo “hayáh” que es ambivalente.


Diciembre 2014