RELIGIÓN Y VINCULACIÓN (1)
PUESTO QUE DIOS ES SABIDURÍA Y AMOR, DIOS ES RELACIÓN
Esta tesis es fundamental para entender que la unidad de la sustancia divina no excluye sino que exige que en la sustancia de Dios haya relaciones es decir personas sustanciales, relacionadas entre sí en unidad de esencia.
La relación es una perfección que no puede faltar en la Substancia divina.
Pero hay un sólo Dios, una sola substancia divina, por lo tanto la relación supone que dentro de su Substancia Dios tiene relaciones de conocimiento y de amor recíprocos consigo mismo. Si faltara la relación en la substancia divina, faltaría una perfección que no le puede faltar.
[La imagen: La Santísima Trinidad. Jakobus-Kirche Urschalling, Chiemgau
El Espíritu Santo representado como María, su ícono más acabado, mejor que el viento que el fuego y la paloma.
Sólo hay dos manos: comunes a las tres personas. Significan la unidad de acción del único Dios. El Uno incluye tres personas, dos procesiones, seis relaciones. Dios es relación, sabiduría, conocimiento de sí mismo y en sí mismo, amor recíproco en sí mismo en unidad de substancia]
Puesto que Dios es uno solo y no existe otro Dios a quien pueda conocer y amar y por quien pueda ser conocido y amado, Dios debe conocerse a sí mismo y amarse a sí mismo. Y como el amor implica el darse y recibirse, el Dios único debe poder entregarse entero a sí mismo y recibirse entero de sí mismo.
En su substancia hay pues necesariamente conocimiento y amor de y a sí mismo. Esas relaciones dentro de la única substancia divina es lo que Cristo nos vino a revelar y nosotros llamamos relaciones (sjésis) y Personas: El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo.
El Padre engendra al Hijo por vía del conocimiento. Y esta relación implica la espiración amorosa entre ambos: el Espíritu Santo espirado por el mutuo conocimiento del Padre y del Hijo.
Dios es relación y se manifiesta como relación y en la relación, pero progresando de una alianza (vinculación o modo de vinculación) a otra:
1) Antigua Alianza: Del Dios Padre del Dios Hijo, al Dios pariente de Abraham
2) Nueva Alianza: del Dios Pariente de Israel al Dios "Padre Nuestro"
DIOS ES RELACION [1 de 2]
Sigue una conferencia pronunciada para el Clero de Arecibo:
Sigue una conferencia pronunciada para el Clero de Arecibo:
(Puerto Rico enero 2015)
1) El beato Juan Pablo II escribió en
la Tertio Millennio que el punto esencial por el que el cristianismo se
diferencia de las otras religiones, – en las que desde el principio se ha
expresado la búsqueda de Dios por parte del hombre – es que, en el cristianismo, que comienza con
la Encarnación del Verbo, ya no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino que
es Dios quien viene en Persona a buscar al hombre y a hablarle y a mostrarle el
camino por el cual es posible alcanzarlo. “Esto es – dice el Papa –
lo que proclama el Prólogo del Evangelio de Juan: ‘A Dios nadie le ha visto
jamás: el Hijo único, que estaba en el seno del Padre, Él lo ha contado’ (1,
18). El Verbo Encarnado es, pues, el cumplimiento del anhelo presente en
todas las religiones de la humanidad” [Tertio Millennio Nº 6].
2) Esta afirmación del Papa coincide
con lo que décadas antes afirmaba Mircea Eliade en su Tratado de la Historia
de las Religiones (Original francés en Ed. Payot, Paris 1964): “Podría
decirse que todas las hierofanías [epifanías divinas] no son sino
prefiguraciones del milagro de la encarnación, que cada hierofanía no es sino
un intento fallido de revelar el misterio de la coincidencia [el encuentro]
hombre-Dios” (Trad. Cristiandad - Madrid T.I, p. 54).
Mircea
Eliade desarrolla así su pensamiento en la nota 2: “Se podría intentar
salvar, dentro de la perspectiva del cristianismo, las hierofanías que
precedieron el milagro de la encarnación. Por consiguiente – lejos de
considerar las modalidades “paganas” de lo sagrado (fetiches, ídolos, etc.)
como etapas aberrantes y degeneradas del sentimiento religioso de una humanidad
degradada por el pecado –, podrían interpretarse como tentativas
desesperadas de prefigurar el misterio de la encarnación. La vida religiosa
entera de la humanidad – vida religiosa expresada por la dialéctica de las
hierofanías – no sería, desde este punto de vista, sino una expectación de
Cristo” (Lugar citado pp. 54-55).
3) Hay que apuntar a los dichos de
Mircea Eliade que las diatribas bíblicas contra los ídolos tienen por motivo el
desconocimiento del Creador a través de las creaturas y un endiosamiento tal de
sus huellas (vestigios) que termina fatalmente en el panteísmo. Es decir, en la
anulación de la distancia entre lo que el mismo Mircea Eliade descubre y
encarece como cercanía al misterio cristiano de la encarnación de Dios: “toda
hierofanía – dice Eliade – manifiesta la coexistencia [entiéndase:
la coincidencia sin mezcla ni confusión, el encuentro en ella] de las dos
esencias opuestas: sagrado y profano, espíritu y materia, eterno y no eterno”.
4) Mircea Eliade está pensando
manifiestamente en la auténtica epifanía, es decir, se refiere a lo que la
tradición cristiana reconoce como los “vestigia Dei” o “huellas de Dios” en la
creación. Es decir de aquello que en el dedo índice de las creaturas, apunta
hacia un más allá de ellas en cuanto a su causa, el poder y sabiduría que
denotan por su grandeza física y por su ordenación y relaciones internas, ya
sea en el espacio (uránicas, climáticas, agrícolas, vegetales, orográficas) ya
sea en el orden de las estaciones y los ciclos de la fertilidad. Una cosa es la
hierofanía cuando el hombre percibe esa relación de la creatura como referencia
a un más allá de la creatura, es decir ese esse-ad
de lo creado que remite al creador. Otra cuando el hombre se concentra en el
examen del dedo índice y lo diviniza y adora. O cuando quiere forzar y obrar
por sí mismo lo que debe pedir a Dios que conceda y recibir como don y gracia.
De alguna manera, algunas búsquedas de Dios, son comparables al intento de Eva
de comer del fruto del árbol de la vida anticipadamente, sin aguardar a que
Dios se lo diera.
Así,
algunas epifanías vienen de Dios, otras son construidas por iniciativa humana
como proyección de un deseo que sí viene de Dios.
5) San Pablo expresa claramente en su
diatriba que esa ceguera es todo lo contrario a la disposición para reconocer
la distancia entre lo creado y el Creador, entre lo sagrado y lo profano: “La
cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de
los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se
puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo
invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a
través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables;
porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron
gracias, antes bien se ofuscaron en sus
razonamientos y su insensato corazón se
entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos,[...] Por eso Dios
los entregó a las apetencias de su corazón [...] a ellos que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del
Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
Por eso los entregó Dios a pasiones [...] Y como no tuvieron a bien
guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente
insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia,
perversidad, codicia, maldad” [Romanos 1, 18-28],
La secularización es precisamente la
supresión de la referencia, de la relación, del esse-ad de las
realidades empíricas, a un mundo personal
espiritual que lo rige. Consiste, en otras palabras, en desatender a la relacionalidad
de las creaturas.
6) Pero lo que la fe bíblica considera
como “lo peor” de las idolatrías y de la divinización de las fuerzas naturales
y cósmicas, es que desplazan a Dios y su revelación del ámbito de lo interpersonal para ponerlo en lo impersonal cósmico, uránico, natural,
agrícola, político. Y también, en el caso de la divinización de las virtudes
humanas, porque su panegírico las desengarza de su referencia a su fin
propio, que es la amistad interpersonal, puesto que son condiciones requeridas
para la perduración de los vínculos entre los hombres, o entre el hombre y lo
divino. El mérito de Aristóteles en su ética a Nicómaco fue precisamente
percibir que el bien proporcionado para un ser de esencia personal, es decir
relacional, es otro ser de la misma naturaleza personal, y el vínculo recíproco
de amistad con el otro, por el cual cada uno procura el bien del amigo.
7) Lo que opera la secularización es
la despersonalización. La secularización es ciega a la referencia o
relación vestigial de todo lo existente a una intención personal
sobrehumana. No sólo a un “proyecto inteligente” sino a un proyecto amoroso: “Y vio que era bueno” es decir
“lo amó”. Esa ceguera se extiende también cuando se considera al ser humano y
se le amputa la referencia a su Creador.
8) Así se hace del ser humano cuyo esse-ad está de manifiesto – como lo ha
comprobado Mircea Eliade – en la estructura misma de su conciencia, un ser
desvinculado de la esfera personal divina. En efecto, Mircea Eliade afirma en
el Prefacio de su “Historia de las creencias y las ideas religiosas” que: “lo
sagrado [es decir: la capacidad de percibirlo] es un elemento de la estructura
de la conciencia [humana] no un estadio de la historia de esa conciencia”
[Cristiandad, Madrid 1978, T. I, p. 15]. Mircea Eliade refuta así frontalmente
la tesis de Augusto Comte, padre del positivismo.
9) M. Eliade también refuta a Kant
quien, como es sabido, rechaza la revelación histórica cristiana de Dios,
desechándola como posible fundamento de una religión racional pura y por eso
mismo universal. Por el contrario, Mircea Eliade comprueba en su Tratado de Historia de las Religiones:
“Lo sagrado se manifiesta siempre [en todas las religiones] dentro de una
situación histórica determinada. Las experiencias místicas, aún las más
personales y las más trascendentes, están influidas por el momento histórico” [O.c. T. I p. 2]).
10) El razonamiento de Immanuel Kant
despersonaliza tanto la historia como la razón humana al desvincularlas de su
verdad relacional. Pero también despersonaliza a Dios mismo como ser personal.
Niega valor de verdad a la revelación de la Trinidad, o sea el carácter de Dios
como ser personal, es decir relacional, en sí mismo, sustancialmente relacional. (Es decir
tal como se ha manifestado revelando a través del Hijo hecho hombre la trinidad
de personas que subsisten en su esencia íntima). Pero Kant niega también el esse-ad recíproco entre ese Dios
personal y el ser personal humano. Dicho aún de otra manera: Kant niega a Dios
la posibilidad de auto-manifestarse al hombre. Y pone en el hombre la capacidad
de alcanzarlo por sí mismo mediante su razón, prescindiendo de toda acción o
iniciativa divina. Pero esto es despersonalizar
al Dios personal. Equivale a negar la posibilidad de una auto-manifestación
divina y por lo tanto la desautorización de las Sagradas Escrituras que la
afirman del principio al fin. Kant concibe a la razón humana como tan capaz de
alcanzar a Dios en sí mismo que desvaloriza toda auto-manifestación divina,
como la imposición de una evidencia al margen del poder de la propia razón y,
de algún modo, lesiva para la autonomía de la razón humana.
11) Es cierto que cuando afirmamos que
Dios es personal – tripersonal,
que en su esencia misma, su esse es un esse a se, pero que es también
esse ad-se in se ipso – el término persona no es unívoco con el
de persona atribuido al ser humano. Porque cada persona humana es una
substancia o esencia en la cual las relaciones personales concretas son
accidentales. Mientras que cuando hablamos de relaciones de personas en Dios,
esas relaciones son substanciales y están inscritas en su misma sustancia
divina inmutabl, única y común a las tres personas o relaciones.
12) El ser personal tanto divino como
humano, sin embargo tienen algo de exclusivo en común. Por eso nos revela el
Génesis que Dios creó al varón y a la mujer a su imagen y semejanza, es decir
seres dotados de conocimiento y voluntad, capaces de conocer y amar. Y los creó
en relación interpersonal primerísima con Dios y luego entre el varón y la
mujer y luego con su descendencia.
13) Las potencias cognoscitivas y
volitivas en el ser humano son imagen y semejanza de las personas del Logos
(inteligencia) y del Espíritu Santo (voluntad). Y varón y mujer tienen una
semejanza disimétrica con el Logos y el Espíritu Santo. El varón es creador
conforme a la procesión del Logos. La mujer es creada conforme a la procesión
del Espíritu Santo.
14) Jesucristo, el Hijo de Dios hecho
hombre nos ha revelado y hecho entender con su Espíritu Santo en la Iglesia su
Esposa, que Dios es en su esencia relacional e interpersonal sin perjuicio de
la unidad de su esencia, porque su esencia una e inmutable es trinitaria y en
ella subsisten tres relaciones, es decir tres personas en un mismo ser. Pero
con su encarnación, nos ha revelado también que ese Dios, que creó en el
principio al varón y la mujer a su imagen y para alcanzar una creciente
semejanza, el mismo que en el Antiguo Testamento se hizo pariente de Abraham y
de sus descendientes por Alianza de parentesco que se renovaba de generación en
generación, ha abierto, a partir de la venida en carne del Hijo, y para los que
creen en él, la posibilidad de ser asumidos en la vida divina, es decir en la
interrelación de las divinas personas, como hijos del Padre, por el Hijo, en el
Espíritu Santo. “A los que creen en su nombre les dio poder llegar a ser hechos
(¡no de hacerse a sí mismos!) hijos de Dios” (Juan 1, 12), es decir, 1º ser
engendrados, como el Hijo, por el re-conocimiento del Padre, 2º participar del
conocimiento que el Padre tiene del Hijo, siendo así asemejados al Padre, y 3º
vencer de esta manera al espíritu demoníaco el cual niega la relación mediante
el asemejamiento con el Espíritu
Santo.
Un
paréntesis: El rechazo a la relación es lo propiamente demoníaco.
15) Hago un paréntesis para ampliar la
alusión al demonio como un espíritu que niega la relación con Dios y quiere ser
y usufructuar su ‘esse’ – que e,s irremediablemente, un ‘esse ab’ – viviendo y
actuando sin referencia ‘ad Deum’. Este espíritu malo nos es conocido por el
grito ‘Non serviam’. En los evangelios su primer grito es ‘¡¿que hay entre tú y
nosotros?! ¡¿qué tienes que ver con nosotros?! ¡¿Qué tenemos que ver contigo?!
(Mc. 1 24; 5,6).
16) Santo Tomás describe el pecado
demoníaco en términos de ‘espíritu de prescindencia
de Dios: “De este modo ambicionó el diablo ser como Dios, no ya en no estar
sujeto a otro simplemente, pues así habría deseado su ‘no ser’ [...] Mas él
aspiró indebidamente a ser semejante a Dios, codiciando como último fin la
felicidad a que podía llegar por su propia natura, y apartando su querer de la
beatitud sobrenatural, que se obtiene por la gracia. Y, si apeteció como su fin
último aquella semejanza con Dios, que es por gracia, pretendió alcanzarla por
virtud de su natura, y no por el auxilio de Dios según sus disposiciones. Lo
cual concuerda con lo que dice San Anselmo: que ‘mal-deseó aquello mismo que
hubiera alcanzado si no desobedeciera’. Y las dos cosas acaban en una, que es
pretender por su propia virtud [sin Dios, sin relación interpersonal con Dios]
la felicidad, lo cual es propio de Dios. [...] ambicionó, además, como
consecuencia cierto principado sobre los demás seres. En lo que también
presumió en su perversidad asimilarse a Dios” [Summa Theologica, 1ª Parte Q.
63, Art. 3, Cuerpo]
17) Esta descripción nos permite
reconocer esa característica en el mundo actual que quiere alcanzar metas
divinas (paz, gozo, felicidad) prescindiendo de Dios y de las leyes divinas -- creaturales
y reveladas --, en el gobierno de los asuntos humanos. En esto se advierte la
identidad espiritual con el espíritu que lo rige y gobierna desde el anonimato,
y que por eso ha sido llamado, por quienes lo conocen, “príncipe de este mundo.
18) En la descripción que hace el
Cardenal Pie de la profesión del naturalismo se reconoce la misma actitud de
espíritu: “Profeso altamente las doctrinas espiritualistas, quiero, con toda la
energía de mi voluntad, vivir la vida del espíritu y observar las rigurosas
leyes del deber. Pero no me habléis de una vida superior y sobrenatural [...]
Si bien es cierto que me avergüenzo de todo lo que me degrada por debajo de mi
naturaleza, tampoco siento atractivo alguno hacia lo que tienda a elevarme por
encima [...] Estimo en gran manera mi naturaleza; reducida a sus elementos
esenciales y tal cual Dios la ha hecho, la encuentro suficiente. No tengo la
pretensión de llegar después de esta vida a una felicidad tan inefable, a una
gloria trascendente [...] [Tomado de Alfredo Sáenz SJ “El Cardenal Pie. Lucidez
y Coraje al servicio de la verdad” Ed. Gladius Bs. As. 2ª· ed 2007, p.
424-423].
¿Comunión
con Dios? ¡No gracias!.
19) La filiación demoníaca del
naturalismo la percibió el Cardenal Pie y la describió fielmente. Percibió en los
distintos grados y formas del naturalismo de su época, el rechazo a la
invitación a vincularse con Dios que deriva de la Encarnación del Verbo:
“vosotros desarrolláis todo un orden sobrehumano, basado principalmente en el
hecho de la encarnación de una persona divina [...] Pertenece a la esencia de
todo privilegio el que pueda ser rehusado. Y ya que todo ese orden sobrenatural
[...] es un don de Dios, gratuitamente sobre-agregado [...] a las leyes y
destinos de mi naturaleza, yo me atendré a mi condición primera; viviré según
las leyes de mi conciencia, según la reglas de la razón y la religión natural;
y Dios no me negará, después de una vida honesta y virtuosa, la recompensa
natural de las virtudes naturales” [Obra y lugar citado].
20) Nos parece estar oyendo hablar a
Immanuel Kant en su obra “La Religión dentro de los límites de la Razón”. Pero
nos interesaba mostrar el rostro demoníaco que se esconde tras este rechazo de
la entrada en comunión con Dios. Pero nos parece también escuchar como la voz
de un apuntador que dicta el discurso al escenario de este mundo, y repite el
manifiesto del Ángel rebelde y jefe de todos los espíritus rebeldes a la
comunión.
21) Cierro aquí el paréntesis iniciado
en el número 15. Proseguiré con el desarrollo de lo anterior.
22) Mircea Eliade ha comprobado que la
actitud religiosa, es decir de búsqueda de vinculación con el Dios escondido
pero detectado por sus huellas o vestigios, es
una estructura de la conciencia del hombre. Pero también es comprobable que
el hombre es capaz de quedarse mirando el dedo que apunta hacia el Otro, y
tomar el dedo como si fuera un ‘otro’ con minúscula, que sin embargo lo hipnotiza
y lo distrae y lo desvía del Otro verdadero tras el cual iba; o lo detiene en
el movimiento de ‘conversión’ (el shub hebreo) o sea de ‘volverse hacia’ el
Otro para el encuentro presencial, enganchándose en el fantasma de un ídolo o
de una idea de Dios. O simplemente endiosándose a sí mismo.
23) Santo Tomás sintetiza la doctrina
de la tradición eclesial acerca de la Trinidad afirmando que en Dios, las
Personas son relaciones sustanciales,
que subsisten en la esencia divina
misma.
24) “Una cosa es indagar la
significación de la persona en general, y otra distinta la de persona
divina. Persona en general significa: ‘substancia individua de naturaleza
racional’”. En cualquier naturaleza significa lo que individualiza y separa una
de otras. Esto es así cuando se trata de la persona humana. Pero no cuando
hablamos de las personas divinas. Porque en este caso, las personas sólo se
distinguen por relaciones de origen [Cuestión 27, art 2 y 3] y la relación en Dios no es como un accidente
inherente a un sujeto sino que es la misma divina esencia”. [Parece
entonces lícito afirmar que Dios es
relación, o que la relación está en la esencia de Dios a la que son
inherentes las Tres Personas].
25) En Dios “por lo tanto la relación
es subsistente, como subsiste la divina esencia; y como la Deidad es Dios, del
mismo modo la paternidad divina es Dios Padre, que es una persona divina. La
persona divina significa, pues, la [misma] relación como subsistente; y
esto es significar la relación por modo de substancia, que es ‘hipóstasis’
[substrato] subsistente en natura divina; aunque lo subsistente en natura
divina no sea otra cosa que la misma natura divina. Según esto es cierto que la
palabra persona significa directamente relación, e indirectamente esencia; mas
no relación como tal relación, sino en cuanto se concibe por modo de
hipóstasis” [relación es ‘esse ad aliud’ es una modalidad del ser que dice
referencia a otro. Es un modo de ser que en nosotros es accidente y en Dios es
substancia] Significa también directamente esencia e indirectamente relación,
en cuanto la esencia es lo mismo que la hipóstasis; mas la hipóstasis en lo
divino se significa como distinguida por relaciones; y así la relación ,
significada por modo de relación, cae en la razón de persona in oblicuo.
[ST 1ª Q. 29, art. 4 Co.] Hablando de Dios, la palabra persona significa
relación, no por modo de relación sino de sustancia, que es hipóstasis [Ad
1mam]
24) En el siguiente capítulo voy a
referirme al fundamento bíblico de estas doctrinas, comenzando por la
revelación del nombre divino a Moisés: “Yo soy el que soy” o también el que
“soy el que está con...” o también “Yo soy el que soy y estaré”.
25) Felizmente nuestro idioma español
nos permite distinguir los dos sentidos del verbo hebreo “hayáh” que es
ambivalente.
Diciembre
2014
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