jueves, 31 de diciembre de 2009

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 11
PUES PARA ESTO SALÍ

“Vayamos a otra parte, a las poblaciones inmediatas para que también allí pueda yo predicar, pues para esto salí” (Marcos 1, 38)
[agômen allajou eis tas erjomenas kômopoleis, ina kai ekei kêruxo eis touto gar exêlthon]

Este versículo del evangelio según san Marcos, habla de una "salida" de Jesús. Es una expresión de apariencia banal, pero, sin embargo, intrigante. Ella refleja una de las dimensiones "sumergidas" del sentido del mensaje marcano. Para sacarla de la profundidad en que se oculta conviene detenerse en ella y compulsarla con lo que en el Evangelio de San Juan y otros textos del Nuevo Testamento nos explicitan sobre esta
"salida" de Jesucristo.

El salir de Jesús
Comentario

Es el salir de la Palabra de Dios.
Se dice en la Biblia que la Palabra de Dios sale de Dios, que sale de la Boca de Dios. A menudo se dice en la Sagrada Escritura que vino la palabra de Dios a alguien, a un profeta, o a un justo, o a un orante.
Por ejemplo:

jueves, 10 de diciembre de 2009

GRANDES INTÉRPRETES DE LA ESCRITURA
HUGO Y RICARDO DE SAN VÍCTOR

La ciencia de la que se ocupan los filósofos y los teólogos de los Victorinos es de forma particular la teología, que requiere ante todo el estudio amoroso de la Sagrada Escritura. Para conocer a Dios, de hecho, no se puede sino partir de lo que Dios mismo ha querido revelar de sí mismo a través de las Escrituras.

S.S. Benedicto XVI - Catequesis en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 25 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).-
Ofrecemos a continuación el texto de la catequesis pronunciada durante la Audiencia General, celebrada en el Aula Pablo VI.


Queridos hermanos y hermanas,
en estas Audiencias del miércoles estoy presentando algunas figuras ejemplares de creyentes que se han empeñado en mostrar la concordia entre la religión y la fe y a testimoniar con su vida el anuncio del Evangelio. Hoy quiero hablaros de Hugo y Ricardo de San Víctor. Ambos están entre esos notables filósofos y teólogos conocidos con el nombre de Victorinos, porque vivieron en la abadía de San Víctor, en París, fundada a principios del siglo XII por Guillermo de Champeaux. El mismo Guillermo fue un maestro renombrado, que consiguió dar a su abadía una sólida identidad cultural. En San Víctor, de hecho, se inauguró una escuela para la formación de los monjes, abierta también a estudiantes externos, donde se realizó una síntesis feliz entre las dos formas de hacer teología, del que ya he hablado en catequesis anteriores: es decir, la teología monástica, orientada mayormente a la contemplación de los misterios de la fe en la Escritura, y de la teología escolástica, que utilizaba la razón para intentar escrutar estos misterios con métodos innovadores, de crear un sistema teológico.

jueves, 3 de diciembre de 2009

FUERTE EXHORTACIÓN DEL PAPA A LOS TEÓLOGOS

PERFIL DEL TEÓLOGO VERDADERO Y DEL FALSO

En la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, que fue nuevamente abierta al culto hace algunos meses el Papa Benedicto XVI presidió el primero de diciembre de 2009 la Santa Misa, en la que participaron los miembros de la Comisión Teológica Internacional, reunida en estos días en el Vaticano para su sesión plenaria anual.
El Papa, dando una vez más el ejemplo, celebró la Santa Misa ad orientem y pronunció una fuerte homilía en la que hizo una severa crítica a la teología contemporánea.
El texto completo en:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2009/documents/hf_ben-xvi_hom_20091201_cti_sp.html

El verdadero teólogo es aquél que no cede a la tentación de medir con la propia inteligencia el misterio de Dios, con frecuencia vaciando de sentido la figura de Cristo. Es aquél que tiene conciencia de la propia limitación, como lo fueron muchos grandes santos reconocidos también como grandes maestros.

En cambio, el prototipo del teólogo presuntuoso que estudia la Sagrada Escritura como ciertos científicos estudian la naturaleza – es decir, con una frialdad académica que pretende hacer una vivisección del misterio e ignora la chispa de lo trascendente