3. - La frase en su contexto Conviene ubicar, ahora, en su contexto la frase de Esdras que nos habla del gozo como fuente de fortaleza, para comprender mejor lo que implica.
Con esta frase, el gobernador Nehemías y el sacerdote Esdras, exhortan al pueblo de Dios en un momento crucial de su historia que se considera como el día del nacimiento del Judaísmo. Esdras lee la ley en la fiesta de las Tiendas delante de la puerta del Agua de la Jerusalén recién reconstruida. Sus habitantes han levantado las murallas hostigados por los vecinos y teniendo la herramienta en una mano y la espada en la otra. Han terminado su obra y es un día inaugural para la ciudad entera.
De pie sobre un estrado para que lo vea y escuche todo el pueblo, Esdras abre el libro
y después de bendecir al pueblo, lee en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que se comprenda la lectura. Todo el pueblo llora al oír las palabras de la Ley. Es un llanto de compunción, porque la lectura de los designios del amor divino hacen resaltar la gravedad de los pecados que arrastraron a su ruina y al destierro al pueblo elegido.
Es en esta ocasión y en esta situación espiritual del pueblo, - en la que Nehemías el gobernador, Esdras el sacerdote y los levitas que explican al pueblo lo que se está leyendo -, le dicen: ‘este día está consagrado a Yahvé vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis, porque el gozo del Señor (jedwat 'adonáy) es vuestra fortaleza” [ ki jedwat 'adonáy hi' macuzzekhém]
Las murallas de Jerusalén acababan de ser reconstruidas y Sión era de nuevo una plaza fuerte. Sin embargo, no es ésta la fortaleza en la que ponían la confianza, ni la que celebraban los refundadores de la ciudad santa. La historia del pueblo les había enseñado que las antiguas murallas de nada habían servido y que, más que por los arietes de los enemigos exteriores, habían sido derribadas desde dentro al debilitarse el amor a Dios. Habían abierto brecha en ellas el olvido de Dios y el desamor, la infidelidad a la Alianza y los pecados del pueblo.
Israel sabía que la fortaleza es en parte una virtud y en parte un don de Dios. Y que la seguridad es un don divino, que no depende sólo de la preparación militar y la capacidad defensiva: "Si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los que la construyen. Si el Señor no guarda la ciudad, el centinela se desvela en vano" [Salmo 126,1. Cuánto tiene que aprender esta sabiduría la ideología de la seguridad nacional es evidente.]
El Señor defiende al pueblo cuando es fiel y le somete los enemigos, pero cuando es infiel, cuando se aparta de su amor y se va tras los ídolos, ingrato, indiferente o tibio, lo abandona a sus propias fuerzas, que es decir: lo abandona a su debilidad, entregándolo en manos de los que lo odian, vendiéndolos por nada [Salmo 43,13:].
----------------------------- Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario