1.3. - Continuando con los textos sobre la fortaleza Volvamos ahora a la enumeración de textos por los que pudiéramos haber empezado esta exposición, y que interrumpimos para presentar el arquetipo de la fortaleza de los guerreros de Dios.
No sólo los rudos contextos de la guerra santa nos ofrecen enseñanzas sobre la fuerza de Dios y del creyente. También en el perfumado contexto del Cantar de los Cantares nos encontramos revelaciones nada desdeñables sobre la fortaleza.
Y ella nos orienta mejor en la dirección del secreto de la fortaleza y a su fuente que es la alianza de amor y de amistad entre Dios y su pueblo: “Fuerte es el amor como la muerte, como el she'ol el celo, flechas incendiarias sus saetas; llamarada divina que no puede extinguirla el océano ni apagarla los ríos” [Cantar de los Cantares 8,6: ki 'azzáh khammáwet 'ahaváh, qasháh khisheol qine'áh]
Y si acudimos al Nuevo Testamento nos encontramos con aquellos textos de San Pablo que tanto nos sorprenden con sus paradojas entre fuerza y debilidad, dándonos a entender que la fortaleza cristiana es algo misteriosa y sustancialmente distinto de lo que en el mundo ajeno a la fe se entiende por tal:
"La debilidad de Dios, - en efecto - es más fuerte que la fuerza de los hombres" [1 Corintios 1,25b]
"Mi gracia te basta porque mi fuerza se consuma en la debilidad. Por lo tanto muy gustosamente seguiré gloriándome sobre todo de mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte" [2 Corintios 12,9-10]
"Hacéos fuertes en el Señor y en la fuerza de su poder" [Efesios 6,10:] "Si Dios está con nosotros quién contra nosotros” [Romanos 8,31] "Todo lo puedo en Aquél que me conforta" [ Filipenses 4,13. Ver también 1 Tim 1,12: "doy gracias a Aquél que me conforta"; 2 Tim 4, 17: "pero el Señor estuvo a mi lado y me confortó"; 1 Cor 16,13: "manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes, hacedlo todo en caridad"]
“En todo supervencemos por aquél que nos amó” [Romanos 8,37]
San Juan, por último, es el hagiógrafo de la victoria de Cristo y el cristiano. Nadie como él nos habla tanto ni tan explícitamente de la victoria en sus escritos:
Como testamento de su última cena, Jesús anuncia tribulaciones, pero invita a la confianza en su victoria, que adelanta la de los que lo aman: “No temáis, yo he vencido al mundo” [ Juan 16,33]
Y el apóstol Juan exhorta a su comunidad diciendo: "Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y habéis vencido al maligno" [1 Juan 2,1]
“Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe... ¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el hijo de Dios?” [1 Juan 5,4-5]
Por último, en las siete cartas a las Iglesias, se promete premio a los vencedores: "No temas lo que vas a sufrir... manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida... el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda" [ Apocalipsis 2,10-11]
"Al vencedor, al que guarde mis obras hasta el fin, le daré poder sobre las naciones" [Apocalipsis 2,26]
Cualquiera de estos textos se hubiera prestado para comenzar a exponer, a partir de él, la teología bíblica de la fortaleza y en particular, su relación con la caridad.
------------------------------ Conferencia en las VII Jornadas de Espiritualidad Católica sobre: LAS VIRTUDES CRISTIANAS Organizadas por el Oratorio Jerónimo Frassati, ”. El Volcán, San Luis, 15-17 Junio 2001
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