DE LA MEDICINA GRIEGA (2)
San Lucas médico griego
y Evangelista del Espíritu Santo
Los exegetas están de acuerdo en reconocer que Lucas es de un modo particular el evangelista del Espíritu Santo.
“El Espíritu ocupa un puesto clave en el evangelio de Lucas. Es el evangelio del Espírito, como poder que actúa” [Jesús Caba, De los Evangelios al Jesús histórico. Introducción a la Cristología. BAC, Madrid 1971, cita en página 300. Caba se remite a la obra de G.W. Lampe, The Holy Spirit in the Writings of St. Luke, En Studies in the Gospel (Oxford 1957) p. 165]
El Espíritu Santo es evidentemente un fruto de la religión de Israel.
Pero para Lucas esta realidad religiosa se revela plenamente en Jesús y en su Iglesia.
“Muchos de los personajes – observa Jesús Caba – se presentan [en el evangelio según San Lucas] invadidos de esta fuerza:
+ Juan el Bautista es lleno del Espíritu aun en el seno materno (1, 15) y con su fuerza crece y se conforta en el desierto (1, 80);
+ Isabel habla movida del Espíritu (1, 41), al igual que Zacarías (1, 67);
+ Simeón es un personaje en quien reside el Espíritu, recibe su comunicación y por su acción es traído al templo (2, 25-27).
+ En Jesús interviene el Espíritu: en su concepción (1, 35), en el bautismo (3, 22); invadido por el Espíritu es conducido por él en el desierto (4, 1), por esta misma fuerza es lanzado a su actuación en Galilea (4, 14), se presenta ungido por el Espíritu para evangelizar a los pobres (4, 18). En este Espíritu se alegra Jesús (10, 21)
Este Espíritu, que llena muchos personajes del evangelio se les promete a los apóstoles, ellos serán revestidos en la ciudad de la fuerza de lo alto (24, 49; Hechos 2, 1-12) con esta fuerza serán testigos de Jesús hasta el confín de la tierra (Hechos 1, 8).
El Espíritu será el que les ponga las palabras apropiadas en sus labios (12, 12; Hechos 4, 8)
Esta fuerza del Espíritu la dará igualmente el Padre a aquellos que la pidan (11, 13).
Sus principales efectos son los efectos del amor, del amor divino, el gozo, la paz, la fortaleza.
Según la enumeración de ellos que hace San Pablo, produce en los creyentes este efecto: "el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 modestia, dominio de sí" (Galatas 5, 22-23).
Para Lucas, el Espíritu Santo produce efectos de experiencia actual del creyente en la iglesia. La presencia operante el Espíritu de Jesús se manifiesta en tres rasgos acentuados por la Cristología de Lucas: 1) Jesús como profeta viene en continuidad con el ciclo de Elías-Eliseo. Esto explica un segundo rasgo de Jesús: 2) Jesús es soter o salvador de la muerte y también un tercer rasgo: 3) Jesús-kyrios, Señor o Supremo bienhechor del hombre.
[Véase J. BORREMANS, L’ Esprit Saint dans la catechèse évangelique de Luc en : Lumen Vital XXV (1970) 103-122. Más bibliografía sobre Lucas y el Espíritu Santo : LEAL, o.c. pp. 14-15; FEINE-BEHM-KUMMEL, o.c: pp. 90-91].
Se comprendería mal a Lucas si se pensara que ofrece a su lector de origen griego-gentil una reducción de los Hechos cristianos a las teorías o doctrinas paganas, para hacérselas aceptables. Pero no hay dificultad en aceptar que Lucas defendió la certeza de los hechos, mostrando que eran coherentes y compartibles con lo mejor del pensamiento científico griego.
Ni siquiera en esto puede decir que Lucas haya inventado un camino totalmente nuevo. El método que practico la apologética y el proselitismo judío en la diáspora gentil era semejante. De ellos dan testimonio las obras de Filón y de Flavio Josefo. Cuando Flavio Josefo quiere que su lector gentil se haga una idea de lo que puede ser el partido fariseo, no vacila en compararlo con la filosofía estoica: “A los dieciocho años comencé a conducirme siguiendo los principios de la secta de los Fariseos, que se parece a lo que los griegos la llaman la Escuela del Pórtico” [Biografía II, 7; Contra Apion II, 167 ss donde compara a Moisés con los filósofos griegos]. La idea de que los filósofos griegos son tributarios de la Biblia es un lugar común de la apologética judeo-alejandrina desde el período de los Ptolomeos. Ya Artapanos afirmaba que Orfeo había sido discípulo de Moisés. Según Filón, Moisés habría inspirado a Heraclio y a los estoicos; según Aristóbulo le serían deudores también Homero, Hesíodo, Pitágoras, Sócrates y Platón. Y así lo asumen Eusebio en su obra De Praeparatione Evangelica [XIII, 12] y san Clemente de Alejandría quien asegura que se le atribuía el mismo origen a la escuela peripatética [Stromata V, 14, 97] [Tomado de la Nota de Teodoro Reinach a su edición del Contra Apion en la Edición Belles Lettres, París 1930, p. 87].
En Lucas, como en Pablo – y sobre todo a partir de la experiencia del Areópago—los hechos, (la Pasión y la Resurrección, la Vida de Cristo y la experiencia de la Iglesia) se convierten en la piedra de toque que mide toda idea y toda doctrina. [Cfr. BERTIL GERTNER, The Areopagus Speech and Natural Revelation Copenhagen-Uppsala 1955 (Acta Seminarii Neotestametnici Uppsaliensis XXI) en especial las páginas 26ss donde trata de la historiografía de Lucas.
También interesa la discusión de Gertner acerca del grado de asimilación y adaptación de Pablo y su mensaje frente al mundo gentil (o.c. cap. IV). Sus oyentes del Areópago califican a Pablo de “spermologos” (gorrión) aludiendo a que picotea ideas extrañas. Los oyentes sintieron que les hablaba en un lenguaje familiar, pero al mismo tiempo les decía algo nuevo y extraño]
Ambos, Lucas y Pablo, proceden tomando términos familiares al mundo del pensamiento griego (y en el caso de Lucas parece que toma los comunes al orden médico) y tratan de cargarlos del nuevo sentido que deriva de los hechos de la revelación cristiana. El Pneuma sería una de esas categorías, evangelizadas a partir de los hechos de la revelación cristiana.
Tanto Pablo como Lucas están inmersos en un mundo cultural en el cual se viene gestando una simbiosis secular entre lo helénico y lo semítico. Nos baste aquí remitir a algunos autores y obras que han intentado rehacer las peripecias de esos complicados procesos: M. POHLENZ, Stoa and Semistismus Neue Jahrb. F. Wiss. Ujnd Jugendbildung 2,1926,268; A. ORBE, Estudios Valentinianos, Roma 1956-1966; E. ELORDUY-J. PÉREZ ALONSO, El Estoicismo, Madrid 1972. Véase en esta última obra la caracterización estoica del pneuma: ektikón, fusikón ypsujikón; así como sus relaciones con el logos estoico (pp. 122 y 102 resp.)y a su vez del logos con el qanah semítico (pp. 25-32). Este panorama del trasfondo culturales imprescindible para dar relieve y perspectiva a todo análisis filológico.
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