La escuela de medicina neumática y el Espíritu según Aristóteles
Precisamente en los años en que se comenzaba a extender el cristianismo llegaba a su apogeo y florecimiento una escuela de la medicina griega conocida como la Escuela Pneumática, insipirada en las doctrinas aristotélicas sobre el Espiritu.
El Espíritu según Aristóteles
Para Aristóteles el Pneuma tiene múltiples funciones instrumentales en los fenómenos naturales (De Animalium Generatione Lib. V, cap. VIII al fin);
tiene una naturaleza sutilísima y por eso desarrolla la máxima fuerza y velocidad (Metereol. Lib. II, Cáp. VIII);
esta fuerza es causa de los movimientos de la Tierra (lugar citado);
está en relación con el rayo, se manifiesta antes y después del mismo,
aviva el fuego y lo convierte en llama,
es invisible, pero se manifiesta en humo o vapor,
es más poderoso que el elemento agua,
está en ella y contenido en el mar
además de manifestarse en la fuerzas cósmicas
desempeña un rol decisivo en el mundo de las fuerzas biológicas
y en los fenómenos vitales más importantes;
por ejemplo en la generación animal (De Animalium Generatione Lib. II Cáp. I)
y en la respiración; etc. [Véase el índice a la Opera Omnia de Aristóteles, Ed. Firmin-Didot, París 1930, voz; Spiritus].
Ateneo de Attaleia
El máximo exponente de la escuela griega de medicina pneumática, Ateneo de Attaleia ejerció activamente entre los años 41-54 d. C. Las raíces de su escuela pueden buscarse en épocas anteriores, pues llega a Roma durante el gobierno del emperador Claudio [que reinó desde el 41 al 54 d.C] y cuenta con numerosos representantes.
El nombre de escuela Pneumática, como hemos dicho, viene del importante papel que esta escuela atribuye al “Pneuma” o espíritu en la fisiología y la patología, aun cuando muy pronto adopta una tendencia ecléctica en la elección y combinación de diferentes orientaciones médicas, característico rasgo de la medicina de la época.
Esta escuela parece haber estado bajo el influjo del estoicismo.
[Véase DIEPGEN, o.c., pp. 103-105. Véase E. ELORDUY, El Estoicismo. (Madrid, Gredos 1972), Vol, I, pp. 121-122.]
Para los médicos de esta escuela el origen de la vida es algo como un soplo: “el pneuma”, el alma no sólo del individuo sino del mundo, que todo lo penetra, todo lo une, todo lo anima y representa asimismo el elemento activo de las cuatro cualidades fundamentales: fuego, agua, tierra y aire.
En el hombre, el pneuma, tomando de la naturaleza, es innato y tiene su centro en el corazón. Con el aire respirado va llegando constantemente al cuerpo nuevo aire, que es asimilado por el pneuma innato…
Con los filósofos estoicos distinguen los médicos de esta escuela tres grados del pneuma:
1)El pneuma en su forma más simple, representa la fuerza que mantiene unido el cuerpo;
2)en un grado medio es la fuerza que permite la reproducción y el crecimiento; y
3)en su grado más elevado constituye el substrato de la vida y de las funciones psíquicas.
4)La completa supresión del pneuma es causa de la muerte.
Esta teoría se extiende hasta los más sutiles detalles de fisiología y patología.
Las observaciones que ponen en relación los estados anímicos, las pasiones y las alteraciones orgánicas con la respiración y con alteraciones de la misma como son el sollozo, la risa, el estornudo, la tos, el grito de dolor, etc., son naturalmente antiquísimos.
Es interesante recordar aquí los enigmas que plantea Aristóteles en Problematum, Sect. 33,6-10 (Acerca de la Nariz) relativos al estornudo, el sollozo y el eructo. Aristóteles somete a interrogación crítica la convicción corriente de que el estornudo es de carácter sagrado.
Ya en Hipócrates (Aforismos, Secc. V, Af. 35 y 49) se observa el efecto del estornudo en los partos y abortos. Plinio el Viejo, discutiendo el tema de la concepción y generación del hombre recoge observaciones comunes en la época sobre el influjo de la respiración de la parturienta sobre el parto. Dice Plinio: “Si respiravere, difficilius enitantur, Oscitatio quidem in enixu laetalis est; sicut sternuisse à coitu, abortivum” (Hist. Nat. Lib. VII, cap VI. Véase Aristóteles, Hist. Anim. Lib. VII, cap. V).
Esta escuela corona esas ideas que tenía la Antigüedad acerca de la importancia del aire inspirado como principio vital y de los órganos de la respiración (pulmones y garganta y nariz) como espejos físicos del alma.
En la cultura hebrea se observa la misma asociación entre los conceptos de alma y garganta coincidentes en el uso del vocablo néfesh. Néfesh es en hebreo la garganta y se la considera asiento de las emociones y pasiones: risa, llanto, angustia, tristeza, congoja [Véase: H. W. WOLFF, Antropología del Antiguo Testamento (Salamanca 1975) Cap. 2: Napash, el Hombre necesitado; Cap. 4: Rúaj, El hombre fortalecido, y allí la correspondiente bibliografía fundamental.]
Muchas de estas ideas, redescubiertos por la medicina psico-somática, el Yoga, etc.
San Lucas y San Pablo establecen una unión entre el Espíritu Santo y sus manifestaciones físicas en la historia evangélica y eclesiástica.
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