La Historia de la Medicina griega se caracteriza por la tensión constante entre los dogmáticos y los empíricos, o sea entre médicos que privilegian la vía deductiva inspirándose en teorías y doctrinas filosóficas acerca de la naturaleza, y otros que privilegian la sistematización de las observaciones.
En Aristóteles la medicina griega alcanza un raro equilibrio, pronto perdido por sus discípulos, entre el poder de observar y el genio sistematizador y crítico-deductivo.
Más tarde, Galeno considerará que Aristóteles no hizo sino comentar la filosofía médica de Hipócrates.
[Véase: GALENO, De Facult.. Nat.,Lib I, Method. Medend. I, cap. 2.]
Los aforismos de Hipócrates, una colección de 400 observaciones de síntomas interpretativos, eran el catecismo de Astete, o el ABC de cualquier aspirante a médico en aquella época y sin duda le fueron familiares a san Lucas.
De la observación comparada de los síntomas y de la repetición de hechos Hipócrates enseñaba a excluir lo accidental y a reunir finalmente la multiplicidad y variabilidad de las manifestaciones en una colección, agrupándolos para formular entonces una ley médica.
Apliquemos esto al proyecto evangélico de Lucas. Hubiera bastado este precedente metódico para formar una cabeza capaz de hacer historia e historia de la revelación y de la salvación, - como lo fue, en efecto, la cabeza de Lucas -, a partir de síntomas y hechos concretos, y sin prisas para deducir leyes abstractas, ni en erigir en ideal de salud un determinado concepto a priori. Lucas observa y desribe la acción del Espíritu Santo en la historia de Jesucristo (Evangelio) y de la Iglesia (Hechos de los Apóstoles]. Documenta así una historia de la sanación de la humanidad salvada que es la Iglesia.
Pero volvamos a la medicina griega y en particular a la escuela empírica.
Después de las conquistas de Alejandro, la medicina griega siguió enriqueciéndose. Hay que citar por un lado el aporte de genios metódicos cómo Aristóteles, que le ofrecían sistematizaciones doctrinales de sus observación de la Naturaleza, tales como la doctrina de los elementos, de los humores, los temperamentos y la constitución somática o fisonomía, los átomos, los sentidos la respiración, la embriología y generación, etc. Estaba por otro lado el contacto enriquecedor con otras culturas, como la egipcia, depositaria de una rica ciencia anatómica.
El primer aforismo hipocrático dice así: “la vida es corta, el arte largo, la ocasión fugitiva, la experiencia falaz, el juicio dificultoso. No basta que el medico haga de su parte lo que debe….”
Este aforismo apunta por un lado a las dos reglas de oro de la terapéutica hipocrática y por otro a su programa ético, tanto o más importante que el noético.
Las reglas de oro son:
1) que la verdadera curación de la enfermedad la produce la Naturaleza,
2) que el médico es un instrumento y colaborador de ella, y por lo tanto debe conocerla para colaborar con ella y no obstruir su acción.
El principio ético fundamental de Hipócrates dice: “El amor a los hombres, es el origen del arte médico verdadero”. [DIEPGEN, o.c., p.69.]
¿Cómo veía los hechos evangélicos y eclesiásticos un testigo como Lucas, que tenía una cabeza formada en estas escuelas de disciplina mental rigurosa y crítica?
La Escuela Empírica
No es por casualidad que fuese en Alejandría de Egipto donde surgió y floreció la escuela de medicina griega conocida como "Escuela Empírica".
Esta escuela canonizó y desarrolló los métodos de observación directa del cuerpo humano e introdujo a gran escala los ensayos y experimentos.
Al médico se le exigía no sólo la sencilla observación de cada enfermedad, de sus causas y de la acción de las medicinas, sino también la consideración de otras circunstancias, tales como la constitución de cada enfermo, las diversidades circunstanciales de los climas, lugares, momentos, y la jerarquización crítica de los síntomas.
Bajo el mecenazgo de los Ptolomeos, grandes médicos se aprovecharon de los conocimientos de anatomía interna que se habían acumulado en Egipto debido a la antigua costumbre de la disección y embalsamamiento de los cadáveres.
Hay antiguos testimonios de que por esa época, no se retrocedió ante la idea de llevar a cabo vivisecciones de criminales condenados a muerte, que les eran facilitados a los médicos merced al favor de los reyes, que se interesaban en sus estudios.
Dentro de las grandes escuelas Alejandrinas, la Escuela Empírica, erige la experiencia práctica como la única que debe dirigir el estudio de la medicina.
Cornelio Celso y el Trípode Empírico
Es en esta corriente médica donde se inscribe Glauquias, hacia el año 180 a.C. Este médico de quien sabemos apenas lo que nos dice Cornelio Celso en el Prefacio de su obra, designó con el nombre de Trípode Empírico la trilogía metódica que hacía el credo de la escuela empírica. El trípode Empírico reposa sobre tres principios:
1) La observación propia (autopsia), que por la suma de todas las observaciones aisladas llega a convertirse en experiencia;
2) la tradición histórica de los hechos de experiencia de los médicos mas antiguos;
3) la analogía como principio que permite sacar conclusiones deducidas de lo que diversos casos tienen de común, cuando sobrevienen casos o enfermedades desconocidas y fracasen los métodos anteriores.
Lucas y el Trípode sobre el que descansa la certeza de la fe
Basta una somera comparación con el Prólogo de Lucas a su evangelio para encontrar claros equivalentes de este trípode empírico reflejado en el pensamiento de Lucas:
1) la observación propia de Lucas parekolouthékoti anoten pasin akribós kathexés: = habiendo investigado todo desde el comienzo, rigurosamente y por su orden(Lucas 1,3).
2) La observación propia de los apóstoles y su transmisión por tradición. En efecto, los Apóstoles son, para Lucas, según lo dice en su Prólogo (1,2) los que vieron por sus propios ojos (en griego:autoptai) desde el principio y nos transmitieron. Autoptai nos recuerda el término "autopsia" que es hasta nuestros días un término de orden médico.
3) En cuanto al tercer principio (de analogía) es muy semejante al que domina en las mutuas relaciones entre ambas partes del díptico lucano Evangelio = Hechos, Vida de Cristo = Vida de los Apóstoles = Vida de la Iglesia.
[Sobre el método concreto que tiene Lucas para trasmitir la doctrina a través de los hechos históricos, véase ERNST HAENCHEN, Die Apostelgeshichte, Gottingen 1968, pp. 95-99.
Si leemos el díptico a la luz del incendio de Roma y la persecución oficial del Imperio contra los cristianos, se puede entender como una consoladora Ley de la expansión del cristianismo a través de la persecución.
La escena de los discípulos de Emaús es programática. Y el escándalo de los cristianos de origen gentil al verse víctimas de la persecución de la autoridad Imperial, tiene allí una clave histórica de interpretación, que se refuerza con la espina dorsal de los Hechos, narración de una serie de rechazos y persecuciones que no sólo jalonan la expansión cristiana, sino que precisamente constituyen su guía, la propulsan y le dan su vectorialidad.
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