13) Volviendo al Padre Nuestro, podemos entender ahora por qué el Reino es del Padre: "Venga tu Reino". Él es el Rey Anciano sentado en el trono real, de la visión de Daniel 7 y el Dios excelso sobre el trono real, en la visión de Isaías 6.
14) El Padre entrega el Reino a su Hijo encarnado, al Hombre Dios Jesucristo, en virtud de su humillación obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. El Hijo no se aferró a su gloria independientemente de la del Padre. Por eso Dios lo exaltó a su derecha y le dió un nombre sobre todo nombre para que a su nombre se doble toda rodilla... para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2, 8-11). Aún la exaltación del Hijo, nótese bien, es para gloria del Padre, para manifestación de la santidad del Padre.
15) De este modo se ve mejor la lógica relación existente entre el primero y el segundo deseo del Padre Nuestro: "Santificado sea tu Nombre, Venga tu Reino".
Este Reino es entregado a Jesucristo y a todos los que son re-engendrados, por haber reconocido al Padre y haber entrado en la condición filial por via de la obediencia y la pobreza de espíritu..
16) El Reino del Padre es entregado al Hijo por su humillación y su obediencia. Con lo que queda también de manifiesto la relación entre el segundo y tercer deseo: "Venga tu Reno, Hágse tu voluntad". Porque el Reino del Padre adviene por la obediencia del Hijo y de los Hijos.
17) Acerca de su condición de Rey, Jesús afirma ante Pilatos que su Reino no es como los de este mundo (Jn 18, 36). Y a sus discípulos que lo imaginan así, y se disputan los primeros puestos en el Reino de Cristo, contrapone la conducta de los "que son tneidos como jefes de las naciones" y "las gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder" (Mc 10,42).. El Reino de Dios, el que el Padre concede al Hijo, constituyéndolo en juez de todas las naciones, no es como esos. Jesús reinará haciendo la voluntad del Padre y sufriendo, como el Servidor sufriente que entrega su vida en expiación (Isa 53, 10) y de esta manera dicta la ley a las naciones.lejanas (Isa 42, 1-3).
18) El sentido del mesianismo davídico de Jesús no fue, pues, intramundano y político. La verdadera naturaleza de su condición de Mesías, Hijo de David, está enriquecida y completada, por un lado, por los rasgos del Siervo, (obediente y expiatorio), y por otro lado por los rasgos del Hijo del Hombre, es decir, el Hombre restaurado por Dios en su imagen y semejanza. Nueva creación bajada del cielo para que se le entregue el dominio sobre las bestias: una humanidad que ha perdido su primitiva imagen y semejanza, y lo es de fieras.
19) Los discípulos de Jesús, configurándose con el Hijo, también toman parte en su realeza, es decir en su condición filial. Jesús lo afirma cuando dice: "No temas pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha complacido daros a vosotros el Reino" (Mt 12, 32).
20) Una de las atribuciones del rey consiste en el juicio. El rey es juez. El trono, que aparece en las epifanías de Dios, es un atributo de la realeza y sede desde donde se imparte justicia y derecho. Jesús afirma que sus discípulos, los que lo hayan seguido en la regeneración, compartirán su realeza y se sentarán en doce tronos para juzgar junto con él "Vosotros, los que me habéis seguido en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloia, os sentaréis tamie´n vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mt 19,28).
21) Y en el Juicio final de las Naciones, el Hijo del Hombre las juzgará junto con sus hermanitos más pequeños por la conducta que han tenido respecto de ellos (Mt 25, 31-46)
22) El deseo "Venga tu Reino" brota de un corazón creyente, de discípulo, que no ignora que el Reino del Padre, ha sido entregado a su Hijo y éste lo compartirá con sus discípulos fieles. Al desear y pedir el advenimiento del Reino del Padre, reconoce que es obra del Padre, aunque se realice entregándolo a Cristo, Cabeza y Cuerpo Místico.
23) Expresa de otra forma el deseo de que el Padre manifieste la santidad de su nombre en Jesús su Hijo y en sus discípulos, completando la obra de filialización de la humanidad mediante la condición filial, que los hará obedientes para "cumplir su voluntad" así en la tierra fermentada por la gracia de su Hijo encarnado, como en el Cielo, donde el Verbo eterno es reflejo del querer del Padre.
24) Cristo no sólo ha anunciado el Reino, sino que en él el Reino mismo se ha hecho presente y ha llegado a su cumplimiento: « Sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, quien vino "a servir y a dar su vida para la redención de muchos" (Mc 10, 45) ».22 El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible.23 Si se separa el Reino de la persona de Jesús, no existe ya el reino de Dios revelado por él, y se termina por distorsionar tanto el significado del Reino —que corre el riesgo de transformarse en un objetivo puramente humano o ideológico— como la identidad de Cristo, que no aparece ya como el Señor, al cual debe someterse todo (cf. 1 Cor l5,27). (RM 18).
16) El Reino del Padre es entregado al Hijo por su humillación y su obediencia. Con lo que queda también de manifiesto la relación entre el segundo y tercer deseo: "Venga tu Reno, Hágse tu voluntad". Porque el Reino del Padre adviene por la obediencia del Hijo y de los Hijos.
17) Acerca de su condición de Rey, Jesús afirma ante Pilatos que su Reino no es como los de este mundo (Jn 18, 36). Y a sus discípulos que lo imaginan así, y se disputan los primeros puestos en el Reino de Cristo, contrapone la conducta de los "que son tneidos como jefes de las naciones" y "las gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder" (Mc 10,42).. El Reino de Dios, el que el Padre concede al Hijo, constituyéndolo en juez de todas las naciones, no es como esos. Jesús reinará haciendo la voluntad del Padre y sufriendo, como el Servidor sufriente que entrega su vida en expiación (Isa 53, 10) y de esta manera dicta la ley a las naciones.lejanas (Isa 42, 1-3).
18) El sentido del mesianismo davídico de Jesús no fue, pues, intramundano y político. La verdadera naturaleza de su condición de Mesías, Hijo de David, está enriquecida y completada, por un lado, por los rasgos del Siervo, (obediente y expiatorio), y por otro lado por los rasgos del Hijo del Hombre, es decir, el Hombre restaurado por Dios en su imagen y semejanza. Nueva creación bajada del cielo para que se le entregue el dominio sobre las bestias: una humanidad que ha perdido su primitiva imagen y semejanza, y lo es de fieras.
19) Los discípulos de Jesús, configurándose con el Hijo, también toman parte en su realeza, es decir en su condición filial. Jesús lo afirma cuando dice: "No temas pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha complacido daros a vosotros el Reino" (Mt 12, 32).
20) Una de las atribuciones del rey consiste en el juicio. El rey es juez. El trono, que aparece en las epifanías de Dios, es un atributo de la realeza y sede desde donde se imparte justicia y derecho. Jesús afirma que sus discípulos, los que lo hayan seguido en la regeneración, compartirán su realeza y se sentarán en doce tronos para juzgar junto con él "Vosotros, los que me habéis seguido en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloia, os sentaréis tamie´n vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mt 19,28).
21) Y en el Juicio final de las Naciones, el Hijo del Hombre las juzgará junto con sus hermanitos más pequeños por la conducta que han tenido respecto de ellos (Mt 25, 31-46)
22) El deseo "Venga tu Reino" brota de un corazón creyente, de discípulo, que no ignora que el Reino del Padre, ha sido entregado a su Hijo y éste lo compartirá con sus discípulos fieles. Al desear y pedir el advenimiento del Reino del Padre, reconoce que es obra del Padre, aunque se realice entregándolo a Cristo, Cabeza y Cuerpo Místico.
23) Expresa de otra forma el deseo de que el Padre manifieste la santidad de su nombre en Jesús su Hijo y en sus discípulos, completando la obra de filialización de la humanidad mediante la condición filial, que los hará obedientes para "cumplir su voluntad" así en la tierra fermentada por la gracia de su Hijo encarnado, como en el Cielo, donde el Verbo eterno es reflejo del querer del Padre.
24) Cristo no sólo ha anunciado el Reino, sino que en él el Reino mismo se ha hecho presente y ha llegado a su cumplimiento: « Sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, quien vino "a servir y a dar su vida para la redención de muchos" (Mc 10, 45) ».22 El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible.23 Si se separa el Reino de la persona de Jesús, no existe ya el reino de Dios revelado por él, y se termina por distorsionar tanto el significado del Reino —que corre el riesgo de transformarse en un objetivo puramente humano o ideológico— como la identidad de Cristo, que no aparece ya como el Señor, al cual debe someterse todo (cf. 1 Cor l5,27). (RM 18).
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