1.1.- OBEDECER A DIOS ES ESCUCHAR SU PALABRA
1) Obedecer viene del latín ob-audire, que quiere decir escuchar, oír atentamente lo que dice alguien, prestar oído. En el Antiguo Testamento, se invita al pueblo a obedecer a Dios, invitándolo a escuchar la voz del Señor: Shemá’ Israel, escucha Israel (Deuteronomio 4,1; 5,1.23; 6,4; 9,1)
2) Expresiones sinónimas de este escuchar son también: guardar en el corazón, guardar en la memoria, practicar, grabar en el corazón las palabras de Dios, no olvidarlas nunca: "Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a vuestra mano como una señal, como recordatorio ante vuestros ojos. Enseñádselas a vuestros hijos, hablando de ello cuando estés en casa y cuando vayas de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las escribirás en los postes de entrada de tu casa y en tus puertas" (Deut 11, 18-20).
3) Jesús nos va a remitir a las palabras que salen de la boca del Padre como al Pan del cual él tiene hambre y del cual vive realmente el hombre. Si en el Antiguo Testamento Dios habló en el pasado y se lo escucha guardando memoria, al Hijo y a los hijos les habla continuamente y se lo escucha prestando atención espiritual: a las inspiraciones interiores del Espíritu Santo, a los profetas de la comunidad, al magisterio profético infalible del Papa y de la Iglesia y a las instancias de autoridad jerárquica legítimas.
1.2.- OBEDIENCIA Y DESOBEDIENCIA
4) Las Sagradas Escrituras nos hablan de la obediencia y la desobediencia desde las primeras páginas hasta las últimas.
5) Con la desobediencia de Adán y Eva empieza la historia del pecado de la humanidad y con la obediencia de María empieza la historia de la salvación, que culmina y se consuma con la obediencia filial de Jesús, cabeza del Cuerpo Místico que es la Iglesia, y ha de completarse con la obediencia de sus miembros. La Iglesia obedece a Cristo y Cristo al Padre (Efesios 5, 24; 1 Cor 3, 22-23)
6) Podríamos decir que desobediencia es el nombre propio de la incredulidad y del pecado y obediencia es el nombre propio de la fe y de la caridad filial: Obedecer a Jesús, es creer en él, obedecer al Padre es amarlo como hijo, y amarlo como hijo es obedecerle.
Hijo es el que hace la voluntad del Padre: "No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos - es decir, en la condición filial - sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7,21).
7) Discípulo es no solamente el que escucha a Jesús Maestro, sino el que pone en práctica lo que le oye decir: "Todo el que escuche mis palabras y las ponga en práctica es como el que edifica sobre roca " (Mateo 7, 24) El que no, es como quien edificó sobre arena.
8) María es dichosa, es bienaventurada porque escuchó la voz de Dios y la obedeció. Jesús proclama a su Madre María como Bienaventurada, porque escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica: "Estando Jesús diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer del pueblo, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! Pero él le dijo: "Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lucas 11, 27.28) es decir los obedientes. 9) Por eso María fue Madre y como Madre, Maestra del Niño Jesús obediente a Dios: "No sabían que tengo que estar en lo de mi Padre?" (Lucas 2, 49). En lo de: en la Casa Padre y en sus cosas. En este momento María pasa de Maestra a discípula de Jesús, hijo obediente del Padre celestial.
1.2.- OBEDIENCIA Y DESOBEDIENCIA
4) Las Sagradas Escrituras nos hablan de la obediencia y la desobediencia desde las primeras páginas hasta las últimas.
5) Con la desobediencia de Adán y Eva empieza la historia del pecado de la humanidad y con la obediencia de María empieza la historia de la salvación, que culmina y se consuma con la obediencia filial de Jesús, cabeza del Cuerpo Místico que es la Iglesia, y ha de completarse con la obediencia de sus miembros. La Iglesia obedece a Cristo y Cristo al Padre (Efesios 5, 24; 1 Cor 3, 22-23)
6) Podríamos decir que desobediencia es el nombre propio de la incredulidad y del pecado y obediencia es el nombre propio de la fe y de la caridad filial: Obedecer a Jesús, es creer en él, obedecer al Padre es amarlo como hijo, y amarlo como hijo es obedecerle.
Hijo es el que hace la voluntad del Padre: "No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos - es decir, en la condición filial - sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7,21).
7) Discípulo es no solamente el que escucha a Jesús Maestro, sino el que pone en práctica lo que le oye decir: "Todo el que escuche mis palabras y las ponga en práctica es como el que edifica sobre roca " (Mateo 7, 24) El que no, es como quien edificó sobre arena.
8) María es dichosa, es bienaventurada porque escuchó la voz de Dios y la obedeció. Jesús proclama a su Madre María como Bienaventurada, porque escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica: "Estando Jesús diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer del pueblo, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! Pero él le dijo: "Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lucas 11, 27.28) es decir los obedientes. 9) Por eso María fue Madre y como Madre, Maestra del Niño Jesús obediente a Dios: "No sabían que tengo que estar en lo de mi Padre?" (Lucas 2, 49). En lo de: en la Casa Padre y en sus cosas. En este momento María pasa de Maestra a discípula de Jesús, hijo obediente del Padre celestial.
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