7) Jesús se presenta a Nicodemo como el nuevo Josué al que no se le cree. Los que no creen son "la generación incrédula", "la generación del desierto". Como descreyeron el testimonio de Josué y Caleb acerca de esta tierra, descreen ahora al explorador celestial y a su testimonio sobre el Cielo, que su testimonio acerca del Padre, de Dios como su Padre y nuestro Padre, su Dios y nuestro Dios. "A Dios nadie lo vio jamás, el Hijo único que está vuelto hacia el seno del Padre, él nos lo ha contado" (Jn 1, 18). "Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo" (Jn 3, 13).
Juan el Bautista les reprocha que no hayan aceptado el testimonio de este explorador: "El que viene del cielo... da testimonio de lo que ha visto y oído pero su testimonio nadie lo acepta" (Jn 2, 31-32)
8) En el episodio narrado en Números 14, 20-31, se advierte que los que han despreciado el testimonio del explorador fiel, no verán (14, 22-23) ni entrarán (14, 30) en la Tierra Prometida. Ellos son una comunidad, un pueblo, una generación incrédula, que quedará tendida en el desierto y no verá ni entrará en la tierra prometida. La vera y entrará en ella una nueva generación, que prefigura a los "nacidos de nuevo y de lo alto" de los que habla Jesús, como nuevo Josué y nuevo Caleb.
9) Este es el único pasaje de su evangelio en que Juan utiliza la expresión Reino de Dios. Jesús lo entiende y se lo explica a Nicodemo en términos de la nueva condición filial Es lógico que para acceder a la condición filial haya que nacer de nuevo y de lo alto, y solamente de este modo se pueda verla y entrar en ella.
10) Jesús contrapone, en su argumentación a Nicodemo, una generación carnal a otra generación espiritual. Los rabinos hablaban de "la generación -malvada- del diluvio", "la generación - agobiada por la esclavitud - de egipto", la "generación - incrédula y de dura cerviz - del desierto". Jesús, que hablará de la raza o "generación de serpientes" le reprocha a Nicodemo que siendo experto en las Sagradas Escrituras, no le entienda el planteo de una nueva generación, nacida de lo alto, es decir, de Dios, y que baja de las nubes como el Hijo del Hombre, con quien él se identifica.
9) De este Hijo del Hombre dice la Escritura: "A él se le dio imperio honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Daniel 7, 14). Nada asombroso que se interpretara el Reino de Dios daniélico, llamado también "Reino de los santos" (7, 16. 22. 26-27) como un Reino mesiánico político, entregado por Dios a sus santos.
10) Pero Jesús le plantea a Nicodemo una nueva acción divina, por obra del Espíritu Santo. También el Espíritu Santo había sido anunciado en las Escrituras como el autor de la generación humana, aún de la natural: "Así como no sabes cuál sea el camino del Espíritu en los huesos en el vientre de la mujer encinta, de la misma manera desconoces la obra de Dios que todo lo hace"(Eclesiastés 11, 5) . pero como un término de comparación para otra obra misteriosa de generación divina.
11) La acción regeneradora y resucitadora, dadora de vida, del Espíritu en los huesos secos, aparece también en la memorable visión de Ezequiel 37 1-14. "Así dice el Señor: Ven Espíritu, desde los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan... el Espiritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron" (37, 9- 10). Pablo ve la Resurrección de Cristo y nuestra vida eterna como obra del Espíritu Santo (Rm 8,11). Él es quien obra la resurrección de los dos profetas mártires (Ap 11, 11 Cfr. 20, 4).
12) El Reino de Dios que anuncia Daniel 7, Jesús lo da por cumplido en él y en el pueblo santo de los Hijos de Dios, nacidos de nuevo y de lo alto por obra del Espíritu Santo, por vía de una misteriosa re-generación (palin-genesía, anagénesis) espiritual. Este Reino de Dios es, pues una realidad interior a cada hijo y a la comunidad de los hijos: "El Reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17, 21).
8) En el episodio narrado en Números 14, 20-31, se advierte que los que han despreciado el testimonio del explorador fiel, no verán (14, 22-23) ni entrarán (14, 30) en la Tierra Prometida. Ellos son una comunidad, un pueblo, una generación incrédula, que quedará tendida en el desierto y no verá ni entrará en la tierra prometida. La vera y entrará en ella una nueva generación, que prefigura a los "nacidos de nuevo y de lo alto" de los que habla Jesús, como nuevo Josué y nuevo Caleb.
9) Este es el único pasaje de su evangelio en que Juan utiliza la expresión Reino de Dios. Jesús lo entiende y se lo explica a Nicodemo en términos de la nueva condición filial Es lógico que para acceder a la condición filial haya que nacer de nuevo y de lo alto, y solamente de este modo se pueda verla y entrar en ella.
10) Jesús contrapone, en su argumentación a Nicodemo, una generación carnal a otra generación espiritual. Los rabinos hablaban de "la generación -malvada- del diluvio", "la generación - agobiada por la esclavitud - de egipto", la "generación - incrédula y de dura cerviz - del desierto". Jesús, que hablará de la raza o "generación de serpientes" le reprocha a Nicodemo que siendo experto en las Sagradas Escrituras, no le entienda el planteo de una nueva generación, nacida de lo alto, es decir, de Dios, y que baja de las nubes como el Hijo del Hombre, con quien él se identifica.
9) De este Hijo del Hombre dice la Escritura: "A él se le dio imperio honor y reino y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás" (Daniel 7, 14). Nada asombroso que se interpretara el Reino de Dios daniélico, llamado también "Reino de los santos" (7, 16. 22. 26-27) como un Reino mesiánico político, entregado por Dios a sus santos.
10) Pero Jesús le plantea a Nicodemo una nueva acción divina, por obra del Espíritu Santo. También el Espíritu Santo había sido anunciado en las Escrituras como el autor de la generación humana, aún de la natural: "Así como no sabes cuál sea el camino del Espíritu en los huesos en el vientre de la mujer encinta, de la misma manera desconoces la obra de Dios que todo lo hace"(Eclesiastés 11, 5) . pero como un término de comparación para otra obra misteriosa de generación divina.
11) La acción regeneradora y resucitadora, dadora de vida, del Espíritu en los huesos secos, aparece también en la memorable visión de Ezequiel 37 1-14. "Así dice el Señor: Ven Espíritu, desde los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan... el Espiritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron" (37, 9- 10). Pablo ve la Resurrección de Cristo y nuestra vida eterna como obra del Espíritu Santo (Rm 8,11). Él es quien obra la resurrección de los dos profetas mártires (Ap 11, 11 Cfr. 20, 4).
12) El Reino de Dios que anuncia Daniel 7, Jesús lo da por cumplido en él y en el pueblo santo de los Hijos de Dios, nacidos de nuevo y de lo alto por obra del Espíritu Santo, por vía de una misteriosa re-generación (palin-genesía, anagénesis) espiritual. Este Reino de Dios es, pues una realidad interior a cada hijo y a la comunidad de los hijos: "El Reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17, 21).
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