ELGO'EL: DIOS PARIENTE En la cultura bíblica (4 de 27)
1.2 El inconsciente o subconsciente cultural
Una de las principales dificultades en la descripción y comparación de las culturas radica, precisamente, en el hecho de que las raíces mismas de toda cultura son de difícil acceso a la conciencia y a la reflexión. Los fundamentos de las culturas son por lo general axiomáticos e implícitos.
Más aún, habitualmente la misma pertenencia cultural es un hecho que permanece inconsciente o subconsciente.
La cultura no sólo está constituida por elementos conscientes, sino que está fundada sobre supuestos implícitos y en cierta medida inefables. Nada tan difícilmente expresable como lo que, a fuerza de ser obvio dentro de una cultura, ya no necesita ser dicho. Y sin embargo es precisamente en ese nivel, de tan difícil acceso, donde están los rasgos definitorios de la identidad de una cultura.
1.3. Los inefables
En toda cultura hay términos estructurantes y términos estructurados. Términos que explican la estructura cultural y términos que se explican desde la estructura cultural. Términos rectores, que gobiernan la inteligencia del conjunto, y términos tributarios que se comprenden por derivación, a la luz de aquéllos.
A veces los conceptos más fundamentales de una cultura no son ni los más nombrados ni los más aparentes. Como sucede con los cimientos sobre los que reposa un edificio, los supuestos sobre los que reposa una cultura son sobreentendidos y por eso habitualmente tácitos.
Las culturas reposan sobre el cimiento de lo indiscutido, de lo indiscutible.
Los llamados "tabúes" -que tienen tan mala prensa en la vertiente racional y cientificista de nuestro reciente pasado cultural-, pertenecen sin embargo necesaria e inevitablemente al cimiento de toda cultura.
También la vertiente racionalista o positivista, tiene sus principios indiscutibles, intocables y por lo tanto de alguna manera sacros. Son precisamente aquellas realidades, aquellas convicciones, aquellos supuestos que no se pueden tocar sin que todo el edificio de una cultura se tambalee.
Por eso una cultura sólo puede permitirse criticar los tabúes de las demás culturas, pero lo hace desde la firmeza que le da el estar firmemente asentada sobre los suyos propios, desde los cuales censura los tabúes ajenos.
El tabú es nefando y es inefable; sin que sea fácil discernir qué es lo primero: si su carácter de nefando o su carácter de inefable.
Los presupuestos definitorios de una cultura no deben ser expresados porque no pueden ser tocados. No se los debe expresar, no se considera conveniente hablar sobre ellos, porque no se los puede 'hacer objeto' de conversación sin ponerlos de alguna manera en situación de ser discutidos o vistos desde fuera, lo cual equivale a tomar una posición de alguna manera extrínseca y objetal respecto de ellos.
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