KOINONIA-COMUNIÓN AMOROSA EN EL NUEVO TESTAMENTO (1 de 7 )
Koinonía amorosa: el Contexto Estructural de la Comunidad y el liderazgo en la Iglesia Horacio Bojorge
“No se podría encontrar el sentido del cristianismo por medio de un mero amontonamiento de textos, si no se penetra hasta la razón de ser del todo. Es un organismo cuyo principio vital es único”. M.-J. Lagrange O.P.
Su Santidad Pablo VI citó este dicho del P. M.-J. Lagrange, en su discurso ante la Comisión Bíblica del 14 de marzo de 1974. El texto pertenece a la obra: Le Sens du Christianisme d’après I’exègèse allemande (Paris, Gabalda 1918, p. 325), La intuición del P. Lagrange llama la atención sobre las exigencias especiales que nos impone un objeto orgánico cuando nos aproximamos a analizarlo. Es la misma intuición que han recogido, desarrollado y sistematizado diversas ramas de las ciencias del hombre dando lugar al análisis estructural. Los principales campos en que se ha desarrollado la noción de estructura y los métodos de análisis que son propios de la hermenéutica bíblica en particular, han sido principalmente el campo de la psicología de la percepción, el de la filología y el de la antropología. Lo característico de una estructura, es que consta de elementos tales que una modificación cualquiera en uno de dichos elementos, entraña una modificación en todos los demás. Esto es lo que sucede con el cuerpo de los misterios cristianos que se expresan en el Credo.
En teología, sabemos ya casi por instinto, que las verdades de nuestro credo no son átomos erráticos e independientes, sino que forman un conjunto tan coherente e interrelacionado, que es imposible tocar un dogma sin tocar todo el conjunto de la fe.
Esto ya lo expresaba Santo Tomás cuando decía que quien niega un solo artículo de la fe carece de fe y que incluso cuando afirma los demás artículos lo hace por opinión u otra causa, pero no por fe (II-II q.5, a.3).
Y esto ya está de alguna manera insinuado en el nombre mismo de “artículos” con que conocemos las proposiciones del credo. Artículo dice de alguna manera articulación, insinúa una cierta relación o conexión de las partes distintas en un todo, que por eso mismo no es un mero conglomerado, sino un conjunto orgánico en el que se pueden distinguir miembros en cuanto que consta de partes interconexas (II-II,q.l,a.6,c.) Aunque la fe versa sobre una verdad única y total, el misterio divino que se revela históricamente, la división en artículos proviene de que la revelación ofrece diversidad de aspectos o aspectos del misterio (ibid y a.l, c.).
Ahora bien, de la comunión eclesial, trata un artículo de fe. “Creo en la comunión de los santos” confesamos en el credo. Se trata por lo tanto de una realidad revelada, mejor dicho de un artículo, de una parte, de un elemento de la estructura de la totalidad de la realidad o misterio revelado.
Tratar de la comunión eclesial, de la comunidad de fe, es tratar de un módulo interconexo e inserto en un todo dogmático o teológico. Su intelección o compresión, no puede tener lugar desvinculado del todo del credo. No se comprende la comunión eclesial ni sus formas concretas de realización si no se comprenden los demás artículos. Ni es posible comprender los demás artículos si no ese comprende éste.
Es posible partir de cualquier artículo del credo por vía de su interconexión estructural, para valorar las realizaciones concretas de la vida eclesial. Hemos elegido como punto de partida el tema de la Koinonía (=Comunión, comunicación) y hemos tratado de aproximarnos a él estructuralmente, o sea respetando su calidad de artículo, de parte, de una estructura, de miembro de un organismo. Es por este camino, y prestando especial atención a ciertos signos del lenguaje, que pretendemos poner de relieve –además- los datos bíblicos sobre el lugar del liderazgo en la comunidad eclesial cristiana.
1/. Koinonía no designa en el Nuevo Testamento lo que nosotros llamamos hoy Comunidad eclesial sino que designa la comunicación o comunión existente entre los individuos y grupos que forman la sociedad eclesial.
Nos es imposible aquí –y dudamos que fuera útil- reproducir más pormenorizadamente los estudios filológicos que podrán verse en el Theol. Wörterbuch zum Neuen Testament, de Kittel; en el diccionario de Bauer o simplemente recorriendo las concordancias.
Se trata no sólo del sustantivo Koinonía, sino de toda una familia de palabras: el adjetivo Koinós-é-on (común, vulgar); el adverbio koiné (junto, juntamente); el verbo Koinoo (hacer común y en sentido metafórico: profanar); el verbo Koinoneo (compartir, tener, parte, dar parte, hacer partícipe); nuestro sustantivo Koinonía (comunicación, comunión, y en sentidos derivados: generosidad, compañerismo, altruismo; en acepción concreta: signo de solidaridad, prueba de unión fraternal, regalo, obsequio, contribución); el adjetivo Koinonikós (el que comunica lo propio, generoso); el sustantivo Koinonós (compañero, socio, el que toma parte, tiene parte, el que participa con toro en algo).
Hay que recordar además que frecuentemente la realidad está presente en un texto aunque estén ausentes estas palabras. Por ejemplo toda la carta primera de San Juan trata del tema, pero sólo en el prólogo se encuentra la palabra Koinonía (4 veces: 1,3.6 y 7).
La familia de palabras se presta para toda la gama del tener o ser en común, desde las más sublimes y espirituales (estar en comunión con Dios) hasta las más materiales (socio, comercial, colecta).
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