SAN LUCAS MEDICO GRIEGO ANTE LOS MILAGROS BIOLÓGICOS
Teniendo en cuenta la teología de la inspiración (Constitución Dei Verbum 11-13) no podemos despreciar ningún aspecto de la eventual formación del autor humano inspirado, pues el Espíritu Santo se vale de todas sus potencias y cualidades, naturales y adquiridas, para expresarse mediante ellas.
Cuando elige a Lucas, médico dotado posiblemente de una cultura vastísima, el Espíritu Santo está consagrando e inspirando lo mejor que la ciencia de la época había conferido a Lucas. Por Lucas es asumida una tradición científica, rica en conocimientos y exigente en su aspiración a la verdad, al mismo tiempo que de elevadas miras éticas.
Toda esa riqueza de ciencia y rigor, la pone el Espíritu Santo al servicio del Evangelio y de su difusión en el mundo griego gentil. A los cristianos provenientes de ese mundo cultural, Lucas quiere mostrarles la firmeza y veracidad del mensaje cristiano.
Muy posiblemente, el médico Lucas, al convertirse al cristianismo, no lo hizo como quien abandona su profesión, sino como quien ha encontrado en su nueva fe algo que lo plenifica en su ejercicio.
En Cristo, Lucas médico pudo descubrir la verdadera y suprema dimensión de la medicina y la revelación de la Salud, la Salvación y del Salvador al mismo tiempo. Pudo quizás también comprender que la estructura última de la enfermedad y de la muerte es el pecado. Más allá de los límites que se le habían impuesto a los ideales médicos hipocráticos, la Resurrección se presentaba como un hecho que redimensionaba dichos ideales.
Si Lucas traía tales exigencias mentales al acercarse al cristianismo, parece obvio que no se hizo cristiano sin haber logrado una evidencia de hechos, una evidencia tal que superaba en fuerza los “a prioris” doctrinarios.
A la luz de lo expuesto hasta aquí, es posible releer el Prólogo a su Evangelio sopesándolo como un programa metódico, que enumera las garantías epistemológicas y críticas sobre las cuales reposa la certeza del autor y ha de poder reposar la fe de Teófilo, su destinatario.
El Prólogo del Evangelio como programa metódico
En su Prólogo Lucas-griego se define a sí mismo ante Teófilo-griego y en contraste con los intentos anteriores no-griegos. Lo hace con este participio perfecto del verbo parakoloutheo: seguir a alguien, investigar una cosa.
En tiempo perfecto: investigué y sé. Y esta cualidad y actitud de espíritu se define aún más mediante lo que sigue, dándonos una pintura de la disciplina del espíritu griego en busca de la evidencia, amante de la luz sobre las cosas y de límites claros.
Lucas ha investigado para escribir, pero sin duda lo había hecho ya antes, simplemente para creer. Y por eso dice que investigó “ánothen” que quiere decir desde arriba y equivale al evangélico “aparjés”: desde el principio, desde el comienzo. Pero también –ambiguamente y quizás ambivalentemente—significa: de nuevo, otra vez.
Lucas ha investigado de nuevo los hechos [= prágmata] consumados, , y también la tradición [= parádosis] y el modo [= kathós] como fue narrada. Lo investigó –sigue insistiendo—todo [ pasin] y desde el principio [= aparjés].
Pero el espíritu griego pide más. Y por eso Lucas continúa definiendo su investigación, que abarca todos los hechos consumados y todo lo atinente a su trasmisión y desde el principio.
Y lo que agrega se refiere a la calidad de su investigación: minuciosamente, escrupulosamente, cuidadosamente [= akribós] atentamente, rigurosamente, con trabajo, con seguridad.
Esta acumulación de garantías sobre el conocimiento que Lucas tiene de los hechos consumados y narrados, y que ha recibido de los testigos oculares y ministros del Logos, va encaminada a garantizar y asegurar la “asfáleia”, la certeza, firmeza, seguridad, infalibilidad, que Teófilo debe reconocer en las enseñanzas que ha recibido.
Lucas agrega a estas cualidades suyas como investigador enterado y digno de crédito, otra cualidad que lo toca como escritor: va a escribir kathexés [= ordenadamente]. Este adverbio que cualifica la acción de escribir, deriva del verbo éjomai que aparece en otros lugares de sus escritos (Lc 8,1, Hechos 3,24; 18,23).
La palabra kathexés expresa su voluntad de escribir según un orden. No el de la sucesión cronológica de los hechos, como lo haría un historiador pagano. El orden que Lucas sigue escrupulosamente resulta coincidente con el de Marcos. El relato de Lucas se ciñe al del Evangelio de Marcos con un cuidado casi angustioso: “Mit fast ängstlicher Sorgfalt” dice SCHÜRMAN, O.C.
Su modo de acceder al orden de los hechos, es a través de los testigos autorizados de los mismos. Luego, cuando Lucas se permite alteraciones del orden que encuentra en sus fuentes, porque toma sus pautas de los que sus predecesores (Marcos y Mateo, por ejemplo) han considerado que es ese orden, y porque también ellos se han permitido un arreglo de sus materiales que no obedecen al despotismo de la sucesión temporal de los hechos, sino al fin de sus respectivas narraciones evangélicas. Si se permite insertar un evangelio de la infancia, es sin duda porque se e autorizado a ello por el ejemplo apostólico-evangélico de Mateo. Y si se permite apartarse del material del evangelio de la infancia de Mateo y construir un evangelio de la infancia con materiales y énfasis teológicos diferentes, es porque ha interpretado que Mateo había procedido en el suyo con libertad.
Por lo tanto, tenemos que dejar bien claro que Lucas jamás se toma una libertad redaccional si sus fuentes no lo autorizan a ella, prescribiéndole la libertad. Hasta aquí es fiel a los Hechos. Fiel a sus fuentes, pero no menos fiel a lo más noble y válido de la cultura griega de donde proviene, Lucas debe ser comprendido a la luz de las exigencias legítimas que el espíritu griego ponía a la disciplina del conocimiento.
El fracaso de Pablo en Atenas ha de atribuirse quizás a que se dirigió a la “piedad” de los atenienses y no a su “curiosidad”. Por eso, comprendiendo la lección, Pablo lo definirá en adelante en contraposición a los judíos que piden, signos, como los griegos que piden “sabiduría”. Esta oposición de dos perspectivas culturales diversas, condicionaba también dos aproximaciones kerygmáticas y pastorales.
La genialidad de Lucas está en permanecer fiel a sus fuentes (toma el sesenta por ciento de Marcos y sigue escrupulosamente su orden como vimos) pero toma las exigencias gnoseológicas también muy en serio. No hará concesiones a la gnosis, pero mostrará también que el Evangelio salvaguarda la salud del conocimiento y la razón.
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