El Surgimiento de la cultura esponsal cristiana en las cartas de San Pablo
Galacia: El matrimonio bajo el signo de la dominación [2] Mujer: ¿Qué prefieres?: ¿Ser como Sara o ser como Agar? 77) Me parece que el ejemplo de Abraham y su relación con Sara y Agar, está muy bien tomado y creo que apunta a la psicología femenina porque pienso que en la comunidad de Galacia las que están tentadas de volverse a escuchar la ley y a esos judíos influyentes son mujeres, cristianas, que se han convertido pero que tienen sus relaciones con las otras damas del lugar que habían hecho echar a Pablo. Están todavía relacionadas por vinculaciones sociales. Entonces están tironeadas entre un misionero cristiano al cual echaron y la sinagoga y los judíos influyentes. “Bueno, cumplamos la ley. Volvamos a la ley.” Están en una especie como de tentación de pacto y se llevan atrás de ellas a la comunidad. 78) En esta situación Pablo pone estos dos tipos de relacionamiento hombre-mujer al decir: “Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar –la ley-, (pues el monte Sinaí está en Arabia) y corresponde a la Jerusalén actual, que es esclava, y lo mismo sus hijos.” ¿Por qué? El término de comparación es cuáles son los hijos y los que no son hijos son esclavos.
Son dos tipos de relaciones. En una casa estaba el padre de familia, los servidores como esclavos y los servidores como hijos, los que hacían la voluntad del padre porque eran siervos y los que hacían la voluntad del padre porque eran hijos, por amor de hijos. Si uno no era hijo, estaba de esclavo. Y así habían quedado los que guardaban la antigua ley, ya sea por una prestación, porque de esa manera adquirían la justicia, ya sea porque de esa manera adquirían la gloria de ser justos, y los hijos, que simplemente quieren hacer la voluntad del padre, no están guardando la ley por guardar la ley sino para hacer la voluntad del padre, porque les complace. 79) Y continúa diciendo Pablo: “Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, pues dice la Escritura: Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada. Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la Promesa. Pero, así como entonces el nacido según la naturaleza humana perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, pues no ha de heredar el hijo de la esclava juntamente con el hijo de la libre. Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” 80) Como les decía, aunque aquí no trata del matrimonio, sin embargo al traer este tipo de relación marido-mujer muestra también la posibilidad del matrimonio en dos situaciones distintas: una, donde uno espera del otro una cierta prestación y no lo ama por sí mismo –como es el caso de Abraham con Agar- y la otra, donde ama al otro por sí mismo –como ama Abraham a Sara. Amar a la esposa por sí misma… Ahí estamos en una etapa ulterior del matrimonio, donde ya el varón no está bajo el signo de la lujuria. Abraham no está bajo el signo de la lujuria. Pero el problema aquí, que yo veía en este tipo de mujer dominadora, es el matrimonio bajo el signo de la dominación, de la lucha por quién tiene el mérito, bajo el signo del mérito. Si uno se pone bajo el signo del mérito, se pone en una relación tipo Agar, de prestación: “Te doy, pero yo…” “Lo que yo te doy y lo que vos me das.” O: “Lo que vos me negás”. O: “Lo que yo espero de vos y vos no me das”. 81) En esta segunda situación ya no es bajo el signo de la lujuria; yo lo llamo a eso bajo el signo de la dominación: ¿Quién domina a quién? O bajo el signo del mérito: ¿Quién cumple la ley? “¿Vos cumplís?” “¿Yo cumplo?” “¿Quién cumple?” O bajo el signo de la vanagloria que busca la buena opinión de los hombres y la respetabilidad de la conducta irreprochable, de la buena fama, de la “gente respetable, impecable, decente”. 82) No sé si logro expresar bien esta segunda etapa. Pasada la etapa primera, bajo el signo de la lujuria, el matrimonio puede entrar en esta segunda etapa, donde más bien el problema es el de la esposa, porque es la esposa la que tiende más bien a la dominación. Muchas veces, en la primera etapa, sin darse cuenta, ha ejercitado su dominación valiéndose de la debilidad de la lujuria en el varón y lo ha dominado por su debilidad de la lujuria. No por un afán de perversa dominación, pero lo maneja… Y de eso no se da cuenta al principio pero después empieza a manifestarse eso mucho más. Y no porque sea una dominación perversa, como les dije; muchas veces es una dominación porque quiere que el bien se haga a la manera como ella entiende que tiene que suceder. Lo que dice claramente San Ignacio: una tentación con apariencia de bien. 83) Ella sabe en qué consiste el bien del esposo y entonces el esposo tiene que realizar lo que ella sabe que es su bien. Ella le dice cuál es el bien ¡y el otro lo tiene que hacer! (Risas.) Y si no lo hace, entonces estalla el conflicto. ¡Qué lástima! Porque yo diría que es sin darse cuenta. Es lo que yo llamo, en otras circunstancias y también a propósito de estas cosas, el “ejercicio ilegal de la divinidad” (Risas.). Juega a Dios. Con la mejor intención, ¡con la mejor intención de amor!, pero es una especie de extralimitación del amor. Es “tentación con apariencia de bien”. A las personas buenas Satanás no las tienta con males, las tienta con bienes. No te puede pisar el freno… No te puede torcer la dirección… ¡Te pisa el acelerador! (Risas.) ¡Más! ¡Más! ¡Más! Ese deseo como de la dominación. Por ahí se tienta el alma femenina: por ser Dios en su casa. ¡Juno!
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