martes, 6 de noviembre de 2018

UNA AYUDA ADECUADA
LA MUJER Y EL VARÓN VISTOS DESDE DIOS [10 de 13]


LAS PENAS DEL PECADO


10. - PENAS ANUNCIADAS A LA MUJER
 “A la mujer le dijo: acrecentaré[1] tus sufrimientos[2] y tus preocupaciones[3], con dolor darás a luz hijos. / Hacia tu varón irá tu deseo[4] pero él te dominará” (Gen 2, 16)[5].

10.1.- CONFLICTO  ENTRE EL AMOR A LOS OTROS Y EL AMOR PROPIO. La pena que resulta del pecado original para la mujer es el conflicto entre el amor que caracteriza su naturaleza creada y la orienta hacia el otro (el hijo, el esposo) y el amor propio, que la hace temer por sí misma cuando empieza a experimentar al otro como una amenaza a su propio bien.

10.2.- SUFRIMIENTOS Y PREOCUPACIONES = LAMENTOS Y QUEJAS El Señor no sólo le anuncia sufrimientos, sino también preocupaciones. Ambas cosas se traducen en una proclividad a las lamentaciones y las quejas. La Sagrada Escritura ha registrado esa consecuencia del pecado original cuando por dos veces compara con la gotera el fastidio irremediable que produce la mujer desconforme, quejosa y rencillera: “Mujer que riñe es gotera que no para” (Prov. 19, 13). Y más descriptivamente “Mujer quejosa y pendenciera, es como gotera en día de lluvia, querer que pare es como querer parar el viento o recoger aceite con la mano” (Proverbios 27, 15).

10.3.- EL PARTO DOLOROSO, EL MIEDO AL PARTO, TERRORES INHIBITORIOS Se reconoce que la mujer es el único mamífero que experimenta dolor en el parto. El texto lo atribuye a una acción divina. Al margen de la fe se dan razones anatómicas y fisiológicas atendibles. No he visto que nadie haga conexión entre el dolor en el parto de la mujer con el hecho que la diferencia esencialmente de los demás mamíferos, y es es el único mamífero que tiene conciencia, y por eso ama. Y también por eso teme – por el que viene y por sí misma – y por eso se pre-ocupa. La mujer experimenta dolor al dar a luz porque es el único mamífero que tiene alma consciente y una conciencia que es capaz de interferir en su metabolismo. Para bien o para mal. Pero principalmente porque la ataca su enemigo el  demonio con pensamientos intrusos de miedo que interfieren la acción autónoma del sistema neurovegetativo. Quizás por ese lado se encuentra una conexión entre las preocupaciones y los dolores del parto

10.4,- EL SUFRIMIENTO ESPONSAL. ELVARÓN FUENTE DE SUFRIMIENTO. Te dominará = miedo. Se te morirá = tristeza. Te será infiel, traicionará, no retribuirá amor con amor, no colmará tus expectativas = ira.  

10.5.- LA ENEMISTAD DE LA SERPIENTE (Nájash). No pequeña pena de la hija de Eva y quizás la que más debe movernos a compasión y misericordia, es que el Señor anunció la enemistad del nájash contra ella. Lógica enemistad dado que ella es imagen y llamada a asemejarse al Espíritu Santo, y que por eso el Espíritu impuro y maligno ceba en ella su odio antagónico como no puede hacerlo con el mismo Espíritu divino. En el hebreo bíblico el nombre de la serpiente es masculino: nájash. Es el falso logos, adversario del amor a quien engaña presentándole el bien como mal y al mal como bien. El padre del desamor y del  odio, asesino desde el principio con lo que dice.

10.6.- LA SERPIENTE SIGUE ACECHANDO EL TALÓN de la mujer. Pretende derribarla a la misma tierra donde la serpiente se arrastra castigada. Ataca su postura erguida, elevada. noble, de cumbre y templo andante del amor. ¿Y cómo acecha el apoyo del pie de la mujer? Con pensamientos intrusos de miedo, tristeza, ira. Ese es el tridente con el que atormenta el alma femenina e intenta someterla y derribarla. A ella, creada para la contemplación del bien, la serpiente le representa males en su pensamientos que le produzcan miedo, tristeza o ira. Tridente del nájash que envenena el alma y la quema con su lengua trífida.
10.7.- VIOLACIÓN DEL ALMA: EL PENSAMIENTO INTRUSO se instila insensiblemente en la mente femenina, sin ser advertido su ingreso. El nájash es violador de la mente de la mujer. Cuando ella no advierte su ingreso en la mente, el pensamiento intruso engendra en ella, hijos del  miedo, la tristeza o la ira. Por eso también se lo representa como un dragón que quema y envenena con lo que sale de su boca.



[1] harbáh ‘arbéh aumentar aumentaré: harbáh infintivo absolut hifil de raíz rabah: multiplicar, aumentar.
[2] citsbonék: tus sufrimientos, dolores, trabajos, penas
[3] hegeyonék: raíz: hagáh = murmuración, preocupación, bramar, ahuyar, clamar, quejarse, lamentarse, preocuparse preocupaciones. Así leyeron los LXX que tradujeron stenagmón sou, tus quejas, gemidos, lamentos. El texto masorético en cambio, dice: weheronék: tus embarazos. Raíz: haráh concebir, estar embarazada. Lo que leen los LXX parece teológicamente más  revelador y significativo.
[4] teshuqah; Raíz shuq, (= shaqaq) desear, ir detrás de, perseguir,
[5] [harbáh ‘arbéh citsbonék whegeyonék becétsev teledí baním / le’ishték teshuqaték wehû’ yimshál-bok



Fuente: De mi conferencia en la rama femenina de a Fraternidad Apostólica Santo Tomás de Aquino FASTA –MENDOZA (RA)  En el Foro de la Mujer edición 2018: Mujer custodia de la cultura-- 18 agosto 2018

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