El método de Exégesis Canónica de Brevard S. Childs y la unidad del Salterio Corrigendo la óptica de Gunkel, Childs afirma: “La moderna interpretación del Salterio – que comienza con Gunkel – padece de no tomar en serio el rol que tiene el canon que ha configurado esta literatura religiosa. Es un hecho reconocido desde hace mucho, que la actual forma del Salterio refleja una larga historia de un desarrollo tanto oral como literario”.
“La ‘exégesis canónica’ – la lectura de los diversos textos de la Biblia en el marco de su totalidad [y unidad teológica] – es una dimensión esencial de la interpretación que no se opone al método histórico-crítico sino que lo desarrolla de un modo orgánico y lo convierte en verdadera teología” (Benedicto XVI)
Interrumpo ahora la exposición de las enseñanzas de
Fr. Divo Barsotti para intercalar la visión de Brevard S. Childs, exegeta calvinista, en su obra
Introduction to the Old Testament as Scripture,
(SCM Press, Ltd. London 1979).
Benedicto XVI mostró su aprecio por los puntos de vista de este autor cuando utilizó el enfoque canónico de Childs, remitiéndose a él explícitamente en sus evaluaciones de los límites de los métodos histórico críticos a la interpretación de las Sagradas Escrituras. Este enfoque canónico en la interpretación de las Sagradas Escrituras tiene su importancia porque señala los límites del método histórico crítico y desautoriza a quienes le atribuyen al método histórico crítico la hegemonía absoluta como método de interpretación de las Sagradas Escrituras.
Escribe el Papa en su introducción al primer tomo de Jesús de Nazareth: “…se ha desarrollado hace unos treinta años en América el proyecto de la ‘exégesis canónica’, que se propone leer los diversos textos bíblicos en el conjunto de la única escritura haciéndolos ver así bajo una nueva luz”
[Joseph Ratzinger Benedicto XVI, Jesús de Nazareth, Primera Parte, pág. 14 (Ed.Planeta, Argentina 2007)]
El Papa Benedicto XVI conecta, acto seguido, esta perspectiva con la enseñanza de la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II que: “había destacado claramente este aspecto como un principio fundamental de la exegesis teológica: ‘quien quiera entender la Escritura en el espíritu en que ha sido escrita debe considerar el contenido y unidad de toda ella (Cfr. Dei Verbum 12). Y el Concilio añade que se han de tener muy en cuenta también la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe”. (p.14)
Y algo más adelante, en el mismo prólogo, el Papa agrega una nueva valoración de la exégesis canónica aplicada también al Nuevo Testamento, como lo hizo también Childs: “La ‘exégesis canónica’ – la lectura de los diversos textos de la Biblia en el marco de su totalidad [y unidad teológica] – es una dimensión esencial de la interpretación que no se opone al método histórico-crítico sino que lo desarrolla de un modo orgánico y lo convierte en verdadera teología” (pp. 15-16)
Childs considera que “la moderna interpretación del Salterio – cuyo comienzo pone en Gunkel – padece de no tomar en serio el rol que tiene el canon que ha configurado esta literatura religiosa. Es un hecho reconocido desde hace mucho, que la actual forma del Salterio refleja una larga historia de un desarrollo tanto oral como literario” (O.c. p. 511).
Childs sostiene que la visión de Gunkel, que ubica los Salmos en su Sitz im Leben cultual, no de razón de su reelaboración textual. Los Salmos, afirma Childs, fueron sacados de su contexto litúrgico y se les asignó otras dimensiones religiosas. Por ejemplo: “si bien los Salmos mesiánicos surgieron primitivamente en una determinada situación histórica del antiguo Israel a los que le había dado su forma un medio ambiente mitopoético, ellos fueron atesorados en el Salterio por una razón diferente: como un testimonio de la fe mesiánica que aguardaba la consumación del Reino de Dios mediante su Ungido” (O.c. 517). Childs sostiene que: “La factura canónica del Salterio ofrece al intérprete moderno una garantía para romper con el modo uniforme y de miras estrechas de la exégesis de los Salmos que caracteriza a la mayoría de los comentarios críticos modernos” (O.c. 523) Y agrega: “La configuración canónica del Salterio aseguraba a las futuras generaciones de Israelitas que este libro decía una palabra de Dios a cada uno de ellos en su necesidad. No era solamente un recuerdo del pasado, sino una voz viviente hablándole al sufrimiento humano presente. Tomando en serio la formación canónica del Salterio se le da al lector un recurso invalorable para la cura de almas, y eso es lo que tanto la Sinagoga como la Iglesia consideraron siempre que era el Salterio” (O.c. 523). Estas consideraciones de Childs acerca del enfoque canónico que hay que dar a la interpretación de los Salmos, teniendo en cuenta la unidad del Salterio y su lugar correlativo dentro de él, es la aplicación de una doctrina hermenéutica que sostiene Childs en su obra a propósito de todos los libros de la Escritura. Childs apunta con su método canónico de interpretación de la Sagrada Escritura a que la Biblia pueda ser leída como lo que es: como Sagrada Escritura. “Tener en cuenta el Canon – afirma Childs – juega un rol negativo y positivo en la determinación de la finalidad de la exégesis. Por un lado, su rol negativo, consiste en que relativiza los reclamos de que, en exégesis, se ha de dar la prioridad del método histórico-crítico. La consideración canónica se opone vigorosamente al presupuesto de que todo texto bíblico ha de pasar primero por el bisturí histórico-crítico antes de poder empezar siquiera a interpretarlo. Por otro lado, el rol positivo de la consideración canónica consiste en desafiar al intérprete a tomar primero más cuidadosamente en cuenta el texto bíblico en su estado canónico actual, tal como está actualmente en su forma canónica “recepta” y a continuación discernir su función para una comunidad de fe. Prestar atención al canon establece ciertos parámetros dentro de los cuales se ubicaba la tradición. La consideración del Canon sirve no tanto para establecer una determinada significación de un texto en particular, sino para trazar el mapa de relaciones dentro del cual se ha de ejercitar la tarea exegética” [...] “En un sentido, el método canónico delimita la tarea exegética tomando en serio los parámetros tradicionales. En otro sentido el método canónico, libera del efecto asfixiante de los métodos escolares de la academia. Al insistir en considerar la tarea exegética como constructiva y descriptiva a la vez, el intérprete se ve obligado a confrontar el texto autorizado, canónico, de la Escritura en una reflexión teológica continua. Colocando el texto canónico dentro del contexto de la comunidad de fe y de vida religiosa se libera una variedad de modelos exegéticos diferentes para encarar el texto, como por ejemplo el litúrgico o el dramático. En suma, el canon establece una plataforma de lanzamiento para la exégesis, más bien que una barrera que restringe su actividad creadora” (Obra citada pág. 83)].
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