GO'EL: EL DIOS PARIENTE En la Cultura Bíblica (25 de 27)
5.10.- Influjo semítico
¿Cómo pudo llegar el pensamiento griego a ofrecer ese punto de enganche? Se ha demostrado que la Stoa es una corriente del pensamiento griego que brota de influjos semíticos
[Max Pohlenz, Die Stoa, Göttingen, 1948-49. Ver: Biblica 32(1951)428-431 (Desplaces); Rech. de Sc. Rel. 37(1950)318-319].
El nombre del padre de Zenón, Mnaseas, sería la forma griega del hebreo Manasés.
Muchos aspectos del genio del pensamiento y hasta del modo de expresarse estoico se deberían a estos orígenes semíticos de Zenón y Cleanto.
La doctrina estoica del Logos, podría vincularse al Dios creador bíblico, que lo crea todo con su palabra.
Para Zenón, Dios es la naturaleza. Y si todo depende de ésta, no es extraño que la ética estoica proponga como ideal moral el vivir de conformidad con la naturaleza, más precisamente conforme al Logos (homologoumenos zen, que Cleanto explica como akolouthos te fysei zen). Y es gracias y sobre todo a las percepciones connaturales, es decir conformes a la naturaleza, que el hombre puede decir: Homo sum: humani mihi nihil alienum puto [Terencio (194-159 a.C.) El Verdugo de sí mismo 77].
Es sobre todo gracias a estas percepciones connaturales que el hombre se distingue del animal.
Y una de ellas, la más alta, ha permitido a los primeros hombres, dice Dion Crisóstomo la representación de los dioses, "gracias a la connaturalidad con ellos" [Olímpica 12,27. Texto inspirado en Posidonio].
Es sobre este terreno de la escuela del Pórtico que pudieron florecer - como adelantamos más arriba - los dos testimonios que han sido más agitados como paralelos entre el pensamiento religioso griego y el bíblico. Cleanto y Arato.
5.11.- Diferencias bajo las semejanzas
Sin embargo, lo que parece una cumbre de la semejanza, es, si lo examinamos bien, una exasperación de las diferencias. 1ª Nada más antibíblico que postular una igualdad de naturaleza entre Dios y los hombres. 2º Además, en el mundo bíblico no hay un genos divino, por la sencilla razón de que, siendo monoteísta, no conoce una raza de dioses, con la que el hombre pudiera emparentar, o que pudiera compartir.
El Dios bíblico es uno y único, y además, celoso. No admite otros y aspira a la exclusividad del amor del hombre y a su fidelidad.
El parentesco del Dios-Goel, no va por esta vía de la sungeneia concebida como synfysis. Esta vía de la connaturalidad correspondería, analógicamente, a las formas de parentesco por consanguinidad.
Por el contrario, el hecho de que el Dios bíblico sea un pariente por Alianza, salvaguarda precisamente lo que podríamos llamar la diáfysis, por oposición a la synfysis, la diferencia y la distancia entre el ser del Creador y el de las creaturas, la diversidad de naturalezas.
Es cierto que en la vertiente cristiana de la cultura bíblica aparece, por la doctrina de la Encarnación, una visión nueva acerca del vínculo entre la naturaleza divina y la humana. Aparece una nueva modalidad de la alianza y del parentesco que involucra de modo más estrecho la naturaleza humana y la divina. Esta nueva relación es la que sanciona el nombre "Nueva Alianza" o "Nuevo Testamento".
[NOTA: Ver Romanos 6,5: "Porque si nos hemos hecho una cosa con él por una muerte semejante a la suya" (ei gar symfytoi gegónamen tô omoiômati tou thanatou autou) y también 2ª Pedro 1,4, que damos en su contexto para su mejor comprensión: "Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina" (hina dia toutôn génêsthe théias koinônoi fyseôs)]
Pero no nos toca entrar aquí en los rasgos diferenciales de las distintas ramas de la religión bíblica, sino a lo que les ese común. Y la especificidad de la visión cristiana no se opone a la condición genérica del Dios-pariente. Sólo introduce una visión nueva acerca de la naturaleza del vínculo de Alianza de parentesco.
3ª Por último, en la visión bíblica, el parentesco, por Alianza de Dios con los patriarcas, es fruto de una libérrima iniciativa divina, llamada elección y vocación, en una palabra: gracia (jen). No así en la visión estoica, donde la divinización del hombre y su participación en la naturaleza divina se sitúa al final de un esfuerzo moral.
Como se ve: en la comparación de culturas o religiones, las semejanzas y aparentes paralelismos de rasgos o elementos suelen ser engañosas. Si una expresión, una imagen o alguna idea particular, como en nuestro caso el del parentesco entre Dios y el hombre, se encuentra en dos culturas o religiones, eso no indica que tenga igual significado en ambas. Inclusive en el hipotético caso de que una cultura hubiese tomado en préstamo ese elemento de otra cultura; como podría ser el caso del influjo semítico en el pensamiento estoico griego, y en particular en el caso particular del parentesco divino, más afín al semítico.
Cada aspecto particular o elemento de una religión o cultura, adquiere su significado en el conjunto estructural del que forma parte o en el que se ha incorporado. No se trata por lo tanto de probar que tal o cual idea israelita o bíblica se encuentre también en Babilonia, Egipto o Grecia; o que haya sido tomada en préstamo por una, de alguna otra.
La cuestión esencial está en saber qué significado tiene en su contexto propio, o en el nuevo contexto al que fue incorporado. ¿Qué hizo con él el contexto cultural que lo hizo propio?
Pero esperamos que de esta comparación hayan resaltado precisamente las diferencias y se haya delineado un poco más lo propio de la visión bíblica del Dios pariente.
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