"Su divino poder nos ha concedido graciosamente cuanto es útil para la vida y la piedad, haciéndonos conocer al que nos ha llamado por su propia gloria y virtud (= areté). Por éstas nos ha dado graciosamente los preciosos y sumos bienes prometidos, a fin de haceros participantes por ellos de la divina naturaleza, huyendo de la corrupción que por la concupiscencia existe en el mundo. Por esto debéis poner todo empeño en juntar con la fe la virtud (areté), con la virtud el conocimiento..." (9)
4. Doctrina de Cristo: escuela de areté.
Justino nos relata el martirio de Ptolomeo, que le da motivo a escribir su Apología II, y en ella leemos que éste, conducido ante el tribunal de Urbico "consciente de los bienes que debía a la doctrina de Cristo, confesó lo que es escuela de la divina virtud (tes théias aretés omologésen)" (10).
El testimonio de Plinio el Joven en su carta al Emperador Trajano (11) confirma las afirmaciones de Justino acerca de la vida moral de los cristianos, que hacía el asombro de los paganos: "se comprometen con juramento no a perpetrar algún crimen (como era el caso de las sociedades secretas que preocupan a Plinio en Bitinia) sino a no cometer robo, ni asesinato, ni adulterio, a no faltar a sus juramentos, a devolver los préstamos cuando se les reclaman".
El mismo concepto de la areté o bondad propia de los cristianos nos confirmará más tarde el Discurso a Diogneto con su famoso retrato de la vida cristiana (12) que encierra una refutación de las calumnias que fueron moneda corriente en el Imperio durante los largos siglos de las persecuciones. Una parte no pequeña del ideal de areté cristiano, que derivaba de la paciencia de Cristo mismo ante sus verdugos, era la capacidad de perseverar en el bien a pesar de las calumnias y persecuciones extendiendo el amor a los perseguidores. Y esta areté cristiana estaba destinada a brillar a los ojos del mundo, para que glorificaran al Padre que está en los cielos (Mt 5,16); o como dice Pablo, para vencer el mal con el bien (Rom 12,21).
5. Areté pagana y persecuciones:
En la situación de persecución se ubica la excelencia o areté en el NT.
Los hechos dramáticos de siglos de persecución violenta e injusta por parte de la autoridad imperial y de calumnia difusa por parte de las masas paganas, eran un antídoto bastante fuerte para inocular al cristiano contra toda ingenua tentación de idealizar románticamente la capacidad pagana, no ya de juzgar abstractamente acerca de lo que es bueno o malo moralmente, cuanto más bien de acertar en el juicio concreto. Incluso paganos de un elevado ideal ético eran capaces de cometer una tremenda injusticia con los cristianos.
La Iglesia vio siempre en este hecho una evidencia de lo demoníaco y de su acción concreta entre los hombres. Esa dolorosa experiencia de persecución injusta y totalmente incomprensible mostraba más bien las sombras reales, a menudo inadvertidas para las conciencias paganas, de sus ideales de areté, es decir, de sus convicciones acerca del bien y del mal moral. Esa capacidad diabólica para el mal, era más que un fenómeno transitorio o coyuntural. Era una posibilidad inherente al hombre que no está en Cristo, por más elevados que sean sus ideales morales y por más que tenga una capacidad natural de bondad. Y por serlo, la persecución, el odio del nombre cristiano, -advirtieron perpicazmente aquellas generaciones de la Iglesia- es un declive que a pesar de todas las atenuaciones momentáneas o de las disimulaciones pasajeras, signa indeleblemente la relación Iglesia - Mundo.
Como lo muestran los desarrollos apologéticos posteriores, el Sitz im Leben de areté en los escritos del N.T. es la incipiente apologética cristiana frente a la persecución de que es objeto por parte de los gentiles. La vida intachable del cristiano ha de ser el mejor argumento frente a Dios, a sí mismo y a sus enemigos.
6. Resumiendo.
En la tradición cultural griega, el polivalente término areté significa según el bosquejo de acepciones que hace Bauernfeind (13):
a) Excelencia (quaelibet rei praestantia);
b) virilidad, en primer lugar como virtud guerrera, que incluye coraje, valentía, esfuerzo, fortaleza;
c) mérito, al principio guerrero, abarca luego el mérito intelectual, social, político, y por fin el más lato sentido moral;
d) virtud, una ampliación aún más grande de la capacidad significativa del término, que da lugar a que sea empleada por la apologética judía de Filón como lugar de encuentro de los ideales griegos con los ideales judíos, pero también da lugar a un uso más específicamente cargado de significación religiosa, próxima a la dikaiosyne o justicia; en esta última línea usan la palabra los libros de los Macabeos, para designar la fidelidad inquebrantable a la Ley, de los héroes de la fe en su lucha hasta la muerte;
e) gloria; como categoría religiosa y cualidad divina, equivalente a la epifanía, a la manifestacion de excelencias divinas como el poder (dynamis) y otras; el uso cristiano empalmará con esta vertiente religiosa del término, hablando de la areté de Cristo;
f) brillo, alabanza, (doxa) correspondiente en la traducción griega de los LXX a las palabras hebreas hod y tehilláh (esplendor y alabanza); los LXX usan areté sólo con este sentido específico: Job 3,3 y Zac 6,13 (hod); Is 42,8.12; 43,21; 63,7.
También aparece la palabra areté en otros pasajes de los setenta sin equivalente hebreo: Esd 4,17; Prov 1,7; Sab 4,1; 5,13; 8,7 y abundantemente en 2-4 Macabeos, con el sentido apuntado más arriba.
Aunque hay una correlación entre las significaciones d) y f), la virtud no está sometida a su reconocimiento o a la alabanza; ésta le es debida sin duda al hombre virtuoso, pero excelencia y encomio no son lo mismo, aunque se designen con la misma palabra areté; con todo, el hombre virtuoso tiene derecho a la fama (areté) de tal.
El uso del NT conecta con la especificidad religiosa que los LXX reservaron a la palabra areté: "la actitud que tanto en la vida como en la muerte debe observar y tener el hombre recto y justo".
El único lugar en que Pablo usa la palabra, Fil 4,8, la presenta en paralelo con el término epainos que significa lo que es digno de alabanza o de aprobación (14).
La asociación de areté con este término puede sugerir que la alabanza o aprobación de la instancia de autoridad eclesial tiene valor normativo para la definición del contenido de la areté.
En 2Pe 1,3 se trata claramente de areté en la acepción e), y este versículo propone a Cristo como paradigma definitorio de cuál es la areté propuesta al cristiano como ideal de vida en el versículo 5. Parece clara la intención de imbuir con una significación cristiana a un término que, de otro modo, connotaría una clave pagana incompartible.
Notas:
8) 1 Cor 6,2-3; 2,15.
9) 2 Pe 1,3-5.
10) Apol II, 2,13; Ruiz Bueno, p. 263.
11) Plinio el Joven, Epist. X, 96.
12) A Diogneto V, 1-17.
13) Kittel, TWNT I, 457ss.
14) Véase Rom 2,29; 13,3; 1 Cor 11,2.17.22; 1 Pe 2,14 etc.
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