2.- El prefacio de la Materia Médica de Dioscórides
El prefacio de Dioscórides a su libro De Materia Médica es uno de los tantos escritos científicos de la época que podrían analizarse y comparar con el Prólogo de Lucas, en la búsqueda de analogías en sus concepciones criteriológicas.
Dioscórides insiste y enfatiza –como Lucas- que ha sido más cuidadoso y metódico que sus predecesores. A diferencia de Lucas, los inculpa de haber cometido errores algunas veces y de haber hablado de oídas otras veces. Pero tanto él como Lucas coinciden en recomendarse a sí mismos y a lo que dicen por haberlo comprobado por sí mismos.
Dioscórides insiste en que ha investigado la materia con toda diligencia y por propia experiencia, y también insiste en que ha seguido el relato de aquellos autores que hablan de las cosas sin contradecirse. Y explica que ha hecho esto con la finalidad de saber la verdad con certeza; Él, como Lucas, considera que la certeza, la asfáleia, es una virtud propia de su tratamiento de la materia, al haberla ordenado y sistematizado. Rasgo de aprecio por el orden y el método al servicio de la certeza del conocimiento, que también encontramos en Lucas.
Presento a continuación el texto castellano del Prefacio de Dioscórides,
en la traducción del Doctor Andrés de Laguna (1555), tomado de la edición facsimilar que publicó el Instituto de España, (Madrid 1968) con Prefacio de Dn. Juan de Contreras y López de Ayala, y con una vasta Introducción por Dn. Teófilo Hernando y Ortega.
Parece un servicio justificado trascribir aquí el texto íntegro de la versión castellana de Laguna por ser un texto al que no es fácil acceder. Señalo mediante cursivas las semejanzas del prólogo de Dioscórides con los criterios críticos comunes a Lucas. Modernizo ligeramente la ortografía.
Prefation de Dioscorides
"Dado que muchos no solamente de los antiguos, empero también de los autores modernos, hayan escrito de la composición, virtud y prueba, de las cosas medicinales, oh amicísimo Ario, todavía procuraré de darte a entender, que no en balde, o sin razón alguna, me moví yo a tratar semejantemente de este mismo negocio; visto que algunos de ellos ninguna cosa acabaron; y otros muchos, aunque escribieron mucho fue de cosas oídas. Yolas, aquél bitinio, y el tarentino Heraclides, echando del todo atrás la consideración de las hierbas, tocaron muy sobriamente esta materia; ni hicieron mención de los minerales, ni de aromáticas medicinas. Cratevas el herbolario y Andreas el médico (los cuales en este negocio fueron más diligentes que todos los otros) también dejaron en blanco sin anotarlas.
Empero, con todo esto, no podemos negar, que aunque los antiguos escribieron de pocas cosas, a lo menos en escribirlas usaron de grandísima diligencia, la cual gloria no daremos a los modernos. Entre los cuales Julio Basso, Nicerato, Petronio y con ellos el Nigro, y Diodoro, todos de la parcialidad [escuela] de Asklepiades, juzgaron ser cosa muy importante la descripción de la vulgar materia medicinal, que todo el mundo conoce, mas tratando muy de corrido la virtud y la prueba de los remedios, no regularon con la experiencia sus efectos y facultades; sino altercando de las causas con palabras ociosas y vanas, sobre cada uno de ellos levantaron un mar de cuestiones y controversias, allende de que escribieron una cosa por otra.
Porque sin duda el Nigro (el cual es tenido por el más excelente de todos ellos) porfía que el Euforbio es licor de aquella hierba que se llama camelea y nace en Italia. Además de esto, dice que el Androshemo y el Hyperico, son una misma planta; y que el Azíbar nace en Judea, de ciertas minas.
Propone entre otras muchas cosas, semejantes a estas, muy ajenas a la verdad, de donde se colige que no las vio sino que las oyó de otros.
Erraron también en el orden: porque alguno de ellos juntaron las cosas medicinales entre sí diferentes. Y otros, para más fácilmente acordarse, apartaron, según el abecedario, las de semejante naturaleza, y con ellas sus especies y facultades.
Empero yo desde mi tierna edad (como bien lo puedo afirmar) habiendo sido inclinado con un deseo ardentisimo al conocimiento de la medicinal materia: y habiendo discurrido por varias y peregrinas regiones (porque según tu bien sabes, mi vida siempre fue militar) a la fin, por tus exhortaciones vencido, abracé todo este negocio en seis comentarios: los quales ofrezco y dedico a tu nombre, en cambio de la singular afición que me tienes: pues aunque naturalmente eres amigo de todos los eruditos, y en especial de aquellos que son de tu profesión, a mí ciertamrnte sueles mostrarme una más intrínseca benevolencia.
Es no pequeño argumento de tu exquisita bondad, el entrañable amor que Licinio Basso, excelente varon te tiene: el qual entonces conocí en el, quando quiso mi buena suerte, que gozando de vuestra conversación, contemplase entre vosotros una muy estrecha amistad y verdaderamente digna que de todo fuese imitada. Exhórtote pues á ti, y á todos los que aquestos mis comentarios leyeren, que no juzguéis del lenguaje el valor d’esta nuestra fatiga, sino de la experiencia y solicitud, con que trato las cosas subjectas,
De las cuales habiendo yo visto muchas con mis propios ojos diligentísimamente, y alcanzado otras de la historia cierta, y consona a todos: y finalmente habiendo entendido algunos de la relacion que me hicieron los habitantes de los lugares adonde ellas nacen, después de haber sido otros por mí preguntados cuidadosamente procuraré de escribir por orden diverso del que siguieron los otros, las especies y virtudes de todas ellas.
Ni pienso que ignore alguno; quán necessaria sea la doctrina de los remedios
Así por ser ella conjunta con toda el arte, como porque da grande ayuda y socorro a cualquier miembro de ella: entendido que puede crecer y extenderse el arte, a causa de las composiciones y mezclas de los dichos remedios, y de las pruebas que hacemos de ellos en las enfermedades: para lo cual sirve infinito la noticia de cada simple particular.
Abrazaré tambien cualquiera materia medicinal, aunque muy familiar y doméstica, para que nuestro instituto quede acabado y perfecto.
Conviene tener primeramente cuidado, que cada hierba se recoja y guarde en su propria sazón y tiempo: porque según esto se hiciere serán eficaces las medicinas, ó vanas, y sin vigor alguno. Hánse pues de recoger estando el cielo sereno: porque no importa poco, si se recogen en tiempo seco, ó lluvioso.
Tambien hace ifinito al caso, si nacen en montañas muy altas, combatidas de vientos, frías y muy enjutas: visto que lo que crece en estos lugares, suele ser dotado de mayor fuerza: y al contrario lo que nace en campaña rasa, y en lugares acuosos, sombrios, y nada oreados, por la mayor parte tiene poca virtud: en especial si fuere cogido fuera de tiempo, ó de sus propria flaqueza ello mismo se parare marchito.
Cumple así mismo saber, que según la propiedad del lugar, y la templanza del año, suelen ser más tempranas, ó más tardias en perfeccionarse, las plantas.
Entre las quales algunas de su propria naturaleza producen flores y hojas en el invierno: y algunas florecen dos veces al año: de manera que el que quiere ser docto en ellas, conviene que quando nacen, y quando están en su fuerza, y finalmente quando declinan, los contemple personalmente. Porque el que solamente cuando salen de tierra las viere, no las podrá conocer cuando fueren crecidas, ni el que las hubiere visto grandes no las podrá conocer en su primer nacimiento.
De aquí procede, que los que no contemplan estas diversidades; así por transformarse las hojas, como por variarse la longitud de los tallos, y hacerse las flores, y los frutos mayores, con otras particularidades de esta suerte a cada paso se engañen. Ni de otra cosa resulta el error de aquellos que falsamente escribieron, algunas hierbas, conviene á saber, la grama, el quinquefolio. Y la úngula caballina, carecer de flor, de fruto y de tallo.
Por ellos los que muy a menudo, y en muchos lugares contemplaren las hierbas, alcanzaran perfecto conocimiento deellas.
Es tambien de notar, que entre todas las hierbas medicinales, sólo el Eleboro blanco, y el negro, se conservan por mucho años: y todas las otras, passados tres, no son más de provecho.
Las yerbas que extienden ramos, como el Cantuesso, la Trixago, el Polio, el Abrotano, el Seripho, los Ajenjos, el Hisopo, y otras de este jaez,se deben recoger, cuando están de simiente llenas: las flores, antes que de sí mismas se caigan:los frutos, cuando estuvieren maduros: finalmente los simientes, en comenzando á secarse antes que se derramen.
Sacaremos el zumo de las hierbas y hojas, luego cuando brotan los tallos.
Para coger los liquores y lágrimas, es necessraio sajar los troncos, quando están en vigor las plantas.
Las raíces, los liquores, y las cortezas que queremos guardar, se tienen de recoger al principio del caer de sus proprias hojas: y secarse cada cosa, siendo limpia, en lugares enjutos.
Porque las mezcladas con polvo, ó lodo, débense primero lavar con agua.
Guárdanse las flores, y las cosas de buen olor, en unos cajoncicos hechos de la madera de un árbol llamado teja, bien secos.
Algunas vezes se suelen envolver en papeles, ó en hojas, para que se conserven las simientes mejor.
A la conservación de las líquidas medicinas, materia más espesa conviene: como es la de la plata, la del vidrio, y también la del cuerno. Guárdanse así mismo en vasos de tierra cocida, con tal que no sean porosos.
Entre los de madera suelen ser al propósito los que se hacen de boj.
Para los remedios líquidos, aptos al mal de ojos, y para todos los otros, que de vinagre, pez liquida,lágrima de cedro, se hazen, los vasos de cobre son convenientes: Así como los de estaño, para conservar las grasa y los tuétanos”.
Del Prólogo de Dioscórides se ocupa LOCY, o.c. pp. 55-58
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Si por inadvertencia he publicado una foto que tiene derechos reservados le ruego me avise para bajarla del blog y le pido mis disculpas bojorgeh@gmail.com
Parece un servicio justificado trascribir aquí el texto íntegro de la versión castellana de Laguna por ser un texto al que no es fácil acceder. Señalo mediante cursivas las semejanzas del prólogo de Dioscórides con los criterios críticos comunes a Lucas. Modernizo ligeramente la ortografía.
Prefation de Dioscorides
"Dado que muchos no solamente de los antiguos, empero también de los autores modernos, hayan escrito de la composición, virtud y prueba, de las cosas medicinales, oh amicísimo Ario, todavía procuraré de darte a entender, que no en balde, o sin razón alguna, me moví yo a tratar semejantemente de este mismo negocio; visto que algunos de ellos ninguna cosa acabaron; y otros muchos, aunque escribieron mucho fue de cosas oídas. Yolas, aquél bitinio, y el tarentino Heraclides, echando del todo atrás la consideración de las hierbas, tocaron muy sobriamente esta materia; ni hicieron mención de los minerales, ni de aromáticas medicinas. Cratevas el herbolario y Andreas el médico (los cuales en este negocio fueron más diligentes que todos los otros) también dejaron en blanco sin anotarlas.
Empero, con todo esto, no podemos negar, que aunque los antiguos escribieron de pocas cosas, a lo menos en escribirlas usaron de grandísima diligencia, la cual gloria no daremos a los modernos. Entre los cuales Julio Basso, Nicerato, Petronio y con ellos el Nigro, y Diodoro, todos de la parcialidad [escuela] de Asklepiades, juzgaron ser cosa muy importante la descripción de la vulgar materia medicinal, que todo el mundo conoce, mas tratando muy de corrido la virtud y la prueba de los remedios, no regularon con la experiencia sus efectos y facultades; sino altercando de las causas con palabras ociosas y vanas, sobre cada uno de ellos levantaron un mar de cuestiones y controversias, allende de que escribieron una cosa por otra.
Porque sin duda el Nigro (el cual es tenido por el más excelente de todos ellos) porfía que el Euforbio es licor de aquella hierba que se llama camelea y nace en Italia. Además de esto, dice que el Androshemo y el Hyperico, son una misma planta; y que el Azíbar nace en Judea, de ciertas minas.
Propone entre otras muchas cosas, semejantes a estas, muy ajenas a la verdad, de donde se colige que no las vio sino que las oyó de otros.
Erraron también en el orden: porque alguno de ellos juntaron las cosas medicinales entre sí diferentes. Y otros, para más fácilmente acordarse, apartaron, según el abecedario, las de semejante naturaleza, y con ellas sus especies y facultades.
Empero yo desde mi tierna edad (como bien lo puedo afirmar) habiendo sido inclinado con un deseo ardentisimo al conocimiento de la medicinal materia: y habiendo discurrido por varias y peregrinas regiones (porque según tu bien sabes, mi vida siempre fue militar) a la fin, por tus exhortaciones vencido, abracé todo este negocio en seis comentarios: los quales ofrezco y dedico a tu nombre, en cambio de la singular afición que me tienes: pues aunque naturalmente eres amigo de todos los eruditos, y en especial de aquellos que son de tu profesión, a mí ciertamrnte sueles mostrarme una más intrínseca benevolencia.
Es no pequeño argumento de tu exquisita bondad, el entrañable amor que Licinio Basso, excelente varon te tiene: el qual entonces conocí en el, quando quiso mi buena suerte, que gozando de vuestra conversación, contemplase entre vosotros una muy estrecha amistad y verdaderamente digna que de todo fuese imitada. Exhórtote pues á ti, y á todos los que aquestos mis comentarios leyeren, que no juzguéis del lenguaje el valor d’esta nuestra fatiga, sino de la experiencia y solicitud, con que trato las cosas subjectas,
De las cuales habiendo yo visto muchas con mis propios ojos diligentísimamente, y alcanzado otras de la historia cierta, y consona a todos: y finalmente habiendo entendido algunos de la relacion que me hicieron los habitantes de los lugares adonde ellas nacen, después de haber sido otros por mí preguntados cuidadosamente procuraré de escribir por orden diverso del que siguieron los otros, las especies y virtudes de todas ellas.
Ni pienso que ignore alguno; quán necessaria sea la doctrina de los remedios
Así por ser ella conjunta con toda el arte, como porque da grande ayuda y socorro a cualquier miembro de ella: entendido que puede crecer y extenderse el arte, a causa de las composiciones y mezclas de los dichos remedios, y de las pruebas que hacemos de ellos en las enfermedades: para lo cual sirve infinito la noticia de cada simple particular.
Abrazaré tambien cualquiera materia medicinal, aunque muy familiar y doméstica, para que nuestro instituto quede acabado y perfecto.
Conviene tener primeramente cuidado, que cada hierba se recoja y guarde en su propria sazón y tiempo: porque según esto se hiciere serán eficaces las medicinas, ó vanas, y sin vigor alguno. Hánse pues de recoger estando el cielo sereno: porque no importa poco, si se recogen en tiempo seco, ó lluvioso.
Tambien hace ifinito al caso, si nacen en montañas muy altas, combatidas de vientos, frías y muy enjutas: visto que lo que crece en estos lugares, suele ser dotado de mayor fuerza: y al contrario lo que nace en campaña rasa, y en lugares acuosos, sombrios, y nada oreados, por la mayor parte tiene poca virtud: en especial si fuere cogido fuera de tiempo, ó de sus propria flaqueza ello mismo se parare marchito.
Cumple así mismo saber, que según la propiedad del lugar, y la templanza del año, suelen ser más tempranas, ó más tardias en perfeccionarse, las plantas.
Entre las quales algunas de su propria naturaleza producen flores y hojas en el invierno: y algunas florecen dos veces al año: de manera que el que quiere ser docto en ellas, conviene que quando nacen, y quando están en su fuerza, y finalmente quando declinan, los contemple personalmente. Porque el que solamente cuando salen de tierra las viere, no las podrá conocer cuando fueren crecidas, ni el que las hubiere visto grandes no las podrá conocer en su primer nacimiento.
De aquí procede, que los que no contemplan estas diversidades; así por transformarse las hojas, como por variarse la longitud de los tallos, y hacerse las flores, y los frutos mayores, con otras particularidades de esta suerte a cada paso se engañen. Ni de otra cosa resulta el error de aquellos que falsamente escribieron, algunas hierbas, conviene á saber, la grama, el quinquefolio. Y la úngula caballina, carecer de flor, de fruto y de tallo.
Por ellos los que muy a menudo, y en muchos lugares contemplaren las hierbas, alcanzaran perfecto conocimiento deellas.
Es tambien de notar, que entre todas las hierbas medicinales, sólo el Eleboro blanco, y el negro, se conservan por mucho años: y todas las otras, passados tres, no son más de provecho.
Las yerbas que extienden ramos, como el Cantuesso, la Trixago, el Polio, el Abrotano, el Seripho, los Ajenjos, el Hisopo, y otras de este jaez,se deben recoger, cuando están de simiente llenas: las flores, antes que de sí mismas se caigan:los frutos, cuando estuvieren maduros: finalmente los simientes, en comenzando á secarse antes que se derramen.
Sacaremos el zumo de las hierbas y hojas, luego cuando brotan los tallos.
Para coger los liquores y lágrimas, es necessraio sajar los troncos, quando están en vigor las plantas.
Las raíces, los liquores, y las cortezas que queremos guardar, se tienen de recoger al principio del caer de sus proprias hojas: y secarse cada cosa, siendo limpia, en lugares enjutos.
Porque las mezcladas con polvo, ó lodo, débense primero lavar con agua.
Guárdanse las flores, y las cosas de buen olor, en unos cajoncicos hechos de la madera de un árbol llamado teja, bien secos.
Algunas vezes se suelen envolver en papeles, ó en hojas, para que se conserven las simientes mejor.
A la conservación de las líquidas medicinas, materia más espesa conviene: como es la de la plata, la del vidrio, y también la del cuerno. Guárdanse así mismo en vasos de tierra cocida, con tal que no sean porosos.
Entre los de madera suelen ser al propósito los que se hacen de boj.
Para los remedios líquidos, aptos al mal de ojos, y para todos los otros, que de vinagre, pez liquida,lágrima de cedro, se hazen, los vasos de cobre son convenientes: Así como los de estaño, para conservar las grasa y los tuétanos”.
Del Prólogo de Dioscórides se ocupa LOCY, o.c. pp. 55-58
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