Particularismo y universalismo Puesto que es el tema central que se agita en el librito de Jonás, conviene detenernos un momento en el examen de cómo se ha ido desarrollando y evolucionando la conciencia de Israel de ser el pueblo elegido por Dios. Una conciencia que oscila entre la interpretación y la vivencia particularista y xenófoba y otra visión y actitud universalista y filantrópica.
La teología de la elección abarca un amplio espectro de comprensiones; que va desde la convicción del Deutero-Isaías, que ve en el pueblo elegido un instrumento al servicio de un plan divino sobre toda la humanidad, hasta Joel (3-4) que anhela la aniquilación de las naciones. Que va desde los profetas pre-exílicos, que tienen una conciencia de elección algo negativa, hasta la visión nacionalista de la elección que caracteriza la fuente Jahwista. Que va del separatismo incipiente en el Elohista, que se desarrollará en el Deuteronomio y en la fuente sacerdotal o P (Priestererschrift) para culminar en la obra del Cronista, hasta la visión amigable que caracteriza al autor del libro de Jonás.
Universalismo y particularismo son pues como dos polos
que buscan su equilibrio en el pensamiento del antiguo Israel. La visión universalista concibe la elección en términos religiosos y caritativos hacia los demás pueblos, en forma xenófila. Puede plantearse también en forma xenófoba en términos de la oposición dialéctica del amo o el esclavo, de la cruel lucha por el poder que regía las relaciones entre los pueblos.
En otros casos puede mostrar el horizonte de una justicia divina que juzga por igual a Israel y a los demás pueblos.
Se dibujan en los textos bíblicos tres líneas diversas: 1) una en la que predomina y se acentúa la elección de Israel como privilegio y en la que predomina la conciencia de la separación; 2) otra en la que se acentúa la misión y la responsabilidad que esa elección implica en orden a la salvación o bendición de las naciones y 3) otra en la que Israel es considerado de alguna manera como ministro, representante y a la vez servidor de Dios para el mundo.
Parece evidente que esa conciencia del pueblo elegido se ha ido desarrollando a través de su historia y que en la historia ha ido aprendiendo y aclarando su conciencia. Durante los reinos de David primero y de Salomón después, se amplía el horizonte. Suelen los estudiosos colocar en este momento el surgimiento de la fuente Yavista. El Yavista tiene una fuerte conciencia de la elección, con rasgos nacionalistas, optimistas y xenófilos. Si bien David es un guerrero que debe defenderse y dominar los pueblos vecinos, inaugura hacia el final de su reinado una era de relaciones pacíficas, que hereda y lleva a su esplendor su Hijo Salomón.
La visita de la reina de Saba o las alianzas matrimoniales con hijas de monarcas vecinos, hablan de esa política internacional distendida, cuyos efectos sombríos sin embargo no dejan de señalar fuentes proféticas, y que tendrá efectivamente efectos desastrosos que debieron sufrir Elías y Eliseo.
El universalismo salomónico introduce la idolatría a través de las alianzas matrimoniales, que eran una forma de las relaciones internacionales propias del mundo de las monarquías.
Los profetas reaccionarán contra la infidelidad religiosa y la amenaza a la propia identidad y también a la libertad nacional, por parte de las religiones vecinas y de las grandes potencias. Las fuentes que reflejan esa reacción son la Elohista, que se continúa en el Deuteronomio y la obra histórico profética deuternonomista.
El cisma y la fragmentación política, el desmenuzamiento del estado, condujo a una espiritualización del pensamiento de la elección. Por un lado la tradición sacerdotal: estricta, austera, rigurosa, celosa de los límites, de la identidad, de la pureza, guardiana del culto como corazón de la cultura, atenta a conjurar las tentaciones de la idolatría y de los influjos corruptores de los pueblos vecinos, su cultos y sus costumbres que se infiltraban sobre todo por vía de matrimonios mixtos. Por otro lado, en la profecía exílica se desarrollan rasgos de júbilo escatológico, una confianza, una esperanza de que el Señor renovará toda la creación, restaurará la suerte de sus fieles y los convertirá en el instrumento de la regeneración de las naciones. Pensemos en Daniel 7 y la visión del Hijo del Hombre.
Finalmente, en época más reciente, a la vuelta del exilio, la necesidad de preservar la integridad religiosa y cultural del pueblo, determina un cierto endurecimiento y una intensificación del separatismo. Por reacción pendular, surge ante esta tendencia, otra de la que el libro de Jonás es representativa. Jonás parece querer corregir un excesivo celo nacional y separatista, mostrando al mismo tiempo que los paganos, tanto la tripulación de la nave como los habitantes de Nínive, están abiertos a la fe y a la conversión [Peter Altmann, Erwählungstheologie und Universalimus im Alten Testament, Verlag Alfred Töpelmann, Berlin, 1964].
En el origen del celo proselitista que caracterizaba la diáspora hebrea en el mundo grecolatino hubo sin duda un tipo de teología de la que es testigo el libro y la figura de Jonás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario