"ÉL da alimento a todo viviente porque es eterna su misericordia" (Sal 135,25)
Numerosos Salmos celebran al Señor como Pastor de su pueblo elegido. Él lo guía, defiende y alimenta, lo conduce a praderas verdes y prepara una mesa frente a sus enemigos, ungiendo su cabeza con perfume y ungüentos como se hacía con los huéspedes en los banquetes de fiesta, y llenando su copa hasta el borde: [Sal 22(23)].
El alimento es un don de Dios creador, y es una promesa y una bendición del Dios salvador. Así lo celebran especialmente los salmos:
"De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; en ellos beben las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos habitan las aves del cielo y entre las frondas se oye su canto. Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecundante; haces brotar la hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. Él saca pan de los campos, y vino que le alegra el corazón y aceite que da brillo a su rostro y alimento que le da fuerzas...los leoncillos rugen por la presa, reclamando a Dios su comida...todos aguardan que les eches comida a su tiempo, se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes" [Sal 103(104),10-15.21.27-28]. Él "hace brotar hierba en los montes para los que sirven al hombre; da su alimento al ganado y a las crías de cuervo que graznan" [Sal 146(147),8-9]. "Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano y sacias de bienes a todo viviente" [Salmo 144(145)15-16].
Así, también los israelitas esperan de la bendición divina: "Que nuestros silos estén repletos de frutos de toda especie; que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, y nuestros bueyes vengan cargados" [Sal 143(144) 13-14].
El mismo tema resuena en otros salmos: "Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño" [Sal 99(100),3] "los desvalidos comerán y serán saciados" [Sal 21(22),27] "Él da pan a los hambrientos...y sustenta al huérfano y a la viuda" [Sal 145(146),7.9]
A veces, en medio de sus necesidades, el pueblo dudó de Él y lo puso a prueba, pero Él, aún ofendido por su desconfianza, no los abandonó: "¿Acaso tiene Dios poder suficiente para preparar una mesa en el desierto?...¿podrá también darnos pan y abastecer de carne a su Pueblo?...hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial; todos comieron un pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos" [Sal 77(78),19.20.23-25] "Pidieron de comer y les mandó codornices, los sació con pan del cielo; abrió la roca, brotaron las aguas y corrieron como un río por el desierto" [Sal 104(105),40-41]. "Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de bienes" [Sal 106(107),9; ver también vv. 31-41]
Como Pastor de su pueblo, Dios se inclina a confiarlo al cuidado de pastores. Dios le enseñó a Moisés el oficio de pastor cuando tuvo que huir de Egipto y en el desierto, pastoreando la grey de su suegro Jetró, le dio un corazón de pastor; David fue elegido de detrás del rebaño. De los rasgos nutricios del Dios Pastor, Rey de la Creación y de Israel, tomarán los reyes de Israel el título de pastores. Por ser infieles a su misión merecerán el reproche y la censura, por boca de los profetas, como malos pastores, que se apacientan a sí mismos y se desinteresan del buen ser de las ovejas [Ez 34, todo el capítulo. Véase la nota de la Biblia de Jerusalén]. Dios les arrebatará las ovejas y se encargará de apacentarlas él mismo. Suscitará a un Mesías que será el Rey Buen Pastor de su Pueblo: "Así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él" [...] "Suscitaré al frente de ellas a un solo Pastor, a mi servidor David, y él las apacentará y será su pastor" [Ez 34,11.23]
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