en las cartas de San Pablo
Corinto: El matrimonio bajo el signo de la lujuria [5]
La herida del pecado original fue disimétrica en el varón y la mujer
47) Ustedes saben que el pecado original ha herido de manera distinta al varón que a la mujer, en forma disimétrica. Al varón, el pecado original lo baja a la instintividad, de modo que le cuesta dominar lo instintivo con su razón. Se ha debilitado el poder del varón en dominar la instintividad en todos los niveles: en la gula, en la lujuria y en la ira. Por eso el varón tiene que insistir en el dominar sus pasiones con su razón. Y eso hay que tenerlo en cuenta desde que es niñito.
Por eso al varón hay que enseñarle a dominarse por amor en la comida y en las broncas. De esa manera, cuando él llegue a la adolescencia también va a poder dominar mejor su lujuria. Habrá aprendido a dominar sus apetitos con razón. Hay que decirle: “No engulla. Coma despacito. Domínese”. Con amor. “Un hijo de Dios no come así. Así comen los animalitos, así comen los perros. Usted es hijo de Dios. Coma bien, coma despacito, no engulla”. En cambio, qué dan en la propaganda, qué les enseña a los niños: un comer ansioso y glotón. ¡Es engañoso para el niño! “No se enoje. Domínese en la ira también.” La cultura tradicional cristiana le enseñaba a un niño también a no llorar. “Domínese”. También en el llanto. “Un varón no debe llorar”. ¿Por qué? Porque debe dominar sus pasiones. Donde el dueño de casa se sienta a llorar se pierden todos. “Usted no puede permitirse llorar. Usted no puede permitirse dejarse llevar por sus pasiones. Por la ira, tampoco. Si usted se deja llevar por la ira se hace despreciable. O se hace temible, pero no amable. Y si se sienta a llorar, se hace débil y usted debe ser fuerte, debe ser valiente, debe estar dispuesto a morir, a sacrificarse por amor a los suyos. El varón debe ser capaz de expresar su amor muriendo por los que ama”
48) A la mujer, en cambio, el pecado original la hirió no tanto en la parte instintiva, que está más sana y dominada, más gobernada por el amor; lo instintivo quedó más sano. La hirió precisamente en lo anímico, en el alma propiamente. Si al varón tiende a bajarlo al animal, a la mujer la tiende a hacerse levantar a lo angélico, a lo divino, a la dominación, a la gloria, a la vanidad. Más propiamente el alma se le desordena; los apetitos más propiamente humanos y del alma.
49) Satanás no es a Adán al que le va a proponer ser como Dios. Si lo hubiera hecho, creo que Adán se le hubiera reído… Fue a Eva a la que le propuso lo divino como tentación, como esa exaltación.
50) Por eso, así como el matrimonio bajo el signo de la lujuria es propiamente el matrimonio todavía bajo el problema del varón, el matrimonio bajo el signo de la dominación –que vamos a ver en un segundo capítulo- va a ser el matrimonio bajo el signo de la debilidad de la mujer. Y vamos a ver cómo después el matrimonio cristiano los sana a los dos de manera maravillosa. Y produce el matrimonio entre los dos redimidos.
51) De esas pausas de oración, en que se eleva el varón a la castidad y la mujer recibe la alegría de la amistad del varón… Porque es eso; la esposa espera del varón sobre todo su amistad, el oído atento que la escuche… El varón también de la esposa, por supuesto; quiere que lo escuchen. Pero es sobre todo el alma femenina la que necesita el oído atento del varón, y no sólo atento sino inteligente.
52) Hay un libro muy lindo de Julián Marías que se llama “La mujer y su sombra” en que, hablando de la mujer dice cosas muy acertadas y muy reales -no porque las diga él sino que él las dice porque son así. Dice que la mujer es como un ser fontal, de alguna manera misterioso y misterioso para sí misma. Es un misterio. Por eso la mujer, dice, nunca termina de decir porque nunca termina de decirse. Siempre está tratando de decirse en lo que dice y se queja: “Vos no me entendés”. Se queja de que el marido no la entiende pero por otra parte le encanta si el marido la adivina y desea ser adivinada, desea ser interpretada. Tiene mucho de verdad. Y por lo tanto la mujer es un ser fontal continuamente misterioso que está como puesta en el jardín… La fuente sellada en la Escritura es la mujer en el jardín, la fuente que Dios puso en tu jardín para que te duermas escuchándola. (Risas.) La mujer necesita el oído amoroso y atento del esposo y pretende que la entienda y de alguna manera la interprete y por lo tanto que sea capaz de atenderla.
53) ¿Y qué pasa con la lujuria del varón? Que lo cortocircuita con el cuerpo de la mujer y no le permite llegar al alma. Lo distrae, en muchos casos, del alma de la esposa con el cuerpo de la esposa. Ese es el drama de la lujuria para el varón, que lo puede apartar del alma de la mujer porque lo fija demasiado en el cuerpo.
54) Y de ahí entonces también el mal de las relaciones prematrimoniales, que yo trato de hacer entender. “Le hacés un daño. La prueba del amor te la tiene que dar él, no vos. Le hacés un daño porque si él no aprende castidad antes del matrimonio, después en el matrimonio tampoco. Va a pensar que tiene ahora un carné de libre tránsito.” ¡No! No es así; va a tener que morir siempre a su lujuria por amor a su esposa. “¡Superexigente, Padre! ¡Nunca escuché estas cosas de ningún cura!” (Risas.)
55) Es lo que encuentro en la Escritura. Y es, creo, también algo que, precisamente porque ningún cura lo dice, el Señor me da a decir en este tiempo. Y cuando lo digo me vuelve un “Amén” de parte de los fieles que me confirma que lo que digo es verdad, en la mayoría… De repente en algún momento yo no me sé expresar bien, capaz que el otro no entiende… Pero en la mayoría de los casos encuentro con que vuelve un “Amén” de que así es, esto es así. Además, me puedo encontrar con un; “¡Pero usted es el único cura que lo dice! Porque yo le dije a uno y me dijo: Bueno, ¡si es por amor, dale nomás!” Los curas, ¿no? Y bueno, yo digo: “Ese sacerdote, ¿ministro de qué iglesia es? ¿O es ministro de su opinión personal? ¿Es ministro de la Voluntad del Padre? ¿Es ministro de Cristo, Hijo de Dios? ¿O es ministro de su opinión personal y de la lástima que te tiene, de la compasión que te tiene y te dice: ¡Dale nomás!?”
56) Pablo clarísimamente dice: “Luego volved a estar juntos para que Satanás no os tiente”. Hay que tener en cuenta la situación concreta y el momento y el camino en que uno está. No todos están en la castidad. Ahí hay que llegar por el camino cristiano, y sobre todo en esta cultura donde estaban.
57) Hay que tener paciencia. No llegó todavía… El Padre tiene paciencia. Si vos tenés paciencia con tu nene cuando se ensucia porque sabés que un día va a llegar a dominar sus esfínteres, el Padre también tiene paciencia contigo porque sabe que algún día vas a dominar tu pasión. Pero tu Padre celestial espera que algún día la domines. Y espera que los dos, como hijos de Dios, se ayuden a crecer.
58) “Lo que os digo es una concesión, no un mandato –todo esto que dice respecto del matrimonio-. Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo –Pablo era célibe-, mas cada cual tiene de Dios su Gracia particular: unos de una manera, otros de otra”. Son caminos distintos, pero el camino es que llegues a la castidad.
59) Esas son las pautas que da Pablo en esta primera etapa del matrimonio bajo el signo de la lujuria.
48) A la mujer, en cambio, el pecado original la hirió no tanto en la parte instintiva, que está más sana y dominada, más gobernada por el amor; lo instintivo quedó más sano. La hirió precisamente en lo anímico, en el alma propiamente. Si al varón tiende a bajarlo al animal, a la mujer la tiende a hacerse levantar a lo angélico, a lo divino, a la dominación, a la gloria, a la vanidad. Más propiamente el alma se le desordena; los apetitos más propiamente humanos y del alma.
49) Satanás no es a Adán al que le va a proponer ser como Dios. Si lo hubiera hecho, creo que Adán se le hubiera reído… Fue a Eva a la que le propuso lo divino como tentación, como esa exaltación.
50) Por eso, así como el matrimonio bajo el signo de la lujuria es propiamente el matrimonio todavía bajo el problema del varón, el matrimonio bajo el signo de la dominación –que vamos a ver en un segundo capítulo- va a ser el matrimonio bajo el signo de la debilidad de la mujer. Y vamos a ver cómo después el matrimonio cristiano los sana a los dos de manera maravillosa. Y produce el matrimonio entre los dos redimidos.
51) De esas pausas de oración, en que se eleva el varón a la castidad y la mujer recibe la alegría de la amistad del varón… Porque es eso; la esposa espera del varón sobre todo su amistad, el oído atento que la escuche… El varón también de la esposa, por supuesto; quiere que lo escuchen. Pero es sobre todo el alma femenina la que necesita el oído atento del varón, y no sólo atento sino inteligente.
52) Hay un libro muy lindo de Julián Marías que se llama “La mujer y su sombra” en que, hablando de la mujer dice cosas muy acertadas y muy reales -no porque las diga él sino que él las dice porque son así. Dice que la mujer es como un ser fontal, de alguna manera misterioso y misterioso para sí misma. Es un misterio. Por eso la mujer, dice, nunca termina de decir porque nunca termina de decirse. Siempre está tratando de decirse en lo que dice y se queja: “Vos no me entendés”. Se queja de que el marido no la entiende pero por otra parte le encanta si el marido la adivina y desea ser adivinada, desea ser interpretada. Tiene mucho de verdad. Y por lo tanto la mujer es un ser fontal continuamente misterioso que está como puesta en el jardín… La fuente sellada en la Escritura es la mujer en el jardín, la fuente que Dios puso en tu jardín para que te duermas escuchándola. (Risas.) La mujer necesita el oído amoroso y atento del esposo y pretende que la entienda y de alguna manera la interprete y por lo tanto que sea capaz de atenderla.
53) ¿Y qué pasa con la lujuria del varón? Que lo cortocircuita con el cuerpo de la mujer y no le permite llegar al alma. Lo distrae, en muchos casos, del alma de la esposa con el cuerpo de la esposa. Ese es el drama de la lujuria para el varón, que lo puede apartar del alma de la mujer porque lo fija demasiado en el cuerpo.
54) Y de ahí entonces también el mal de las relaciones prematrimoniales, que yo trato de hacer entender. “Le hacés un daño. La prueba del amor te la tiene que dar él, no vos. Le hacés un daño porque si él no aprende castidad antes del matrimonio, después en el matrimonio tampoco. Va a pensar que tiene ahora un carné de libre tránsito.” ¡No! No es así; va a tener que morir siempre a su lujuria por amor a su esposa. “¡Superexigente, Padre! ¡Nunca escuché estas cosas de ningún cura!” (Risas.)
55) Es lo que encuentro en la Escritura. Y es, creo, también algo que, precisamente porque ningún cura lo dice, el Señor me da a decir en este tiempo. Y cuando lo digo me vuelve un “Amén” de parte de los fieles que me confirma que lo que digo es verdad, en la mayoría… De repente en algún momento yo no me sé expresar bien, capaz que el otro no entiende… Pero en la mayoría de los casos encuentro con que vuelve un “Amén” de que así es, esto es así. Además, me puedo encontrar con un; “¡Pero usted es el único cura que lo dice! Porque yo le dije a uno y me dijo: Bueno, ¡si es por amor, dale nomás!” Los curas, ¿no? Y bueno, yo digo: “Ese sacerdote, ¿ministro de qué iglesia es? ¿O es ministro de su opinión personal? ¿Es ministro de la Voluntad del Padre? ¿Es ministro de Cristo, Hijo de Dios? ¿O es ministro de su opinión personal y de la lástima que te tiene, de la compasión que te tiene y te dice: ¡Dale nomás!?”
56) Pablo clarísimamente dice: “Luego volved a estar juntos para que Satanás no os tiente”. Hay que tener en cuenta la situación concreta y el momento y el camino en que uno está. No todos están en la castidad. Ahí hay que llegar por el camino cristiano, y sobre todo en esta cultura donde estaban.
57) Hay que tener paciencia. No llegó todavía… El Padre tiene paciencia. Si vos tenés paciencia con tu nene cuando se ensucia porque sabés que un día va a llegar a dominar sus esfínteres, el Padre también tiene paciencia contigo porque sabe que algún día vas a dominar tu pasión. Pero tu Padre celestial espera que algún día la domines. Y espera que los dos, como hijos de Dios, se ayuden a crecer.
58) “Lo que os digo es una concesión, no un mandato –todo esto que dice respecto del matrimonio-. Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo –Pablo era célibe-, mas cada cual tiene de Dios su Gracia particular: unos de una manera, otros de otra”. Son caminos distintos, pero el camino es que llegues a la castidad.
59) Esas son las pautas que da Pablo en esta primera etapa del matrimonio bajo el signo de la lujuria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario