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lunes, 13 de agosto de 2012

APOSTASÍA ANÓNIMA DE LOS CATÓLICOS
Otra consecuencia del Demonio de la acedia



Mons. Aguer - ¿Son Católicos los Católicos Argentinos?
Como siempre, Mons. Héctor Aguer “dice la justa”.
Cita al P. Leonardo Castellani que se adelantó proféticamente, hace más de 50 años, a señalar el fenómeno de la apostasía anónima en Argentina. 
Pero la apostasía anónima no es sólo un hecho argentino. Es mundial. 
Y en Uruguay peor.

Yo soy uruguayo y vivo en Uruguay. Y aquí la apostasía anónima está mucho más extendida, más grave y menos discernida.  
Nadie habla de ella. 

Aquí se ignora la verdadera naturaleza espiritual del fenómeno y se sigue tratando a los apóstatas como fieles.  Y a veces a los fieles como apóstatas.
Y debo decir - no me importa que me tengan por monotemático - que se trata del demonio de la acedia en uno de sus efectos terminales. 

Porque lo que les pasa a esos pseudocatólicos es que se han asimilado al mundo pero siguen aferrados a la etiqueta y fingiendo la pertenencia. 

San Pablo los llamó en su tiempo "falsos hermanos" (pseudadelfóis). 
Los enumera entre los peores peligros por él padecidos (2ª Corintios 1, 26) 
Y lo pone en guardia contra ellos a Timoteo diciendo que tienen aspecto de piedad pero niegan su eficacia, que se cuide mucho de ellos y se los describe así: 

"Ten presente que en los últimos días sobrevendrán momentos difíciles, los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos, irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados, enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de Dios, que tendrán la apariencia de la piedad pero desmentirán su eficacia. Guárdate también de ellos" (2ª Timoteo 3, 1-5) 

Siga leyendo el pasaje de la 2ª a Timoteo y reconocerá el tipo del pseudocatólico mundanizado (fiel o clérigo). Después me cuenta...

viernes, 20 de enero de 2012

AGRADECIMIENTO DE VISITANTE DEL BLOG

He recibido este testimonio de una visitante del Blog y quiero compartirla con todos ustedes.
A mí me alienta mucho, y espero que a ustedes los anime comprobar cómo la verdad se abre paso e ilumina con su luz a muchos.
Por eso agradezco a esta lectora el testimonio que les comparto. Ella me pide que lo publique bajo seudónimo y eligió firmar "Hilda".
Padre Horacio

Estimado padre Bojorge :
Le escribo en primer lugar para agradecerle por sus prédicas y libros que tanto bien hacen. Hoy quiero referirme en especial:
1) primero a su libro "En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de Teología pastoral" (Ed. Lumen, Bs. As.) y
2) en segundo lugar a su explicación del pasaje del Juicio final de las naciones en Mateo 25 que encontré en la página web Fe y Razón a través del blog del diácono Jorge Novoa.

Quiero darle un testimonio mío de cuánto me han ayudado.

Hace unos 20 años "volví" a la iglesia de la cual me había alejado sin saber por qué. Solamente iba a casamientos y bautismos. Mi matrimonio, los hijos y la carrera me ocupaban por entero y lamentablemente Dios era alguien a quien recurría en caso de emergencia. Realmente me duele hoy decirlo así, pero es la verdad.

Cuando comienzo a frecuentar los sacramentos y tengo un "encuentro personal con Jesús" en la Renovación Carismática, me enamoré de Jesús y María y ese enamoramiento era como el de todo convertido que encontró El Tesoro.

Demás esta decir que iba a retiros, misas , grupo de oración, etc. y ahí entra Usted en esta historia y es de lo que quiero darle testimonio en gratitud por el bien que le han hecho a mi alma sus escritos, y en particular, hoy, agradecerle estos dos, explicándole por qué.

Un día voy a mi parroquia a una charla de una señora, escucho atentamente pero no entendía nada. Ese "idioma", mejor dicho, ese "discurso", no era el mío, hablaba mucho de política, justicia social, pobreza, latifundio, etc. ¿y Jesús?

Entonces me volví a mi casa. Y cuando llego muy triste, pensando que la rara debía ser yo, pues yo no comulgaba con todo ese discurso, me vino a la memoria que mi prima me había regalado un libro cuyo título era "En mi sed me dieron vinagre". Ahora sé que fue mi Ángel de la Guarda o el Espíritu Santo que me lo trajeron a la memoria y me impulsaron a abrirlo y empezar a leerlo.

A medida que iba pasando las páginas