Empleado bancario reflexiona
sobre su oración con los salmos
In conspectu Angelorum tuorum psallam tibi:
Adorabo
ad templum sanctum tuum
Delante de tus Ángeles cantaré para ti, te adoraré vuelto hacia tu templo santo[1]
Psallere, ‘salmodiar’
en el Cuerpo, en La Encarnación
Dentro
del cuadro del Banco por la tarde rezaré Maitines y Laudes y a mediodía las
Horas del Psalterio.
Claro que el mucho trabajo dispensa el Psalterio del medio
día y acaso, por alguna diligencia por la tarde, puede obligar a rezarlo en el
colectivo a la tarde.
El Psalterio no es solamente
acercarse a Dios como toda oración, sino especialmente salir de sí, negar el yo
particular, ponerse in medio ecclesiae[2],
y dar el corazón a cosas que están fuera de nuestra pobrísima y mediocre vida.
Es necesario un gran espíritu de
sencillez ara el salmo: un verdadero espíritu filial, es decir, un
verdaderamente apoyarse en el bautismo y con una esperanza grande y de niño. El
Psalterio exige espíritu de expectación, espíritu davídico. Quien no aguarde
misterios, quien no desee recibir en sí dones de Dios – y dones que Dios da a
su Hijo in hominibus – no conocerá este misterio de alabanza ajustada al
cielo[3]
y proferida en conveniencia con los ángeles que se unen a nosotros por razón de
nuestro jefe común, el Señor Jesús, más nuestro que de ellos.
Que el Psalterio me cueste a la
tarde y no sea bastante para vencer el cansancio y hastío de esa hora, es uno
de los índices de mi horrible miseria, de mi verdadera bajeza de alma.
Leer con frecuencia lo que conduzca
al mejor conocimiento de los salmos. Tomar uno a uno y escudriñarlo en lección,
esperando que Dios quiera bendecir ese pobre trabajo de nuestra humildad dándonos
aquella luz superior o aquella nube que transfigura la letra estudiada.
Repleatur
os meum gaudio ut possim dire: Alleluia[4]. Atender
especialmente a la doxología, la alabanza final, este gran misterio del Nuevo
Testamento, es decir, la entrada del cielo, de la Santísima Trinidad, la
entrada al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo; este gran misterio a donde
nos introduce la sangre de Cristo, es el deseo de todos los salmos, es la
corona de cada uno.
CORO Y CANTO
SAGRADO
Sentido
del canto: conveniencia con los Ángeles. La vida espiritual va sencillamente de
la celda al coro[5].
La celda es la célula. La celda es la purificación, la muerte del yo. El coro
en la Iglesia[6]
es el canto, el coro es el no-yo[7],
es la célula activa, ajustada a los cielos, dirigida por el Espíritu de Dios.
Canto porque amo. Amo porque deseo,
deseo porque recuerdo. Este es mi modo de tener el corazón ad dominum[8].
Recibir la alabanza, asumir la alabanza, trasmitir la alabanza. Hay cuerpos
que son buenos conductores de la
electricidad, otros son aisladores. La palabra Tradición significa que recibo y
trasmito, entrego y me entrego. No hay sino dos cosas: tradición o traición. O
trasmito alabanza o traiciono a la creación[9].
Audi tacens, audi quaerens[10].
Yo busco una palabra que no estorbe la música[11].
No soy doctor, soy poeta. No enseño, recuerdo. Hablo a los que saben y porque
ya saben. Mi obra es gratuita. Recordar en común cosas que nos son caras porque
en ellas estamos y de ellas vivimos. Pensamientos sin inteligencia: razonan
pero no ven. ¡Oh, los amigos de Job! ¡Los razonadores enojosos! Audi tacens,
audi quaerens et sola vexatio intellectum dabit auditui[12].
Yo no soy
doctor, soy poeta. No enseño, recuerdo. Mi palabra es para los que saben y
porque ya saben. Mi obra es gratuita, inútil. Y no tiene otro fin sino recordar
en común cosas que nos son caras porque en ellas estamos y de ellas vivimos.
¿En mis poemas hay algún sentido del
canto? El canto es la ciencia de la luz, la ciencia de la circuncisión. Tengo
horror por los amigos de Job. Me aterran los razonadores enojosos.
Quita la escoria a la plata y hallarás
un vaso muy puro. Plata es la fe, plata ese el conocimiento común, el
conocimiento in via de las verdades divinas. El hombre que arguye es un
hombre armado. El hombre que ve es un hombre indefenso. No sé argüir: estoy en
Judea. Y si me apuran sólo sé huir a los montes. ¿Qué es el sentido del canto?
Haber oído alguna vez, haber oído de algún modo, el Alleluia in re[13].
[1] Salmo 137, 1-2:
[2] En medio de la iglesia
[3] Ha tachado: “centrada
en el cielo” y sustituido por “ajustada al cielo”
[4] Que mi boca sea
colmada de gozo para que pueda decir: “Alleluya”
[5] Establece una analogía
entre la vida del bautizado que vive en el mundo con la vida del monje.
[6] Pasa del coro monacal
al coro en las misas solemnes, de que trata extensamente en Inter Convivas,
su obra sobre la Misa Solemne en la que trabajó toda su vida y dejó inédita.
[7] Dimas considera el coro en la Misa Solemne como la voz que expresa en
canto lo que vive el Nosotros de la asamblea de fieles en silencio por ser
inefable.
[8] Alzado, levantado,
dirigido hacia Dios
[9] Esta es para Dimas
Antuña la misión del Coro en el canto del Oficio divino y en la Misa Solemne.
[10] Escucha cayando,
escucha preguntando, buscando.
[11] También aquí el
trasfondo es la concepción de Dimas Antuña acerca de la relación de la palabra
y la música, que él desarrolla en Inter Convivas en sus comentarios
sobre el rito de salida (Ite, Missa est) donde se superponen la música del órgano
y el saludo, despedida, bendición y último evangelio. Palabras que no estorban
la música y música que envuelve las palabras. De igual manera, la música del
Sanctus, envuelve las palabras del Canon y las palabras del Canon no estorban
la música. Eso mismo sucede con el canto del Coro, en el que el gregoriano y las
palabras del canto no se estorban sino que se potencian.
[12] Sola vexatio
intellectum dabit auditui, frase de Isaías 28, 19 que comenta san Bernardo explicando
cómo un castigo o los sufrimientos pueden hacer sabio al ser humano. Sólo el
sufrimiento hace entrar en razón, hace oir la razón y entenderla.
[13] Expresión ambigua con
una ambigüedad posiblemente querida. ¿El Alleluia cantado en clave de re? ¿El
Alleluia realizado, plasmado en la realidad, y por eso visto y oído?
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