La "Transfiguración" es el último trabajo que Rafael pintó antes de su muerteLa tela más hermosa del mundo, por estar expuesta en el museo pierde mucho de su fuerza expresivaArtículo de Marco Agostini (Publicado en L’Osservatore Romano 6 de agosto de 2010) Traducción de Horacio Bojorge
En 1517, el cardenal Giulio de Medici, después Clemente VII, encargó a Rafael que pintara la Transfiguración para su catedral de Narbona.
El artista trabajó en ella hasta su muerte el 6 de abril 1520.
Sin embargo, el cardenal, en lugar de enviarla en Francia, retuvo la obra en Roma, haciéndola colocar sobre el altar mayor de la iglesia de San Pietro in Montorio.
La pintura traspuso los Alpes llevada por Napoleón en 1797 y permaneció allí durante quince años. Fue devuelto y colocado en la Pinacoteca Vaticana.
Último exponente de una época de fervor creativo excepcional, la Transfiguración muestra una elaboración formal compleja y una extraordinaria solvencia en la ejecución. Giorgio Vasari, al final de “La vida de Rafael de Urbino pintor y arquitecto”, pintores señala que: "lo pusieron (a Rafael) cuando murió, en la misma sala donde había estado trabajando en pintar la Transfiguración para el Cardenal de Medici. La cual obra, llena de vida, contrastando con su autor muerto allí presente, hacía estallar en dolor el alma de los que los veían”.
El asombro y la emoción hasta las lágrimas delante de la obra de arte, de la belleza, no son solamente tópicos literarios, del arte, que comparan “al autor muerto con la obra viviente”. Es el mismo drama de la existencia, de la vida como continuo luchar contra la muerte: Mors et Vita duello conflixere mirando: Dux vitae mortuus, regnat vivus, el drama del arte que muestra "cómo el hombre se eterniza”. La revelación del Tabor, expresa con el lenguaje sereno y divinizador del arte, arroja luz sobre el rostro de la terrible enemiga y asegura que de allí se llega a la gloria. El cuadro ya había sido considerado por Vasari como el testamento espiritual del pintor : “porque muestra el esfuerzo y el valor del arte en el rostro de Cristo, que habiéndolo terminado de pintar, como si fuera la postrema tarea a cumplir, no volvió a tocar los pinceles, sorprendido por la muerte”. Mateo, el evangelista - que parece ser el apóstol que se ve en el primer plano a la izquierda – y sobre la base de cuyo relato pintó Rafael el cuadro, sitúa el episodio de la Transfiguración de Jesús en el camino a Jerusalén, entre el primer y el segundo anuncio de la pasión, antes de la curación el joven endemoniado. El relato del Evangelio de Jesús explicita la intención de Jesús de prevenir el escándalo de la cruz en los apóstoles y de mostrar el significado redentor de su muerte. En la parte superior se observa la teofanía del Tabor y en la inferior se ve cómo presentan el joven a los discípulos en ausencia del Maestro. Sobre la montaña el Cristo fulgurante "vestido color de nieve, parece que abriendo los brazos y alzando la cabeza, mostrase la esencia y la divinidad de las tres personas estrechamente unidas con la perfección de la técnica artística". El Cristo se manifiesta entre las nubes Cristo en las nubes, en postura clásica que le confiere Rafael, ubicado en el centro de un círculo ideal que delimitan los cuerpos de profetas y apóstoles. Lo flanquean Moisés y Elías, o sea la ley y la profecía; a sus pies de Pedro, Santiago y Juan, los testigos privilegiados del acontecimiento, al costado - como otrora el santo patrono de Ravena, en los mosaicos de los primeros cristianos de San Apolinar en Classe – los santos Felicísimo y Agapito los santos mártires conmemorados en el mismo día de la fiesta litúrgica de la Transfiguración. La Transfiguración tiene lugar en un clima calmo, gobernado por la simetría, envuelto por una luz intensa que exalta la superna coherencia de las leyes lineales, plásticas y cromáticas. A los pies del Tabor, la acción se centra en la figura escultural de la mujer arrodillada en primer plano: "que es la figura principal del cuadro”. Rafael quería, inicialmente, pintar en ella a la madre del niño, pero ahora vemos en ella a la Fe, resplandeciente con la misma luz que Cristo. Tiene el ardor y el rasgo noble y digno del que pide para alcanzar algo. Ella vincula el grupo de los apóstoles con el grupo del padre del endemoniado. El agitado pero bien diagramado episodio está envuelto en la oscuridad. El tejido apretado de las miradas revela la incapacidad de los apóstoles de hacer el milagro: el diablo no les obedece. Sus gestos nos remiten a una autoridad más grande pero ahora ausente. El espasmo de los brazos alzados en vertical y el rostro del niño poseído, expresan la distorsión del orden de la creación que provoca Satanás y que establece una relación directa entre lo alto y lo bajo, entre el cielo y la tierra, entre Aquél que libera y aquél que encadena, entre Aquél que exalta y aquél que desprecia, entre Aquél que confiere la belleza al hombre y aquél que, por el contrario, se la arrebata. El que libera es el Cristo cuya humanidad retrocede por un instante sobre el Tabor descubriendo su divinidad. También en el Gólgota su humanidad retrocederá hasta el punto de que "no tenía aspecto de hombre”. Sin embargo, en virtud de aquél sacrificio, por la carne llagada de la deidad crucificada, el hombre será liberado del espíritu del mal y el mundo recuperará su prístina belleza. Los numerosos bocetos que hizo Rafael muestran que llegó a formular esta escena al final de un largo y complejo proceso. Si hubo intervención de los alumnos fue sólo para terminar el trabajo. La enfática gestualidad, la compleja animación se reflejan en el dinamismo nuevo de la composición que trasparenta el soberbio clasicismo rafaelesco, y un naturalismo trágico acentuado por la diferencia clara y matizada de las sombras. La pintura, que sometida a los choques violentos de luz y sombra, requiere contemplar la obra desde cerca y desde lejos. Colocada en una iglesia hubiera facilitado el movimiento de aproximación de los fieles hacia el altar. El sacerdote que celebraba en el altar tenía más próxima la escena de la liberación, mientras que los fieles que contemplaban desde más lejos, veían cuanto el mysterium fidei velaba y revelaba. Al sacerdote le recordaba la advertencia de Jesús sobre la incapacidad de los apóstoles para sanar y liberar al muchacho lunático, "Por vuestra poca fe" y según algunos manuscritos por su "falta de fe" (en la Vulgata de incredulitatem). "Esta clase de demonios se expulsa con la oración y el ayuno" (Mateo, 18, 21). La incredulidad puede impedir la liberación de los hermanos. La Fe, de rodillas, con el rostro vuelto hacia los apóstoles y señalando al niño con las manos muestra lo que se ha de hacer: "Ahora que el Maestro ya no está con vosotros, se os confía la tarea de escuchar el grito de auxilio de la humanidad asediada por el mal y de liberarla en el nombre de Cristo, según su mandato”. La incredulidad es la causa de no ejercitar la autoridad de la que se está investido. La incredulidad impide ver con los ojos de la fe "transfiguración" del pan y del vino en el Cuerpo, Sangre, alma y divinidad de Cristo. Los gestos de los apóstoles empujan la atención desde abajo hacia arriba. En un tiempo sostenían la capacidad contemplativa del sacerdote durante la elevación, haciéndole descubrir en la hostia blanca el mismo Cristo de blancura resplandeciente en el cielo, e invitaban a los fieles a acercarse al misterio. Una obra de arte sacro expuesta en un museo, incluso con las mejores intenciones, aunque quizás mejor vigilada, pierde tres cuartas partes de su capacidad expresiva por el solo hecho de que se la sitúa fuera del contexto para el que fue creada. Hoy, en la Pinacoteca, la Transfiguración es solamente un objeto, aunque entre los más excelentes, alineado entre muchos otros, pero despojad de la fuerza que le venía de estar engarzado en la celebración del misterio litúrgico y en el espacio de la oración. La resolución que justificaba el mosaico en la basílica subrayaba el deseo de tener, en todo caso, una copia de "la pintura más hermosa que haya en el mundo". Pero ahora que el original se encuentra a pocos pasos en el museo, parece poco natural para con una copia en la iglesia. Si por inadvertencia he publicado una foto que tiene derechos reservados le ruego me avise para bajarla del blog y le pido mis disculpas bojorgeh@gmail.com
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