En un “Apéndice” final de esta
obra se proponen máximas penetrantes, que fotografían esta angustiante
situación. Seleccionamos algunas: “La ciencia bíblica ya no es el conocimiento
de la Biblia, sino de los biblistas”. “Es más lo cocinado que lo comido. Lo que
se escribe es más de lo que se lee” (Apuntes... , 155). En un estrecho
colaborador del recién citado L. Alonso Schökel, podemos igualmente espigar
comprobaciones por el estilo: “Actualmente al multiplicarse el número de
ediciones y las revisiones continuas de la Historia, cada vez resulta más
difícil hablar de su finalidad”. (Se
refiere al Deuteronomio). “Para no
marearnos con un mar de hipótesis…” (J. L. Sicré, Introducción al Antiguo
Testamento, Estella - 2001- 206 y 217)].
Comprobación
análoga nos sale al encuentro desde la vasta, sólida y penetrante experiencia
de un gran especialista en el Nuevo Testamento: G. Segalla.”Dado el carácter
académico que ha adquirido el estudio del Antiguo y Nuevo Testamento, para
acceder a la enseñanza universitaria es necesario proponer una contribución que
represente un progreso en el estudio analítico. De aquí el aluvión
incontrolable de hipótesis, que, especialmente en el AT, se traducen a veces en
un conocimiento más profundo del ambiente histórico y literario de un texto y
no en su sentido; se obtienen nuevas adquisiciones en arqueología o filología
semítica, pero se pierden el texto y su mensaje. También para el NT, dada la
multiplicación de los métodos críticos, literarios y semióticos, de ellos
deriva una mezcolanza de hipótesis. Para más, tales métodos tratan los textos
del NT al modo de textos profanos y ponen entre paréntesis a Dios, resultando
prácticamente como , como ya los llamaba A. Schlatter en
los comienzos del siglo pasado (1905). [Cita aquí a:
A. Schlatter, “Atheistischen Methoden in der Theologie” en su obra: Zur
Theologie des Neuen Testaments und zur Dogmatik, München (1969) 134 – 150. Se nos ocurre comentar que hay que andar
verdaderamente desnorteados, como para arribar a métodos “a – teos”, para
estudiar “Teo – logía”].
O sea, que se prescinde del hecho real que se trata de
textos sagrados, considerados por la fe de la comunidad en la cual y para la
cual han nacido como ,
cuyo protagonista principal histórico – literario es el mismo Dios. Por lo cual
pierden aquello que les es más propio su identidad. Para más, a causa de la
excesiva atomización, a veces el texto termina asemejándose a un reloj
desarmado y analizado en sus piezas, que no se acierta más a colocar en su
conjunto” [ Teologia Biblica del Nuovo Testamento , Torino (2005) 540].
Se podría comentar: como también suele suceder con tantos
“psico – análisis”, incapaces de “psico – síntesis”.
Fácil sería multiplicar los
testimonios de esta desazón por parte de notorios especialistas. Podríamos
concluir este repaso con el severo juicio de K. A. Kitchen: “El mundo no tiene
necesidad de esa clase de postmodernismo fraudulento (todo es política, poder,
indeterminación – conocimiento nada explícito, ni claro – con orientación de
, etc.), que está por debajo de nuestros minimalistas. Tiene
necesidades más prácticas que afrontar”
(On the Reliability of the Old Testament, Michigan / Cambridge – 2003 – 463).
Llaman hoy en día “minimalistas”
al numeroso grupo de intérpretes, sobre todo del AT, que, a partir de 1970
ponen en duda gran parte de la historia de Israel. Los patriarcas, el Éxodo,
David y Salomón, serían sagas, epopeyas inventadas en épocas tardías (la edad
persa, por lo general), para dotar con cierto abolengo al pueblo hebreo,
después del exilio babilónico.
2- ¿Qué hacer?
No nos creemos
capacitados como para ofrecer la receta mágica, que resuelva y ponga orden en lo
que han (¿y hemos?) ido haciendo tantos
“aprendices de brujo” en el área hermenéutica.
Pero no
estaría mal prestar oídos a las voces de alerta, provenientes, nada menos que
de Benedicto XVI, que no es un exegeta, pero a quien nadie negará sus vastos
profundos conocimientos en patrística [ su tesis
doctoral en S. Agustín], autores medievales [otra tesis suya en S. Buenaventura],
así como en teología [Profesor en las prestigiosas Universidades de Bonn,
Tübingen, Regensburg y otras] y no menos en Sagrada Escritura
[NOTA: El ya citado G. Segalla, en otro artículo suyo,
comentando el Jesus von Nazareth de J. Ratzinger- Benedicto XVI, estampa su
impresión de encuentros personales con el entonces Card. J. Ratzinger: “A tal
propósito se ha de recordar que el Autor (= Ratzinger – Benedicto XVI)
justamente en este nivel de base tiene una excelente preparación. Conoce bien
la lengua griega y cuando es necesario se muestra como un fino filólogo…Yo
mismo en los 10 años en que fui miembro de la Pontificia Comisión Bíblica (1986
– 1996) de la cual, él, en cuanto Prefecto de la Congregación para la Fe , a
partir de 1981, presidía cada año la semana de estudio…recuerdo sus
intervenciones discretas y su entusiasmo en la preparación del documento
oficial de 1993, La interpretación de la Biblia en la Iglesia”(“Gesù di Nazaret
tra passato e presente: un ‘ermeneutica ecclesiale in armonía con l’
ermeneutica storica e canonica” en: AA.
VV. , Il Gesù di Nazaret di Joseph Ratzinger – Un confronto, Asissi - 2011 – 27).
Me permito añadir mi propia
experiencia, ya que, a partir del 2001 he participado también en las sesiones
de la PCB, siendo el Card. Ratzinger su presidente hasta el 2005. Poco hablaba,
pero al final de cada semana de discusiones, resumía de modo eximio los temas
que se habían tocado. No se le escapaba nada en una pasmosa capacidad de
intelección y síntesis].
Sería, pues, saludable, meditar y
poner por obra las indicaciones sobre métodos aceptables pero insuficientes
(como el “histórico – crítico”), que él viene criticando ya desde 1988 [NOTA: Repasar su conferencia en New York, publicada en
italiano: “Interpretazione biblica in conflitto – Problemi del fondamento ed
orientamento dell ‘ esegesi contemporanea” en: AA. VV., L’Esegesi Cristiana
oggi, Casale Monferrato (1991 ) 93 –
125. Insistirá sobre idéntica problemática en la Exhortación Apostólica
postsinodal, Verbum Domini (2010) Números 34 – 36].
Sirva de
muestra un solo párrafo, rebosante de enorme sentido común: “Estoy convencido y
espero que también el lector se pueda dar cuenta de ello, que esta figura es
mucho más lógica y desde el punto de vista histórico también más comprensible
que las reconstrucciones con las cuales hemos tenido que confrontarnos en los últimos
decenios. Yo sostengo que justamente este Jesús – el de los Evangelios – es una
figura históricamente sensata y convincente” [ Jesus
von Nazareth, Freiburg / Basel / Wien (2007) 20 – 21].
De modo que me uno al deseo del
ya mentado y renombrado G. Segalla: “El libro sobre Jesús del Papa no es por
cierto un libro entre tantos. Me auguro que su influjo sea el que el Eminente
Autor se esperaba y se espera” [ “Gesù di Nazaret
tra passato e presente…”, 60].
3 – Abrir perspectivas
Muy brevemente, quisiéramos
también advertir sobre cierta tendencia “aislacionista”, observable entre los
estudiosos de la Biblia. Me refiero a ciertas actitudes, que se toman como
punto de referencia casi absoluto, que emergen en algunas posturas, las cuales,
al menos para un biblista católico, no cuadran con sus funciones dentro de la
Iglesia. La Escritura es el “alma de la teología” (DV 24). Ahora bien, el alma
ha de vincularse con todo el cuerpo de la Iglesia y por lo tanto, ser vista y
vivida según “la analogía de la fe” (ibid. , 12).
A su vez, no hay teología que no
tenga de fondo una filosofía. Ni tampoco hay exegesis que no tenga una
filosofía detrás.
[NOTA: Ver las advertencias al
respecto en Juan Pablo II, Fides et Ratio (1998): “Una expresión de esta
tendencia fideísta difundida hoy es el , que tiende a hacer
de la lectura de la Sagrada Escritura o de su exégesis el único punto de
referencia para la verdad. Sucede así que se identifica la Palabra de Dios
solamente con la Sagrada Escritura, vaciando así de sentido la doctrina de la
Iglesia confirmada expresamente por el Concilio Ecuménico Vaticano II…No hay
que infravalorar, además, el peligro de
la aplicación de una sola metodología para llegar a la verdad de la Sagrada
Escritura, olvidando la necesidad de una exégesis más amplia que permita
comprender, junto con toda la Iglesia el sentido pleno de los textos” (Nº 55)].
De ahí la justa lamentación de un
joven pero avezado profesor de la Gregoriana [Fallecido, lamentablemente, en el
2010], al comentar los resultados de un congreso de biblistas, sin relación
casi con la filosofía y la teología: “Qué difícil es el tema y qué poco
garantiza buenos resultados una reunión de meros exégetas (und wie wenig ein
Treffen von Exegeten allein gute Ergebnisse garantiert) se lo ve, por ejemplo
en: A. Izquierdo García (Ed.) Scrittura
Ispirata …”[ D. Hercsik, “Das Wort Gottes in der nachkonziliarische
Kirche und Theologie” en: Gregorianum , 86 / 1 (2005) 141].
Con lo cual cobra mayor relieve la renovada recomendación de
un biblista clásico, nutrido en la sólida escuela de J.M. Lagrange, que nunca
escondió su deuda con Sto. Tomàs de Aquino, realizada hace muy poco por el
sólido teólogo tomista, J. P. Torrell, al reeditar los enjundiosos comentarios
de P. Benoit a las cuestiones “De Prophetia” ( II – II, q 171 – 178):”Hay que
leer los cuatro volúmenes de Exégèse et
Théologie (de Benoit) para hacerse una idea más exacta del talento de este representante
de una especie que ha llegado a ser
rara, un exégeta que no ha renunciado a ser un teólogo” [ Saint Thomas d’ Aquin – La Prophetie,
Deuxième édition entièrement mise à jour par Jean – Pierre Torrel, Paris (2005)
6. (resaltado por mí)].
Dr. Miguel
Antonio Barriola, Pbro.
Miembro de
la Pontificia Comisión Bíblica
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