Los nuevos herodes
Me permito destacar un pasaje de este saludo de Navidad porque tiene especial importancia en este momento en Uruguay. Luego irá el texto completo del Mensaje:
NAVIDAD: GRATITUD Y PETICIONES
Escribo estas líneas el día 19 de diciembre. Destaco la fecha porque, a lo largo de este año que estamos terminando, el 19 de cada mes tiene una resonancia particular: es el día de ir a ver a la Virgen en su Cerro del Verdún. Esta mañana, a las 8, allá fuimos, acompañados por bastantes personas, rezando el Rosario.
Es costumbre ir a ver a la Virgen para pedirle algo que nos urge. También, naturalmente, vamos a darle gracias por tantos favores que cada uno sabe que le han llegado por intercesión de la Madre. Esta mañana sentíamos necesidad de agradecerle, y también, con urgencia, de pedirle.
La gratitud viene de la mano de numerosas gracias como Ella nos ha concedido en este año 2011. (De mi agenda copio, por ejemplo, algo de lo que le encomendé: Hacer la Capilla del Santísimo en la Catedral. Hacer más en la Pastoral familiar. Que no me enferme…). A medida que desgranábamos las cuentas del Rosario, pasaban por la memoria esas y otras peticiones que la Virgen ha escuchado.
Pero, sobre todo, esta mañana llevábamos en el corazón un pedido especial a Santa María: que la luz de Dios llegue a las inteligencias de los legisladores de la República, que tienen la responsabilidad de hacerlo en favor del bien común de los uruguayos, para que no cometan la tragedia de legalizar el crimen del aborto.
Alrededor de la primera Navidad hubo actitudes bien distintas. Unos hombres sencillos, pastores que cuidaban sus rebaños de ovejas, recibieron la noticia del nacimiento de Jesús y fueron corriendo a verlo. A Jerusalén llegaron unos Reyes preguntando dónde estaba el recién nacido rey de los judíos –“hemos visto su estrella en Oriente”- y “toda Jerusalén se turbó”, dice el relato evangélico. Se turbó… pero se quedaron sentados en su casa. Herodes, finalmente, movido por el miedo de perder su poderío, decide matar a ese niño y promueve un infanticidio en masa.
Hoy, también hay entre nosotros nuevos Herodes. Están decididos a promover la muerte de los más inocentes de entre los inocentes y lo hacen a conciencia. ¿Por qué? Porque la madre, dicen, tiene “derecho” a desprenderse de un intruso…
¡Qué contraste! Hace dos semanas, una pobre mujer que está en la cárcel con su hijita de dos años, de la que ni ella sabe quién es el padre, me decía llena de orgullo: - ¡Por mi hija soy capaz de dar mi vida!
Hoy le pedí a la Virgen, especialmente, que en esta Navidad nos regale un rayito de la luz de Belén, de aquella luz que recibieron los pastores cuando fueron a ver “lo que se les había anunciado”. Al encontrarlo en los brazos de su madre, seguro que dijeron lo mismo que decimos hoy en todos los idiomas, cuando nace un niño “¡Es divino!”.
Que tengan todos una Feliz Navidad.
+ Mons. Jaime Fuentes
Obispo de Minas
"Esta mañana llevábamos en el corazón un pedido especial a Santa María: que la luz de Dios llegue a las inteligencias de los legisladores de la República, que tienen la responsabilidad de hacerlo en favor del bien común de los uruguayos, para que no cometan la tragedia de legalizar el crimen del aborto.
Alrededor de la primera Navidad hubo actitudes bien distintas. Unos hombres sencillos, pastores que cuidaban sus rebaños de ovejas, recibieron la noticia del nacimiento de Jesús y fueron corriendo a verlo. A Jerusalén llegaron unos Reyes preguntando dónde estaba el recién nacido rey de los judíos –“hemos visto su estrella en Oriente”- y “toda Jerusalén se turbó”, dice el relato evangélico. Se turbó… pero se quedaron sentados en su casa. Herodes, finalmente, movido por el miedo de perder su poderío, decide matar a ese niño y promueve un infanticidio en masa.
Hoy, también hay entre nosotros nuevos Herodes. Están decididos a promover la muerte de los más inocentes de entre los inocentes y lo hacen a conciencia. ¿Por qué? Porque la madre, dicen, tiene “derecho” a desprenderse de un intruso…
¡Qué contraste! Hace dos semanas, una pobre mujer que está en la cárcel con su hijita de dos años, de la que ni ella sabe quién es el padre, me decía llena de orgullo: - ¡Por mi hija soy capaz de dar mi vida!
Hoy le pedí a la Virgen, especialmente, que en esta Navidad nos regale un rayito de la luz de Belén, de aquella luz que recibieron los pastores cuando fueron a ver “lo que se les había anunciado”. Al encontrarlo en los brazos de su madre, seguro que dijeron lo mismo que decimos hoy en todos los idiomas, cuando nace un niño “¡Es divino!”.
Alrededor de la primera Navidad hubo actitudes bien distintas. Unos hombres sencillos, pastores que cuidaban sus rebaños de ovejas, recibieron la noticia del nacimiento de Jesús y fueron corriendo a verlo. A Jerusalén llegaron unos Reyes preguntando dónde estaba el recién nacido rey de los judíos –“hemos visto su estrella en Oriente”- y “toda Jerusalén se turbó”, dice el relato evangélico. Se turbó… pero se quedaron sentados en su casa. Herodes, finalmente, movido por el miedo de perder su poderío, decide matar a ese niño y promueve un infanticidio en masa.
Hoy, también hay entre nosotros nuevos Herodes. Están decididos a promover la muerte de los más inocentes de entre los inocentes y lo hacen a conciencia. ¿Por qué? Porque la madre, dicen, tiene “derecho” a desprenderse de un intruso…
¡Qué contraste! Hace dos semanas, una pobre mujer que está en la cárcel con su hijita de dos años, de la que ni ella sabe quién es el padre, me decía llena de orgullo: - ¡Por mi hija soy capaz de dar mi vida!
Hoy le pedí a la Virgen, especialmente, que en esta Navidad nos regale un rayito de la luz de Belén, de aquella luz que recibieron los pastores cuando fueron a ver “lo que se les había anunciado”. Al encontrarlo en los brazos de su madre, seguro que dijeron lo mismo que decimos hoy en todos los idiomas, cuando nace un niño “¡Es divino!”.
NAVIDAD: GRATITUD Y PETICIONES
Escribo estas líneas el día 19 de diciembre. Destaco la fecha porque, a lo largo de este año que estamos terminando, el 19 de cada mes tiene una resonancia particular: es el día de ir a ver a la Virgen en su Cerro del Verdún. Esta mañana, a las 8, allá fuimos, acompañados por bastantes personas, rezando el Rosario.
Es costumbre ir a ver a la Virgen para pedirle algo que nos urge. También, naturalmente, vamos a darle gracias por tantos favores que cada uno sabe que le han llegado por intercesión de la Madre. Esta mañana sentíamos necesidad de agradecerle, y también, con urgencia, de pedirle.
La gratitud viene de la mano de numerosas gracias como Ella nos ha concedido en este año 2011. (De mi agenda copio, por ejemplo, algo de lo que le encomendé: Hacer la Capilla del Santísimo en la Catedral. Hacer más en la Pastoral familiar. Que no me enferme…). A medida que desgranábamos las cuentas del Rosario, pasaban por la memoria esas y otras peticiones que la Virgen ha escuchado.
Pero, sobre todo, esta mañana llevábamos en el corazón un pedido especial a Santa María: que la luz de Dios llegue a las inteligencias de los legisladores de la República, que tienen la responsabilidad de hacerlo en favor del bien común de los uruguayos, para que no cometan la tragedia de legalizar el crimen del aborto.
Alrededor de la primera Navidad hubo actitudes bien distintas. Unos hombres sencillos, pastores que cuidaban sus rebaños de ovejas, recibieron la noticia del nacimiento de Jesús y fueron corriendo a verlo. A Jerusalén llegaron unos Reyes preguntando dónde estaba el recién nacido rey de los judíos –“hemos visto su estrella en Oriente”- y “toda Jerusalén se turbó”, dice el relato evangélico. Se turbó… pero se quedaron sentados en su casa. Herodes, finalmente, movido por el miedo de perder su poderío, decide matar a ese niño y promueve un infanticidio en masa.
Hoy, también hay entre nosotros nuevos Herodes. Están decididos a promover la muerte de los más inocentes de entre los inocentes y lo hacen a conciencia. ¿Por qué? Porque la madre, dicen, tiene “derecho” a desprenderse de un intruso…
¡Qué contraste! Hace dos semanas, una pobre mujer que está en la cárcel con su hijita de dos años, de la que ni ella sabe quién es el padre, me decía llena de orgullo: - ¡Por mi hija soy capaz de dar mi vida!
Hoy le pedí a la Virgen, especialmente, que en esta Navidad nos regale un rayito de la luz de Belén, de aquella luz que recibieron los pastores cuando fueron a ver “lo que se les había anunciado”. Al encontrarlo en los brazos de su madre, seguro que dijeron lo mismo que decimos hoy en todos los idiomas, cuando nace un niño “¡Es divino!”.
Que tengan todos una Feliz Navidad.
+ Mons. Jaime Fuentes
Obispo de Minas
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