4/.
La sociedad eclesial se ve a sí misma como una historia de acrecimiento – por agregación de nuevos individuos- de un nosotros inicial. Ese nosotros inicial o Proto-nosotros lo constituyen el Padre y el Hijo, a partir de los cuales se manifiesta el Espíritu Santo.
Comunión como historia
La comunión o comunidad eclesial aparece como un modulo histórico, que no puede entenderse aisladamente y por sí mismo, sino como elemento de un acontecimiento global.
Notemos de paso, que la confesión de fe o credo, no es un sistema de estructuración “lógica” en el sentido que podemos entender lo “lógico” como un sistema racional.
La estructura del credo es una estructura histórica en la que Dios se revela como activo y a través de sus obras: .
creación, redención en Cristo, acción del Espíritu en su iglesia, novísimos.
Por eso subrayamos que se trata, cuando hablamos de comunión de los santos, de un elemento histórico, de un aspecto de un acontecer total. No es un aspecto de un esquema teórico, sino un momento del acontecer de la revelación. Y por eso es objeto de fe.
Es necesario además advertir que la parte del credo que toca a los efectos de la acción de Dios considerados en el hombre, comporta los efectos de la acción de Dios considerados en el hombre, comporta multiplicidad de aspectos: Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, el perdón de los pecados, la comunión de los santos, la resurrección de la carne y la vida eterna. Cada uno de estos artículos de fe resume un aspecto de la historia neotestamentaria y eclesial. Y esa historia pasada, se constituye en el cánon
De su re-acontecer y de su re-actualización en cada hombre.
Algunos textos ilustrativos
+ “Aquél día fueron agregados unas tres mil almas” (Hechos 2,41)
+ “Los creyentes cada vez en mas numero se adherían (eran agregados)= al Señor” (Hechos 5,14)
+ “No ruego sólo por estos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mi” (Jn 17,20).
+ “El Padre esta en mi y yo en el Padre” (Jn 10,38)
+ “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti” (Jn. 17,21)
+ “Para que sean uno como nosotros somos uno)” (Jn 17,22)
+ “Cuando venga EL, el Espíritu de verdad, os guiara hasta la verdad completa, pues no hablara por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga” […] recibirá de lo mío por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros” (Jn 16,13-15)
5/.
En la venida de Cristo en la carne se revela el Protonosotros como una comunicación entre Padre e Hijo que se abre a los que siguen a Cristo en la fe: discípulos y apóstoles. Esta incorporación de los discípulos y apóstoles al Protonosotros constituye un Deutero-nosotros con los primeros que aceptaron por la fe que Jesús y el Padre están en relación de nosotros.
La fe, crea un espacio-social, un nosotros, en el que caen las barreras socio-espaciales del yo-tú-él, y en el que se hace posible ahora la libre circulación e intercambio de los bienes espirituales y materiales. Dios quiebra en Cristo la barrera yo-vosotros. Deja de existir toda relación privilegiada o, al revés, excluida: “ya no hay judío ni gentil”. Todos son llamados y admitidos a la comunión que tiene el hijo con el Padre. Todos pueden, creyendo en su nombre, convertirse en Hijos de Dios y hermanos de Cristo. Queda inaugurada la comunidad divino-humana.
+ “Este es mi hijo amado, escuchadle” (Mc 9,9)
+ “Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle” (Lc 9,35)
+ “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17,5)
He ahí –en términos sinópticos- la revelación de la Koinonía que existe entre el Padre y el Hijo: unión de amor, beneplácito y complacencia. El camino de correspondencia a esa “voluntad” de Dios: escuchar con fe el mensaje del Hijo. O en términos equivalentes: hacer su voluntad u oír su palabra y cumplirla. En esto consiste la incorporación a la comunión o comunicación con el Proto-nosotros:
+ “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano mi hermana y mi madre” (Mt12, 48-50)
Es contra este trasfondo que cobra todo su relieve un texto como el de Tito 1,4: “Tito verdadero hijo por la fe común” (Kata Koinén pisto). Hijo “legitimo” (gnèsios) o genuino según la fe. La fe común, la fe coparticipada o compartida, se manifiesta en este texto como capaz de crear una relación o un vinculo entre un yo y un tú constituirlos en un nosotros. La comunidad así creada, se expresa en términos tomados de la analogía familiar: Padre-Hijo. Si queremos ser más exactos: la terminología tomada de la sociedad familiar parece reinterpretada a menudo en el NT a la luz del Proto-nosotros.
Así nos parece que sucede en San Juan, cuando éste habla de “hijitos míos” o cuando se refiere a los cristianos atribuyéndoles el titulo de propias del Padre o de Hijos (jóvenes) según reflejan en sus vidas las obras propias del Padre o del Hijo: conocer al que es desde el principio o haber vencido al maligno (I Juan 2,12-14).
Para San Judas, la común salvación consiste en luchar por mantener la fe contra los que niegan al único Dueño y Señor nuestro Jesucristo. La oposición entre el yo-nosotros = nosotros por un lado con ellos: los impíos, recorre toda la carta, que constituye así un esfuerzo por definir y salvaguardar la verdadera identidad grupal frente a los que la amenazan: creadores de división y carentes del Espíritu. La comunidad cristiana por el contrario se edifica sobre la fe (vuestra santísima fe) que aparece así como su fundamento.
La imagen de la edificación de la comunidad, es otra imagen frecuente en el NT. La comunidad se edifica, porque es la casa de Dios. Y casa debe entenderse en el sentido bíblico, no tanto como el edificio o la tienda en que se habita, sino como el conjunto de los que habitan el hogar de alguien. Edificar la casa es por lo tanto que habitan el hogar de alguien. Edificar la casa es por lo tanto sinónimo de fundar la familia y extenderla en numero y bienestar. Esto explica que la imagen de la edificación haya tomado a lo largo de la tradición espiritual cristiana el sentido figurado de exhortar, dar buen ejemplo; pero su sentido primitivo, está mas próximo al de “ser testigo” o “dar testimonio”, al de predicar el evangelio para fundar la comunidad (I Cor3, 10-13). El tema esta vinculado al templo espiritual, a la Jerusalén celeste, construida con piedras vivas. También a la inhabitación del Padre, del Hijo o del Espíritu en los creyentes.
El texto de judas 20 condensa los tres elementos: “edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu (la oración es necesaria para mantenerse en la fe: velad y orad) manteneos en la caridad de Dios, aguardando (y ésta es la virtud de la esperanza) la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna”.
Por eso subrayamos que se trata, cuando hablamos de comunión de los santos, de un elemento histórico, de un aspecto de un acontecer total. No es un aspecto de un esquema teórico, sino un momento del acontecer de la revelación. Y por eso es objeto de fe.
Es necesario además advertir que la parte del credo que toca a los efectos de la acción de Dios considerados en el hombre, comporta los efectos de la acción de Dios considerados en el hombre, comporta multiplicidad de aspectos: Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, el perdón de los pecados, la comunión de los santos, la resurrección de la carne y la vida eterna. Cada uno de estos artículos de fe resume un aspecto de la historia neotestamentaria y eclesial. Y esa historia pasada, se constituye en el cánon
De su re-acontecer y de su re-actualización en cada hombre.
Algunos textos ilustrativos
+ “Aquél día fueron agregados unas tres mil almas” (Hechos 2,41)
+ “Los creyentes cada vez en mas numero se adherían (eran agregados)= al Señor” (Hechos 5,14)
+ “No ruego sólo por estos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mi” (Jn 17,20).
+ “El Padre esta en mi y yo en el Padre” (Jn 10,38)
+ “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti” (Jn. 17,21)
+ “Para que sean uno como nosotros somos uno)” (Jn 17,22)
+ “Cuando venga EL, el Espíritu de verdad, os guiara hasta la verdad completa, pues no hablara por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga” […] recibirá de lo mío por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros” (Jn 16,13-15)
5/.
En la venida de Cristo en la carne se revela el Protonosotros como una comunicación entre Padre e Hijo que se abre a los que siguen a Cristo en la fe: discípulos y apóstoles. Esta incorporación de los discípulos y apóstoles al Protonosotros constituye un Deutero-nosotros con los primeros que aceptaron por la fe que Jesús y el Padre están en relación de nosotros.
La fe, crea un espacio-social, un nosotros, en el que caen las barreras socio-espaciales del yo-tú-él, y en el que se hace posible ahora la libre circulación e intercambio de los bienes espirituales y materiales. Dios quiebra en Cristo la barrera yo-vosotros. Deja de existir toda relación privilegiada o, al revés, excluida: “ya no hay judío ni gentil”. Todos son llamados y admitidos a la comunión que tiene el hijo con el Padre. Todos pueden, creyendo en su nombre, convertirse en Hijos de Dios y hermanos de Cristo. Queda inaugurada la comunidad divino-humana.
+ “Este es mi hijo amado, escuchadle” (Mc 9,9)
+ “Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle” (Lc 9,35)
+ “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17,5)
He ahí –en términos sinópticos- la revelación de la Koinonía que existe entre el Padre y el Hijo: unión de amor, beneplácito y complacencia. El camino de correspondencia a esa “voluntad” de Dios: escuchar con fe el mensaje del Hijo. O en términos equivalentes: hacer su voluntad u oír su palabra y cumplirla. En esto consiste la incorporación a la comunión o comunicación con el Proto-nosotros:
+ “¿Quién es mi madre y quienes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano mi hermana y mi madre” (Mt12, 48-50)
Es contra este trasfondo que cobra todo su relieve un texto como el de Tito 1,4: “Tito verdadero hijo por la fe común” (Kata Koinén pisto). Hijo “legitimo” (gnèsios) o genuino según la fe. La fe común, la fe coparticipada o compartida, se manifiesta en este texto como capaz de crear una relación o un vinculo entre un yo y un tú constituirlos en un nosotros. La comunidad así creada, se expresa en términos tomados de la analogía familiar: Padre-Hijo. Si queremos ser más exactos: la terminología tomada de la sociedad familiar parece reinterpretada a menudo en el NT a la luz del Proto-nosotros.
Así nos parece que sucede en San Juan, cuando éste habla de “hijitos míos” o cuando se refiere a los cristianos atribuyéndoles el titulo de propias del Padre o de Hijos (jóvenes) según reflejan en sus vidas las obras propias del Padre o del Hijo: conocer al que es desde el principio o haber vencido al maligno (I Juan 2,12-14).
Para San Judas, la común salvación consiste en luchar por mantener la fe contra los que niegan al único Dueño y Señor nuestro Jesucristo. La oposición entre el yo-nosotros = nosotros por un lado con ellos: los impíos, recorre toda la carta, que constituye así un esfuerzo por definir y salvaguardar la verdadera identidad grupal frente a los que la amenazan: creadores de división y carentes del Espíritu. La comunidad cristiana por el contrario se edifica sobre la fe (vuestra santísima fe) que aparece así como su fundamento.
La imagen de la edificación de la comunidad, es otra imagen frecuente en el NT. La comunidad se edifica, porque es la casa de Dios. Y casa debe entenderse en el sentido bíblico, no tanto como el edificio o la tienda en que se habita, sino como el conjunto de los que habitan el hogar de alguien. Edificar la casa es por lo tanto que habitan el hogar de alguien. Edificar la casa es por lo tanto sinónimo de fundar la familia y extenderla en numero y bienestar. Esto explica que la imagen de la edificación haya tomado a lo largo de la tradición espiritual cristiana el sentido figurado de exhortar, dar buen ejemplo; pero su sentido primitivo, está mas próximo al de “ser testigo” o “dar testimonio”, al de predicar el evangelio para fundar la comunidad (I Cor3, 10-13). El tema esta vinculado al templo espiritual, a la Jerusalén celeste, construida con piedras vivas. También a la inhabitación del Padre, del Hijo o del Espíritu en los creyentes.
El texto de judas 20 condensa los tres elementos: “edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu (la oración es necesaria para mantenerse en la fe: velad y orad) manteneos en la caridad de Dios, aguardando (y ésta es la virtud de la esperanza) la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario