El sentido místico del oficio de pescador de todos los Apóstoles... Y no sólo de los cuatro pescadores
Para entender el significado místico del oficio de los apóstoles como pescadores, hay que recordar que en las Sagradas Escrituras, el fondo del mar es el lugar donde habitan las fuerzas enemigas de Dios, el Leviatán, pero también a donde son sumergidos los enemigos de Dios o de su pueblo.
Así la humanidad sumergida por el diluvio: (Gen 6, 5 al 8, 30)
El ejército del Faraón que persigue a los israelitas: (Ex 15,4)
Los imperios de este mundo que Daniel ve emerger en forma de bestias del fondo de las aguas.(Daniel 7)
El fondo del mar es también el lugar en donde termina la serie de caídas o descensos de Jonás, el profeta desobediente. Jonás, cuesta abajo en su rodada, baja de Jerusalén a Jaffa, de Jaffa a la nave, en la nave a la bodega, y de ahí arrojado al fondo del mar, y por fin en las fauces del monstruo marino.
Miqueas profetiza que serán arrojados por el Señor al fondo del mar, ya no los pecadores, sino los pecados del pueblo elegido (Miq 7,10). La profecía de Miqueas anuncia así el bautismo para perdón de los pecados y de misericordia para el pecador.
Jesús conoce y utiliza esta imagen teológica.
Jesús, refiriéndose a los que hacen tropezar a sus discípulos en el camino en el camino de su seguimiento, por el cual el Hijo quiere llevarlos al Padre, advierte que más les valdría que fueran arrojados al fondo del mar con una piedra de molino atada al cuello. (Mc 10, 42; Mt 18, 6-9; Lc 17, 1-2)
Sin embargo, hay escrituristas que no ven la fuerza de este tipo de argumentos y pasan de largo por encima de las dimensiones simbólicas del evangelio, que son precisamente las sacramentales. Así pasan de largo también sobre el sentido revelado, por aplicar en su exégesis criterios lógicos que ignoran las leyes del universo simbólico del que se vale el Espíritu Santo para hablarnos en las Sagradas Escrituras.
Estos exegetas, que no se avienen a pensar con los códigos del Espíritu Santo, sino que pretenden reducirlos a sus propios códigos lógicos, caminan, sin advertirlo, sobre un sótano lleno de tesoros simbólico-mistéricos.
Así le sucede, por ejemplo, a C. Marucci, en su estudio: Spunti ecclesiologici nel Vangelo di Marco en: Rassegna di Teologia 37(1996/2)169-199, quien, descarta la propusta interpretativa de autores como Mánek, alegando que no todos los apóstoles eran pescadores (ver la pág 173)(!).
El sentido simbólico de las cosas es siempre polivalente.
[Una idea más clara acerca de ese complejo universo simbólico se tendrá asomándose a sus múltiples usos. A este fin pueden consultarse, por ejemplo, los artículos de diccionario:
- H. Leclercq, Art.: IJTHUS y Pêcheur, en: Dict. d'Archéol. Chrét. et de Liturgie, T.7,2 Columnas 1990-2086 y T.13,2 Columnas 2877-2882 respectivamente.
- J. Engemann, Art.: Fisch, Fischer,Fischfang en Reallexikon für Antike und Christentum T.7, Columnas 959-1097, en especial Columnas 1021ss.]
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