NECESARIAMENTE MILAGROSAS
Razones para tener por necesario el carácter milagroso
y descalificar la negación
Quiero dar aquí las razones exegéticas por las cuales se demuestra que esa lectura negadora del milagro es insostenible y no hace justicia al sentido literal del texto bíblico, lo oculta bajo una "acomodación" reductora y no resiste un examen exegético crítico.
Es una lectura falsa por las siguientes razones:
1) Ignora la verdadera naturaleza de la comida de alianza de hospitalidad que Jesús, como el anfitrión mesiánico,
2) Ignora el contexto bíblico donde Dios se presenta como Dios nutricio, que no sólo brinda el alimento material, sino que se entrega a sï mismo como alimento, su Sabiduría su Palabra, en una entrega amorosa, y que celebra Alianza no solamente con su pueblo sino con la humanidad entera representada aquí por la muchedumbre;
Este es el Dios que, en Jesús, se está revelando cuando multiplica los panes y peces, manifestando su identidad de Verbo o Palabra de Dios.
Y manifestando su identidad de Dios nutricio que, desde el Principio, realiza la creación misma como la preparación y consumación de un gran banquete, en el que da de comer a sus creaturas, de los frutos de la tierra.
Por eso la interpretación racionalista ignora que en el gesto nutricio de Jesús, se manifiesta la personalidad nutricia del Dios bíblico:
+ Del Dios que promete junto con los hijos una tierra para darles de comer.
+ Que provee en tiempos de hambre aún valiéndose de la envidia de los hermanos de José, para darle a su pueblo "el pan en el momento oportuno".
+ El Dios que da de comer el maná en el desierto.
+ El Dios que ofrece no solamente una tierra que mana leche y miel, y el sustento corporal, sino que también su Palabra, porque "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Deuteronomio 8, 3).
+ El Dios que ofrece el banquete de la Sabiduría (Proverbios 9, 1-6; Isa 55, 1-3) en el que se brinda en alimento a sí mismo:
Venid a mí los que me deseáis,
y saciaros de mis frutos.
Que mi recuerdo es más dulce que la miel,
mi heredad más dulce que los panales.
Los que me comen aún tendrán más hambre,
los que me beben aún sentirán más sed.
(Eclo 24, 19-21)
+ El Dios que después de haber dado su ciencia a los patriarcas, vino a habitar también en medio de todos los hombres
"Éste es nuestro Dios
y ningún otro es comparable a él.
Él descubrió el camino del conocimiento
y se lo enseñó a su siervo Jacob
y a su amado Israel.
Después apareció en la tierra
y convivió entre los hombres"
(Baruc 3, 36-38)
De donde resulta que sin un verdadero y propio milagro, por el cual Jesús mismo haya sido quien dio de comer a la muchedumbre, revelándose mediante este signo como el dueño de casa que invita y da de comer a los huéspedes invitados, el episodio de la multiplicación de los panes pierde todo sentido a los fines y propósitos del Evangelio: revelar la identidad de Jesús, Rey que invita al banquete mesiánico y Dios nutricio que celebra un banquete de alianza de pan y sal con la muchedumbre, transformándola en pueblo de Dios.
Porque esto es lo que ignora y el hecho al que le da la espalda la interpretación no creyente: que el fin y propósito del Evangelio es decir ¡quién es Jesús! ¡No es invitar a los hombres a una solidaridad laica, o al cultivo de valores humanísticos no religiosos!
3) Ignora datos positivos del texto: La hipótesis de la cena lluvia contradice datos positivos del texto, que excluyen explícitamente que la muchedumbre tuviera alimentos qué comer o para repartir.
Esto es particularmente claro en la segunda multiplicación de los panes, que sucede después de tres días de camino.
4) Ignora el carácter revelatorio del hecho: Hace de relatos que tienen una intención revelatoria de la identidad de Jesús y por lo tanto eminentemente espiritual y religiosa, vulgares moralinas. En esto manifiesta la tendencia a la reducción legalista y moralizadora característica de toda la exégesis racionalista, liberal y modernista.
Voy a desarrollar, en ésta y las siguientes entradas, estas afirmaciones, aunque no necesariamente en ese orden. Y comienzo en esta entrada a tratar de la primera.
1) La crítica racionalista ignora la verdadera naturaleza de la Comida de Alianza
y la identidad del Dios bíblico como anfitrión que da de comer a todas sus creaturas.
Es un vicio inveterado de la exégesis racionalista el interpretar el texto de espaldas a su trasfondo histórico y cultural. Es conocida la autosuficiencia del racionalismo y su menosprecio de lo histórico. Es el reflejo del desprecio kantiano hacia la revelación histórica.
Para entender lo que Marcos nos quiere decir, hay que tener en cuenta la condición de su tiempo y la cultura de la época y los modos de sentir propios del medio donde vivió Jesús. Esa es la norma eclesial de la interpretación de las Sagradas Escrituras, que enseña la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, en el número 12 que trascribiré al final de esta entrada.
Pero también es necesario tener en cuenta la totalidad de las Sagradas Escrituras. Sin una visión global de la teología bíblica del Dios nutricio, se carece del marco referencial propio y específicamente bíblico del "signo" (Juan 6, 26) de la multiplicación de los panes y pescados salados.
Hospitalidad y Comida de Alianza.
Pero vengamos a la Comida de Alianza. Muchas veces, los usos culturales propios del mundo de Jesús, han sobrevivido a través de los siglos en algunos pueblos del oriente, particularmente entre los árabes. Y son muy elocuentes para mostrarnos el sentido del gesto de Jesús hacia la muchedumbre, que por otra parte, tampoco los Apóstoles entendieeron.
Por eso relataré más adelante un hecho que me ocurrió en Tierra Santa en 1967 y que aún hoy me orienta en la comprensión de la escena evangélica de la multiplicación de los panes y peces.
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De la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano Segundo
Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura
12. Habiendo, pues, hablando dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.
(De la Constitución Dei Verbum, del Concilio Vaticano Segundo, Nº 12)
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