El Surgimiento de la cultura esponsal cristiana en las cartas de San Pablo
Corinto: El matrimonio bajo el signo de la lujuria [2]La posesión y dominación física de la mujer por el varón 20) Tenemos en Corinto una situación marcada fuertemente por una cultura que considera que lo sexual y lo lujurioso es una fuerza divina contra la que no se puede nada. Y Pablo tiene aquí que empezar a desarrollar una cultura distinta. Cuando Pablo escribe la Primera Carta a los Corintios se encuentra con desórdenes de criterios relativos a la sexualidad muy grandes. “Hay cosas –dice él- que se ven entre ustedes…” Empieza por corregir el caso del incestuoso, de un hombre que vivía con la mujer de su padre, no con su madre supongo, por supuesto; sería una concubina de su padre. Tenía la misma mujer que su padre. Entonces Pablo dice: “¿Y ustedes no se dan cuenta de lo que está sucediendo entre ustedes y están tan tranquilos? ¿Y andan hinchados diciendo y gloriándose de su modo de ser cristianos y no son capaces de poner orden en una cosa así? Toleran entre ustedes una cosa que ni los paganos toleran. No es como para gloriarse.
¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa?” Si a vos no te importa nada y sos indiferente ante una cosa así, estás viviendo de una manera que es desagradable al Padre Celestial; ¿y a vos no te importa nada? ¿No te importa nada tu Padre? Entonces dice: “De ninguna manera. Tienen que apartarlo. Por el bien de él tienen que apartarlo.” 21) Después de eso habla un poquito de cómo acuden a los tribunales paganos. Porque Pablo combate en los corintios una especie de engreimiento. Estaban muy engreídos. Y continuamente les dice Pablo: “¿Y ustedes andan tan hinchados? No es para gloriarse. ¿Ustedes que se creen tanto están haciendo esto?” Y ahora les dice: “Ustedes van a los tribunales paganos. Tienen pleitos entre ustedes y van a los jueces paganos. ¿Qué? ¿Se creen tanto y no reconocen entre ustedes a nadie capaz de juzgar entre ustedes?” 22) Los cristianos seguimos yendo ante los tribunales paganos… Hago aquí un paréntesis. La vez pasada yo iba por la calle Lavalle, cerca de la sinagoga, y salían unos judíos de la sinagoga discutiendo. Uno decía: “Mirá a éste, Salomón. Me embroma con la casa y con esto y con esto –hizo una lista de sus agravios- ¡y después viene y me acusa al rabino!” Lo había llamado el rabino para juzgarlo. Parece que el rabino es el que juzga entre ellos las cosas. Y le pagan al rabino para que los juzgue. Yo no hago propaganda para que nos pongan a los curas de jueces, pero digo: ¿No tienen los cristianos entre ellos gente sensata que pueda juzgar? 23) Y sigue diciendo Pablo: “¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Y cómo no las cosas de esta vida?” 24) Primero les dice: Ustedes no saben juzgar que hay un abuso dentro de la comunidad terrible por cuestiones de sexualidad. Después se van a los jueces de afuera. No es para estar hinchados. Y después vuelve inmediatamente sobre el tema de la fornicación y dice en el capítulo 6: “Todo me es lícito pero no todo me conviene.” Los corintios tenían esos refranes. “Todo me es lícito, yo hago lo que quiero.” Pero no todo me conviene. Y más si quiero ser hijo de Dios. En el camino cristiano ésa va a ser la norma: ¿Querés vivir como hijo? Si no te importa lo que piensa el Padre, no sos hijo. No es cuestión de ley ya; es cuestión de si querés vivir como hijo y si te va a importar lo que el Padre quiere. Porque si no te importa lo que el Padre quiere, no tenés corazón de hijo. Y entonces te estás perdiendo la condición filial. 25) Esa va a ser la esencia del Sermón de la Montaña: “Si vuestra ley no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entráis en la condición filial.” Ya no se trata de ley. Y por eso a mí –hago otro paréntesis- me aflige un poco ver la situación actual en la Iglesia porque cuando me siento a escuchar la confesión de los chicos empiezan por el Cuarto Mandamiento en adelante: si mentí, si le pegué a mi hermanito, si desobedecí a papá o mamá… ¡Todo moral! Pero, ¿dónde están los capítulos religiosos de la fe? ¿Dónde está la relación estrictamente religiosa con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? ¡Es eso lo que cuenta primero! Después, ¿la ley…? Es lo mismo que desobedezca un chico a los musulmanes; le dirán también que obedezca y que no mienta. ¿Qué es lo diferencial? ¿Qué es lo que nos distingue como cristianos? ¿La ley? ¡No! Es el tener un corazón de hijo, que nos importe algo lo que el Padre siente y que queramos vivir como al Padre le agrada. Es el agrado del Padre. 26) “Todo me es lícito” decían los coritnios. Sí, pero no todo me conviene si quiero ser hijo. No me dejaré dominar por nada porque soy libre. Si soy hijo, soy libre. El Padre quiere que yo sea libre, no esclavo. 27) Y también decían: “La comida para el vientre y el vientre para la comida”, como diciendo: ¡Es lo más natural! La comida para el vientre y el vientre para la comida, y en cuestión de sexualidad lo mismo. Lo uno y lo otro lo destruirá el Señor. Pero, dice Pablo, el cuerpo no es para la fornicación. Y acá hay un primer principio. Este mal criterio estaba en eso de “El cuerpo para la comida y la comida para el cuerpo”. ¡No! El cuerpo no es para la fornicación. Entre los paganos podrá ser; ellos lo podrán ver así. ¡Así les va! Pero entre nosotros no es así. El cuerpo no es para la fornicación. Y va a terminar: “Glorificad por tanto a Dios en vuestros cuerpos.” Nuestros cuerpos son para la Gloria del Padre, no son para la fornicación. Y son para la multiplicación de los adoradores. Si hay capacidad de dar vida en los hijos de Dios, es la capacidad de darle al Padre nuevos adoradores. Es otra visión y otra dimensión distinta. No es una oscura fuerza natural del instinto al cual uno está doblegado y dominado y que de alguna manera lo devora. ¡No! El hijo va a vivir de otra manera. El cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor. Y el Señor para el cuerpo.
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