Anselm Grün interpreta la parábola del sembrador y muchos otros pasajes evangélicos en una clave psicologista, que no es un sentido propiamente bíblico sino un sentido acomodado o traslaticio. El Sentido bíblico es el que intentó el escritor sagrado. El sentido acomodado o traslaticio, es un sentido ajeno al sentido bíblico, que le atribuye arbitrariamente un lector.
El benedictino alemán Anselm Grün ha dedicado un libro a la explicación del Evangelio de Marcos. En ese libro yuxtapone, como si fueran igualmente buenas, interpretaciones bíblicas verdaderas con otras interpretaciones psicologistas, que son ajenas al sentido literal del evangelio y son solamente traslaticias o acomodadas a sentidos psicológicos, no bíblicos. Para él Jesús es "camino hacia la libertad". Pero no se trata de la libertad evangélica de los hijos de Dios, sino de la libertad de los psicólogos para la autorrealización y la autonomía del yo. Al explicar nuestra parábola, Grün cree encontrar en ella sus propias teorías sobre cuatro tipos de hombre. Y si bien Anselm Grün habla de Jesús, de la Palabra de Dios, de la apertura a la palabra del Evangelio y de los frutos que dará en su vida el recibirla, una lectura atenta demuestra que su interpretación no es propiamente bíblica, sino que va en un sentido predominantemente acomodado o translaticio, que no puede llamarse propiamente sentido bíblico, y que pone al lector en una pista por lo menos distractiva, de naturaleza psicológica más que religiosa. Anselm Grün - me comentó certeramente un obispo amigo - lee el Evangelio como un libro de autoayuda.
Para Anselm Grün, Jesús habla, en la parábola, de "cuatro tipos de hombre que escuchan la Palabra de Dios". "Jesús quiere advertirnos para que no tomemos la Palabra de Dios superficialmente". Pero él lo hace al pasar de largo sobre el sentido literal que es el que el autor sagrado dijo y quiso decir. Los daños que Anselm Grün considera que se siguen de no recibir la semilla en buena tierra son de orden psicológico y no religioso. Da la impresión de que la interpretación de Anselm Grün no servirá al lector para entrar en el misterio del Reino, sino que lo dejará oyendo sin entender, viendo sin ver, y en último término sin convertirse para obtener el perdón al entrar en la comunión de fe y amor con Cristo y con el Padre.
El benedictino alemán Anselm Grün ha dedicado un libro a la explicación del Evangelio de Marcos. En ese libro yuxtapone, como si fueran igualmente buenas, interpretaciones bíblicas verdaderas con otras interpretaciones psicologistas, que son ajenas al sentido literal del evangelio y son solamente traslaticias o acomodadas a sentidos psicológicos, no bíblicos. Para él Jesús es "camino hacia la libertad". Pero no se trata de la libertad evangélica de los hijos de Dios, sino de la libertad de los psicólogos para la autorrealización y la autonomía del yo. Al explicar nuestra parábola, Grün cree encontrar en ella sus propias teorías sobre cuatro tipos de hombre. Y si bien Anselm Grün habla de Jesús, de la Palabra de Dios, de la apertura a la palabra del Evangelio y de los frutos que dará en su vida el recibirla, una lectura atenta demuestra que su interpretación no es propiamente bíblica, sino que va en un sentido predominantemente acomodado o translaticio, que no puede llamarse propiamente sentido bíblico, y que pone al lector en una pista por lo menos distractiva, de naturaleza psicológica más que religiosa. Anselm Grün - me comentó certeramente un obispo amigo - lee el Evangelio como un libro de autoayuda.
Para Anselm Grün, Jesús habla, en la parábola, de "cuatro tipos de hombre que escuchan la Palabra de Dios". "Jesús quiere advertirnos para que no tomemos la Palabra de Dios superficialmente". Pero él lo hace al pasar de largo sobre el sentido literal que es el que el autor sagrado dijo y quiso decir. Los daños que Anselm Grün considera que se siguen de no recibir la semilla en buena tierra son de orden psicológico y no religioso. Da la impresión de que la interpretación de Anselm Grün no servirá al lector para entrar en el misterio del Reino, sino que lo dejará oyendo sin entender, viendo sin ver, y en último término sin convertirse para obtener el perdón al entrar en la comunión de fe y amor con Cristo y con el Padre.
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