“El teólogo no puede pensar algo con profundidad
si no lo vive en el Espíritu”
1) El eclipse del Padre que
tantos comprueban como un hecho generalizado en la vida espiritual, en la
piedad litúrgica, en la proclamación del kerygma, en la tradición catequística
de la fe, se pone de manifiesto en forma científicamente comprobable en el
campo teológico.
Hay un acuerdo generalizado en reconocerlo.
Como observa el Padre J.-M. LE GUILLOU OP en una cita que repetiremos
textualmente más adelante: “El teólogo no puede pensar con profundidad sino lo
que experimenta in Spiritu sancto del
misterio del que tiene que dar razón”.
Si no habla del Padre o lo hace desprolijamente eso es un índice muy
elocuente de la calidad filial de su espíritu.
P. Domingo GARCÍA GUILLÉN:
“Padre es nombre de relación”
2) En una obra sobre la
teología del Padre en san Gregorio Nacianceno, el P. Domingo García Guillén
comprueba:
“El teólogo interesado en la
teología del Padre descubre algunas dificultades con sólo asomarse a un elenco
bibliográfico. El primer hecho que sorprende es la escasez de bibliografía
especializada: el número de trabajos dedicados a la teología del Padre es
mínimo, más aún si se compara con el ingente volumen de trabajos que cada año
se dedican a la cristología y pneumatología. La situación mejoró
significativamente con dos hechos del pontificado de Juan Pablo II: La
publicación de la Encíclica Dives in Misericordia (1980) y el año 1999,
dedicado a Dios Padre en la preparación del Gran Jubileo. Ese último hecho dio un gran impulso a la
teología del Padre: las revistas teológicas dedicaron números especiales y se
publicaron obras colectivas sobre el tema, que ha ido ganando terreno en la
producción teológica reciente. Aún así el número de títulos sigue siendo, en
comparación, exiguo” [DOMINGO GARCÍA GUILLEN, “Padre es nombre de relación”
Dios Padre en la teología de Gregorio Nacianceno Analecta Gregoriana 308,
Gregorian Biblical Press 2008]
3) Este autor continúa
comprobando que con el Padre se incurre en desprolijidades metódicas severas:
“la teología del Padre no encuentra un ‘lugar’ propio en estos elencos, y se ve
confinada al discurso sobre los ‘atributos divinos’, junto con la providencia o
la omnipotencia. Dios es ‘Padre’ en un doble sentido: Padre de Jesucristo (y
emisor de Espíritu), y también Padre de los seres humanos (‘Padre nuestro’). La
paternidad divina sobre los hombres puede situarse sin dificultad entre los
atributos divinos, no así la relación eterna del Padre con su Unigénito; sin
embargo, no es infrecuente que ambos modos de paternidad divina aparezcan
juntos en las bibliografías”.
4) En tercer lugar este
autor señala que: “la paternidad ha sido objeto de revisión durante el siglo
XX: autores como SIGMUND FREUD o LOUIS ALTHUSSER introdujeron la sospecha
frente a la figura paterna, más aún frente a un Dios Padre que contemplaban
como proyección eterna del padre terreno. En la producción teológica,
expresiones como ‘sociedad sin padres’ (A. MITSCHERLICH, Auf dem weg zu
vaterlosen Gesellschaft (1963); ‘Eclipse del Padre’ (Card. P. J. CORDES) o
‘Crisis de la paternidad’ (Tony ANATRELLA) se han vuelto de uso común”.
5) “La teología se ha visto
obligada a responder a nuevos retos (como los del feminismo [la biblia feminista
por ejemplo]) y a entrar en diálogo con las ciencias humanas; la puesta en
crisis de la paternidad ha generado una revisión del lenguaje sobre Dios,
mostrando que una mala experiencia de paternidad-filiación humana tiene un
influjo negativo para la fe en Dios Padre.
(A. VERGOTE – A. TAMAYO: ‘The parental figures’. En teología: S. FUSTER,
Sobre los equívocos).
4) Una cuarta dificultad que
comprueba este autor al consultar las bibliografías es que la teología del
Padre es una teología ‘sin nombre’, o más exactamente con muchos nombres:
‘teología de la primera persona’, paterlogía, patrilogía, patrología,
abbalogía. Más allá de la cuestión terminológica, resulta evidente que se trata
de un área teológica que está en fase de clarificación.
5) Pero el hecho que más lo
sorprende es que la renovación de la teología trinitaria que viene operándose
en los dos últimos decenios, haya llevado a algunos teólogos a relativizar la
condición de Origen propio del Padre en nombre de una teología trinitaria
basada en la communio o la perijóresis trinitaria.
5a] [Perijóresis: su compenetración, el estar recíproco
de cada una de las personas en las otras dos de la Trinidad, morando una en la
otra en una única substancia, como circulación de amor sin mezcla ni confusión
de personas (De SS. Trinitate, c. 9 y 10). Las hipóstasis divinas están la una
en la otra sin confundirse, morando y residiendo siempre juntas, sin que sea
posible concebirlas por separado. Así pues, en la Santa Trinidad hay tres
hipóstasis unidas por su perijóresis, que expresan el grado máximo de
compenetración y de comunión de amor en el grado máximo de diversidad. La
categoría de perijóresis recuerda las categorías correspondientes latinas de
circuminsessio (residir en torno) y circumincessio (avanzar alrededor).
6) Cita como ejemplos más
conocidos: Gisbert GRESHAKE, que propone prescindir de las procesiones
trinitarias de generación y espiración porque indicarían un ‘movimiento
unilateral’ desde el Padre. Jürgen MOLTMANN, aun reconociendo al Padre como fuente
de la divinidad, prefiere destacar el ‘círculo eterno de la vida divina’,
insistiendo en la perijóresis. Alexander GANOCZY considera que se debe
abandonar el paradigma del Padre como ‘Principio’ (que él denomina
‘patrocentrismo’) por ser incompatible con la comunión e igualdad de los
divinos Tres.
7) El status quaestionis que
traza este investigador pone de manifiesto la actualidad y urgencia de una
renovada teología del Padre y justifica su investigación sobre la teología del
Padre en san Gregorio Nacianceno colocando su trabajo al servicio del objetivo
señalado por Juan Pablo II: ‘ampliar los horizontes del creyente según la
visión misma de Cristo: la visión del Padre celestial [Tertio Millenio
Adveniente 49]. Y a la luz del texto: “Doblo mis rodillas ante el Padre, de
quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que os
conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción de
su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros
corazones, para que arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con
todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y
conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento para que os vayáis
llenando hasta la total Plenitud de Dios” (Ef. 2, 14-19).
8) El P. García Guillén ha
percibido que la profundización de la teología acerca del Padre debe nacer de
una renovada vida de piedad filial, y que la atrofia que padece delata una
anemia de la piedad y la espiritualidad filial del pueblo católico que se pone
de manifiesto en la academia teológica con un cierto daltonismo o mancha en la
retina espiritual para la contemplación del Padre.
9) En el dominio de la
patrística comprueba el mismo descuido de la teología del Padre. Y los estudios
sobre el pensamiento acerca del Padre en la obra de Gregorio Nacianceno no es
una excepción. “El lugar del Padre – afirma – no se trata específicamente o se
reduce al mínimo. Sorprende aún más que, en trabajos específicamente
trinitarios, se estudie la cristología o pneumatología del Nacianceno pero la
teología del Padre quede descuidada. El Padre se da por supuesto, como si no
hubiera que decir nada de Él. Las palabras del Nacianceno parecen volverse
contra algunos de sus estudiosos: “Sobre el Padre, ¿qué más se puede decir? La
mayoría evitan hablar de Él, llenos de prejuicios y vencidos de antemano por
las ideas que se hacen naturalmente de Él” [Or (Discursos) 34, 10 (Sources Chr
318, 214, 1-3)]. [Domingo García Guillen. Padre es nombre de relación Dios
Padre en la teología de Gregorio Nacianceno Analecta Gregoriana 308, Gregorian
Biblical Press 2008]
P. François-Xavier DURRWELL CSsR:
10) La misma comprobación
llevó al P. Redentorista F.-X. Durrwell a escribir su obra sobre el Padre en la
década 1980: “He tenido ya la oportunidad de escribir varios libros sobre
Cristo y sobre su misterio filial de muerte y de gloria. También he escrito
otro libro sobre el Espíritu Santo, en el que se celebra este misterio. Pero la
tarea estaba sin terminar hasta que dedicara un estudio a aquél que es la
fuente del misterio filial, el ‘Dios que resucitó (a Jesús) de entre los
muertos’ (Gal. 1,1).
– Abundan las obras sobre Cristo y la teología se ha interesado también
mucho por el Espíritu santo, pero son raros los estudios sobre Dios en su
paternidad. Es urgente que la teología intente colmar esta laguna, ya que la
Iglesia tiene la misión de anunciar la resurrección de Jesús. Pues bien, este
‘evangelio de Dios’, como lo llama san Pablo (Rom 1,1), es la buena nueva de un
Dios-Padre que engendra para nosotros a su Hijo en el mundo: ‘Os anunciamos la
buena nueva...: Dios... ha resucitado a Jesús, según dice el salmo: – Tú eres
mi Hijo, yo te he engendrado hoy’ (Hech. 13, 32s).
– Este deber de proclamar el evangelio de la paternidad de Dios se
impone especialmente en nuestros días, cuando la Iglesia tiene que restablecer
en su verdad indudable el rostro de ese Padre que tan a menudo desfiguran los
hombres, bien sea por la imagen que de él se hacen, bien por la que de él dan a
los demás. [...]
11) El P. Durrwell señala la
fuente escriturística donde está contenida la fuente del conocimiento del Padre
– Jesús es, en su pascua, la fuente de la teología del Padre y del Hijo
y del Espíritu santo. Es allí (en su pascua) donde se realiza plenamente en el
mundo y se revela la paternidad de Dios respecto al Hijo único. También es allí
donde alcanza su verdad aquella palabra: ‘El que me ve, ve a mi Padre’ (Jn
14,9). Allí es, finalmente, de donde brota para el mundo el Espíritu de la filiación
divina, tal como resplandece en la vida eterna de Dios.
12) Y sugiere una causa del
déficit de atención al Padre de la inteligencia de los creyentes: – La escasez
de estudios sobre Dios Padre tiene quizás su explicación en una teología que no
se ha preocupado mucho hasta ahora de explorar en sus profundidades el misterio
filial de la pascua de Jesús.
13) La afirmación implica
que Durrwell percibe una desatención a la filialidad del Hijo. O sea
desatención a la relacionalidad implicada en los nombres Padre-Hijo. Déficit
que, como es lógico, proviene de un defecto de la relacionalidad o llanamente
dicho “la religiosidad” vivida en el catolicismo contemporáneo.
14) – “He dedicado –
concluye Durrwell declarando los fines que se propuso con su obra – una gran
importancia a dos verdades que, a mi juicio, se desprenden claramente de la
Escritura. La primera se enuncia así: en Dios que engendra a un Hijo único, el
Espíritu de Dios, Espíritu de amor, es en persona el engendramiento divino.
(Porque amando es como el Padre engendra a un Hijo al que ama). Y la segunda es
inseparable de la primera: en ese Espíritu de engendramiento se encuentran
personalizados todos los atributos de Dios, todo lo que puede decirse del ser
divino [Nuestro Padre. Dios en su misterio. Ed. Sígueme 1990. (Citas en p. 9-10
y 11) (Original: Le Père. Dieu en son mystère , Ed. Du Cerf 1987)]
P. M.-J. LE GUILLOU O.P.:
El enturbiamiento histórico del
rostro del Padre
15) – “Todas las cosas
vienen del Padre y todas deben volver a él en el misterio de Cristo. Debido a
ello el pensamiento humano, lo sepa o no, lleva el peso del misterio de la
Paternidad divina. Por lo cual no resolverá sus propias dificultades mientras
no se deje prender por el movimiento de ascensión pascual hacia el Padre. En
consecuencia de lo cual es imposible detener nuestro esfuerzo por clarificar
teológicamente las oscuridades actuales de la fe, sin antes haber situado el
conjunto de ese esfuerzo bajo la mirada del Padre. (Pág. 250)
16) – El enturbiamiento
histórico del rostro del Padre:
“Dado que el mundo y la historia reposan en el misterio de la Iglesia,
toda perturbación profunda en la relación vital de un hombre con su familia
eclesial afectará su aptitud para entrar en una auténtica relación con el
Padre. Ahí no está sólo la consecuencia de un descenso o de una laguna en la
‘idea’ que haya conservado del misterio trinitario. Al mismo tiempo y más
fundamentalmente es la insuficiencia de su relación con el ser eclesial la que
le pondrá en dificultades respecto al misterio trinitario, y en primer lugar
respecto del Padre.
17) Evocar con este objeto
la analogía de lo que vive el niño en el interior del orden familiar no es sólo
recurrir a una imagen, es aportar un elemento de explicación.
18) – Efectivamente, igual
que, según la estructura normal de las relaciones familiares, el acceso al
padre para el niño está mediatizado por su relación más directa con la madre,
así también a través de la actitud de esposa e hija de la Iglesia respecto a
Cristo y el Padre, el creyente se encuentra situado y se hace capaz de situarse
él mismo ante el Padre.
19) Recíprocamente también,
el acceso a la madre está mediatizado por el padre, de manera que el niño
encuentra en relación con ella la justa distancia entre el alejamiento que es
abandono y la proximidad peligrosa y recibe así del Padre también para con
ella, el don de la libertad y del amor.
20) – Así la ‘seguridad
plena’ que hace posible el amor perfecto no se da fuera de la experiencia que
la Iglesia tiene del Padre en Cristo. Y lo cierto es que esta actitud de esposa
e hija, en la que se traduce la experiencia de la Iglesia, no es cosa teórica y
abstracta que sólo existiría ‘en principio’ o sólo en algunos santos. Está
inscrita en la misma estructura de la Iglesia, en el papel que cumple respecto
de sus hijos, en las funciones de que reviste a los que en ella tienen misión
de significar algo del misterio trinitario.
21) Es el caso
particularmente del rol del cuerpo sacerdotal en el que debe reflejarse el
sentido que tiene la Iglesia del don recibido del Padre en Cristo. El orden
jerárquico constituye en sí mismo en el interior de la Iglesia una
representación del orden trinitario. No sólo una representación, sino un
dispositivo sacramental eficaz sobre cuya base cada creyente debe aprender a
vivir su relación personal con el Padre, según el Espíritu de su Hijo.
22) – Cuando la imagen del
Padre no es discernible suficientemente a través de la actitud pastoral de
aquellos en los que debería expresarse el misterio del amor, no es sólo la
teología, es la fe los creyentes la que sufre un cierto oscurecimiento.
23) El teólogo no piensa con
profundidad sino lo que experimenta in Spiritu sancto del misterio del que
tiene que dar razón. También él tiene necesidad de mediaciones vivas para
aprender a relacionarse con el Padre. Pero si de ahí viene a concebir a éste
como un super ego trascendente, ¿qué idea va a dar a los que tiene misión de
instruir? Y si el pueblo cristiano, en su necesidad de ver que en el interior
de las relaciones de la Iglesia se refleja el amor que une al Hijo con el
Padre, carece de representaciones del verdadero rostro paterno; si funciona mal
el sistema de mediación, a causa de una secularización de estilo de vida y del
ejercicio de la autoridad de muchos de los que deberían ser los mediadores del
encuentro con el Padre ¿qué sucederá?
24) – Sucederá que ya no
será comprendida por sus propios hijos la especificidad de la Iglesia. En la
sumisión o en la revuelta, éstos desconocerán el sentido del misterio del amor
del que ésta dispone para ellos. Por deteriorar la enseñanza teológica el
estilo de vida eclesial y a la inversa, el proyecto inconsciente o
semiconsciente de liquidación del Padre tomará cuerpo a través de la jerarquía
explotadora, hasta la identificación luterana del Papa con el Anticristo.
25) Pero ello no impide,
guste o no guste, que el papa pertenece al ordo ecclesiae en virtud del ordo
trinitatis. Cuando se rechaza, falta el Padre para manifestarse eficazmente a
sus hijos. El sistema jerárquico más o menos secularizado, constituido sin él y
sin episcopado, de hecho y también de derecho ha dejado de ser significante de
la economía que procede del Padre
26) – Las trascendencias de
reemplazo
Nos parece imposible que se pueda llegar comprender lo que ha sucedido en las
profundidades del alma y del pensamiento occidentales desde hace varios siglos,
si no se miden las consecuencias de la descalificación – dentro del sistema
protestante y del tipo de sociedad que va a suscitar -- de todo un mecanismo
mediador destinado a significar el misterio de la Paternidad divina.
27) Realmente, donde
subsiste este mecanismo sin cumplir honrosamente su función, el malestar de los
hombres es profundo. Pero su desdicha se hace aún mayor cuando se ataca el
principio mismo de la mediación [como hace la Reforma]. De ese modo, allí donde
se ha arrebatado a los sucesores de los Apóstoles la gestión de la Verdad
revelada para pasarla a ‘teólogos’ privados y luego a su descendencia
universitaria – los pensadores religiosos – queda parcialmente destruida la
estructura del testimonio eclesial. De ahí en adelante, las ‘autoridades’ que
dispensan el saber ya no pueden legítimamente ampararse en un envío. Ya no
hablan, como Jesús, como testigos del Padre, sino en su propio nombre. Su exégesis
de la Escritura, su hermenéutica del ser proceden de principios que ya no son
adecuados al Principio.
28) – En el orden social, el
organismo político del Estado tiende a constituirse de tal modo que engloba la
existencia individual y colectiva. El poder, tal como lo conciben las
filosofías del derecho de inspiración hegeliana, se convierte en una forma
abstracta que supone que expresa y promueve el reino de la razón. Durante
cierto tiempo se hacen esfuerzos por convencer al pueblo de que ese poder es el
lugarteniente secular de la Providencia. Es más difícil convencerlo de que les
basta para colma su necesidad filial y para representar válidamente para la
inteligencia y el corazón el rostro sagrado del Padre. Porque esa necesidad
permanece, pero como ya no hay a quién referirse, se convierte en protesta
contra la autoridad. [Protesta que expresa la decepción por un ejercicio
decepcionante]
29) – La misma idea de que
aquí abajo pueda ejercerse una autoridad en virtud de otro imperativo distinto
de la ‘organización’ [es decir en el nombre de Dios Padre] y la eficacia es
rechazada como incompatible con las exigencias de la dignidad humana y de la
libertad personal. Toda intervención que se apoye en la autoridad jerárquica
recibida del Padre se hace sospechosa. Como consecuencia de la destrucción de
las inteligencias y de las afectividades privadas de verdadera experiencia
filial, la invocación de los derechos de la libertad individual o de los
imperativos de la ‘liberación’ colectiva se hace con detrimento de la auténtica
libertad, que supone una referencia viva a la voluntad del Padre, a través de
las mediaciones humanas requeridas por la economía trinitaria.
30) – La idea de ‘poder
opresivo’ se convierte en algo alucinante. Se proyecta sistemáticamente”.
[Tomado de: El Misterio del Padre. Fe de los Apóstoles. Gnosis
actuales. Ediciones Encuentro, Madrid 1998 Citas en pp. 258 y ss.
(Título original: Le mystère Du Père. Foi des Apôtres. Gnoses
actuelles. Librairie Arthème Fayard, Paris 1973)]
[Nov 2014]
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