lunes, 21 de abril de 2014

TEÓLOGOS [Y EXEGETAS] PELMAS por Juan Manuel de Prada


"UNA PATOLOGÍA 
DIGNA DE ESTUDIO"
Comparto plenamente y por eso publico aquí los dichos de Dn. Juan Manuel de Prada en el ABC del 19 de abril de 2014.

Lo que él tan elocuentemente escribe de algunos teólogos (los pelmas), se aplica también obviamente al subgénero de los pseudo-exegetas bla bla blablistas, que no verdaderos biblistas...

TEÓLOGOS PELMAS
LA resurrección de Cristo no es un hecho «demostrado científicamente». Como todos los dogmas de fe, se funda en un misterio cuya comprensión sólo podremos completar después de la muerte; pero, a falta de esa demostración «científica», contamos con el testimonio de los apóstoles, que nos aseguran que ocurrió realmente tal como ellos nos la describen.

Nunca he entendido bien cuál es el propósito de esos teólogos pelmas que afirman que la resurrección de Cristo no ocurrió tal como nos la describen los apóstoles, sino que fue tan sólo una «experiencia de fe», una especie de «autosugestión» que los impulsó a creer que su Maestro seguía presente en sus vidas; y que consideran las narraciones de las diversas apariciones de Cristo resucitado a sus discípulos como un mero «género literario», una forma de expresar lo que no es sino una experiencia o vivencia interior

 Estos charlistas niegan un dogma de la fe porque lo juzgan «indemostrable» científicamente; y al mismo tiempo lanzan una hipótesis interpretativa patidifusa y lisérgica que es igualmente «indemostrable», pero que convierte el testimonio de los apóstoles en una especie de ensoñación misticoide.

Tal configuración de la Resurrección como «experiencia espiritual» es el producto inevitable de la grieta que se ha introducido entre lo que los seguidores del método histórico-crítico llaman el «Jesús histórico» y el «Cristo de la fe», una suerte de versión pía del doctor Jeckyll y míster Hyde. Una grieta que ha terminado por contaminar la propia cristología, que se ha ido haciendo en las últimas décadas sobre las especulaciones de los teólogos pelmas y no sobre la fe de los creyentes, hasta conseguir inocular el veneno de la incredulidad entre los propios creyentes.

Así, la figura de Jesús se ha ido haciendo cada vez más nebulosa, irreal e inexplicable; y las reconstrucciones rocambolescas que sobre ella se hacen resultan cada vez más antitéticas: hay quienes lo presentan como un revolucionario que combate los poderes establecidos; y quienes ven en Él a un moralista benigno que predica una suerte de amor omnicomprensivo y buenrrollista que todo lo aprueba.

Tales reconstrucciones adolecen siempre de la misma falla: Jesús es presentado como un hombre, todo lo excepcional que se quiera, y hasta en sintonía especial con Dios, pero desenraizado de Él; y, sobre esta falla, adulteran su figura, hasta convertirlo en un muñeco de plastilina hecho a imagen y semejanza del teólogo pelma de turno.

Así, reduciendo los dogmas a la categoría de meros «símbolos» y desdeñando aquellos pasajes evangélicos que narran acontecimientos inexplicables según las leyes físicas, se ha terminado por hacer irreconocible la figura de Cristo. Cada vez profeso más simpatía por esos ateazos expeditivos y broncos que, ante el dogma de la resurrección de Cristo o cualquier otro que no explica la mera razón, dictaminan: «Esto son fábulas e invenciones grotescas de los curas».

Pero entender a esos pelmazos que emplean muchos años de su vida en estudiar una disciplina tan ardua como la teología y en familiarizarse con lenguas antiquísimas y abstrusas para concluir que los dogmas de la fe son meros «símbolos» que pueden ser interpretados hipotéticamente supera, en verdad, mi capacidad comprensiva. Para semejante viaje anfetamínico no eran necesarias tales alforjas de erudición; a menos que... A menos que, desde un principio, al teólogo pelma lo guiase la mala fe; y que todos sus años de estudio sean tan sólo la coartada confundidora y malévola que le permite disfrazar con un bagaje pedantuelo su incredulidad originaria.

Pero tal explicación exige aceptar que no nos hallamos ante teología... sino ante una patología digna de estudio.
Juan Manuel de Prada
ABC Madrid 19 abril 2014
 http://www.abc.es/cordoba/20140419/sevp-teologos-pelmas-20140419.html