"El concepto de syngeneia expresa el parentesco con el matiz de la connaturalidad (synfysis), de la participación en la misma naturaleza. Es un énfasis en lo ontológico, muy propio del genio filosófico del alma griega"... "Habrá que esperar siglos, hasta en los umbrales de la era cristiana, para que los estoicos, Aratos, Epicteto, osen proclamar al hombre como hijo de Dios".
[En las imágenes: Epicteto (arriba); Aratos (abajo)]
5.5.- Los vínculos entre dioses y hombres:
Ser de la raza de los héroes es un título de gloria. Cuánto más ser de raza de dioses. Pero ¿tienen ambas razas un origen común? Los poemas homéricos insisten sobre la miseria de la condición humana.
El mismo Aquiles le dice a Príamo: "Tal es la suerte que los dioses asignaron a los pobres mortales, vivir en la tristeza, mientras ellos viven libres de todo cuidado” [Iliada 24,525-526].
Apolo se niega a batirse con Poseidón "a causa de los pobres seres humanos, semejantes a las hojas, que hoy están verdes y llenas de brillo y mañana se secan y caen...” [Iliada 21,463-466].
Los dioses deben guardar distancia respecto de los hombres: Hermes no puede quedarse mucho con Príamo porque "estaría mal que un dios inmortal demostrase a mortales favor tan manifiesto" [Iliada 24,463-464].
Cuando Diomedes se arroja sobre Eneas, sin respetar al dios que lo protege, Apolo lo reconviene: "¡Detente! y no pretendas igualar tus designios a los de los dioses; serán siempre dos razas distintas, la de los dioses inmortales y la de los humanos que andan sobre la tierra” [Iliada 5,440-442].
Néstor dirá: "Ningún mortal podría penetrar los pensamientos de Zeus; por mejor que fuese, Zeus lo supera cien veces” [Iliada 8,143-144].
5.6.- Las dos razas - la divina y la humana - no se identifican.
Habrá que esperar siglos, hasta en los umbrales de la era cristiana, para que los estoicos, Aratos, Epicteto, osen proclamar al hombre como hijo de Dios.
Por lo tanto la fórmula que hace a Zeus "padre de los dioses y los hombres” [por ej.: Iliada 1,544], no expresa, como adelantáramos, más que una autoridad patriarcal y no una verdadera paternidad respecto de los hombres. Homero piensa en una dependencia, no en una filiación. Reconocer que depende de los dioses es el primer deber del hombre homérico.
A pesar de estas afirmaciones, Homero habla poco de relaciones espirituales entre Dios y el hombre. Está muy lejos de la visión bíblica, expresada por Lactancio en su vertiente cristiana, pero que suscribiría y podría reconocer como suya cualquier jasíd: "Pietas nihil aliud est quam Dei parentis agnitio” [Institutiones Divinae III,9].
5.7.- Nos encontramos pues, en el mundo griego, con un fenómeno perturbadoramente semejante al del mundo bíblico. La solidaridad familiar, fuertemente anudada por la concepción del genos, favorecía la idea de una intimidad divina que llegaba hasta la semejanza. Ya que, como dirá Hesíodo, "el ideal de los padres es tener hijos que se les parezcan", el parentesco con Dios deberá traducirse, también, en una semejanza.
Los griegos tendieron siempre a acercarse a sus dioses, o a acercar a sus dioses.
Homero representa sólo el comienzo de una larga historia religiosa del mundo griego. Hay mucha distancia entre el genos = la raza de la que se enorgullecen de provenir los héroes homéricos y el genos tal como lo entiende Aratos: raza de los dioses a la que pertenecen también los hombres. Si se trata de un parentesco real, syngenés se traduce por pariente o próximo.
En los usos metafóricos puede traducirse como connatural y equivale a synfytos [De igual naturaleza o fysis]. Como ha relevado Des Places, numerosos textos de Platón en sus últimos diálogos, y también textos de Aristóteles o de Teofrasto convencen de la cuasi-sinonimia entre syngenés y synfytos.
La idea de parentesco en el mundo griego, que tiene su origen en la institución familiar, se va tiñendo, en la historia del pensamiento griego, de un valor filosófico y religioso.
El concepto de syngeneia expresa el parentesco con el matiz de la connaturalidad (synfysis), de la participación en la misma naturaleza. Es un énfasis en lo ontológico, muy propio del genio filosófico del alma griega.