viernes, 30 de septiembre de 2011

PARÁBOLAS DE LA SEMILLA y FILIACIÓN DIVINA

EL ESPERMA O SEMEN DIVINO
en las Parábolas de la Semilla,
el Sembrador y la Siembra


Me he ocupado antes en este Blog del símbolo de las semillas y del sembrador en la Parábola del Sembrador. Y he examinado cómo, en ella, Jesucristo es a la vez sembrador y semilla sembrada. (Véanse las entradas del 27 de enero hasta el 15 de febrero del 2010).
Esta nueva entrada que agrego hoy, significa un avance muy importante en la interpretación de todas las parábolas de la semilla y el Reino de los Cielos, para entenderlas como expresando el misterio de la divina regeneración.
Para hablarnos de sí mismo como Palabra de Dios hecho hombre, Jesucristo utiliza la parábola del sembrador y varias parábolas de la siembra y de la semilla.

En ellas, la semilla significa
1) la Palabra de Dios, creadora y encarnada,
2) su poder dador de dar vida, y engendrar,

3) la descendencia misma: los hijos de Dios

- En esta entrada comento la parábola del trigo y la cizaña y a propósito de ella, explico, en forma de Homilía, la relación que existe entre "las semillas" de las que habla Jesús en sus Parábolas, y la acción del "semen o esperma divino" que es la Palabra de Dios hecha carne, en la obra de la divina regeneración de los hombres, dando vida a los hijos de Dios.
Las parábolas de la semilla las entendemos por lo general como metáforas tomadas de los simbolismos del mundo vegetal o botánico, pero no solemos reparar en el hecho de que su vocabulario impone entenderlas - paralela y ambivalentemente -, como metáforas tomadas del ámbito simbólico de la generación humana aplicadas a la divina regeneración y a la filialidad. En efecto los téminos griego y latino que traducimos al castellano 'semilla' son, respectivamente, sperma y semen.


Partamos de la lectura del Evangelio: Mateo 13, 36-43
"Lo mismo que se recoge la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo"
Voy a leer el Evangelio en una traducción más literal del texto griego, menos literaria que la que ofrecen los leccionarios litúrgicos y que no son aptas para fundamentar la explicación exegética que ofrezco.
La traducción que ofrezco a continuación aspira a reflejar más exactamente el texto inspirado. De esta manera espero dar a contemplar mejor con nuestro espíritu la enseñanza de Jesús. Comentaré el texto evangélico en forma de Homilía.