La Acrópolis de Corinto, que era un cerro que se levantaba abruptamente como 500 metros al lado de la ciudad, como sucede en las ciudades griegas, como en la Acrópolis de Atenas, estaba coronado de templos imponentes.
9) Había sobre la acrópolis de Corinto varios templos, uno de Juno y otros, pero el más famoso era el templo de Venus Afrodita, que era la diosa del amor erótico.
10) En la antigua religión griega había distintos tipos de deidades femeninas: estaba Juno, que era la esposa de Zeus, Júpiter, que personificaba más bien, a la dueña de casa, a la mujer esposa, a la matrona.
11) Pero estaba también la diosa Venus Afrodita, o Venus Porné, tipo de la mujer erótica, la mujer idealizada como símbolo del erotismo sexual femenino, de la mujer hermosa, un poco como las vedettes de Hollywood actuales. Imaginen lo que significaba ese santuario de Venus.
12) Para nosotros ahora la mujer erótica no es una diosa. No se plantea hoy, por lo menos explícitamente, como un camino religioso el camino de la lujuria. ¡Gracias a Dios! Pero en aquel tiempo, antes del cristianismo, se planteaba como una especie de mística de la lujuria, una adoración de las fuerzas de la naturaleza y entre ellas, ¿por qué no, también?: la fuerza sexual. Una fuerza divina que está en la naturaleza, que tiene relación con el poder de dar la vida, pero que tiene también un poder pasional capaz de dominar al hombre. De alguna manera es como una divinidad.
13) Entre las divinidades estaba esa también. Hay que adorar tantas cosas a las que el hombre está sometido… ¡Una divinidad más! Eso estaba como establecido en el mundo griego y también divinizado. Y el santuario de Venus Afrodita estaba rodeado de casitas de las hieródulas, que eran las prostitutas sagradas. El santuario tenía una cantidad de prostitutas que tenían sus casitas con sus jardincitos… ¡Todo religioso, todo místico! Y había un turismo de peregrinos de la sexualidad que venían a Corinto, en peregrinación al templo de la diosa Venus.
14) Imagínense lo que era entrar a evangelizar una ciudad así, donde la sexualidad no sólo estaba dominando como actualmente, en un mundo erotizado, y cada vez más erotizado, con la televisión, Internet, la industria de la pornografía, sino que estaba, además, sacralizada. Y, como sucedía en los templos griegos, lo sagrado funcionaba como el motor de una empresa económica poderosa.
15) Corinto era pues un lugar de mucho turismo sexual; vamos a llamarlo así, pero en realidad se trataba de peregrinaciones religiosas de una religión del sexo, de un culto a un ídolo sexual. Se iba en peregrinación a Corinto.
16) En ese mundo erotizado Pablo va a evangelizar. Y ahí el Evangelio tiene más éxito que en Atenas, que era una cuidad más bien universitaria, de gente inteligente. Lo escuchaban a Pablo y le decían: “Otra vez te escucharemos”. Pienso que en Corinto, a diferencia de Atenas, la gente tocaba tanto fondo en los abismos del vicio, que al fin se abría a lo espiritual. En el hombre hay un fondo sano; puede desviarse pero en el fondo se encuentra con el drama de su desviación. Y creo que al mismo tiempo que ellos divinizaban una fuerza que se daban cuenta que no podían dominar, que tenía algo de divino y adorable, experimentaban también que había ahí algo de terrible.
17) En general las divinidades femeninas de la antigüedad eran ambivalentes, eran también divinidades destructoras, devoradoras. Y en ese sentido da para reflexionar la tumba de la más famosa de las prostitutas de Corinto. A Lais, que era algo así como la Marilyn Monroe, la máxima representante, la más famosa de todas esas mujeres del templo de Venus, que había tenido sus historias con hombres famosos de la Antigüedad, le habían puesto una tumba en el camino de entrada que iba de Corinto a los puertos, Una tumba adornada por una estatua esculpida nada menos que por Fidias, el famoso escultor.
18) Seguramente Pablo pasaba por delante de esa tumba. Todos pasaban por ahí y veían la tumba de esta hieródula. Y, ¿cuál era el emblema que este escultor había ideado para la tumba? Era una leona que devoraba a un macho cabrío, que se comía a un chivo. Fíjense qué percepción había tenido el artista de lo que es la seducción de la mujer como Venus, de la hembra erótica, sobre el hombre macho lujurioso. A Fidias no se le ocurrió ese símbolo por sugerencia de ningún cristiano. Este pagano, había comprendido por sí mismo, por haberlo visto, que el hombre es devorado por la lujuria cuando se relaciona con la mujer así, y que ese tipo de sacerdotisa de Venus, es capaz de devorarlo por la pasión de la lujuria. Creo que ahí hay una percepción de la verdad de lo que los mismos paganos se daban cuenta que había en el fondo de este culto de Venus. “Es una diosa que te devora.” Así que, pienso yo, en esa sociedad, al mismo tiempo que la desviación existía también la percepción de que en la mujer puede haber, para el varón, algo a la vez encantador y terrible, una fuerza tan seductora como destructora.
19) Lo cierto es que Pablo se instala en esa ciudad. Y en esa ciudad tiene que convertir a sus habitantes a Cristo. Y una vez convertidos a Cristo y al cristianismo tiene que ayudarlos a empezar a vivir su vida matrimonial ahí, en una ciudad erotizada.